Opinión
El alcalde de Hunosa
El presidente y el futuro de la empresa
Corría el año 2012 y, como era costumbre, en el Ayuntamiento de Mieres se reunían todos los alcaldes de las Cuencas para celebrar el tradicional brindis navideño. Pero aquella vez, siendo anfitrión el irrepetible Aníbal, todos decidieron no levantar su copa en protesta por el Plan de la Minería que el Gobierno Central había remitido a Bruselas sin el consenso de los sindicatos mineros. De entre los Alcaldes allí convocados se encontraba un joven regidor de San Martín del Rey Aurelio llamado Enrique Fernández.
Doce años después no deja de resultar irónico que quien como joven alcalde se negó a alzar su copa en protesta por el ninguneo a los sindicatos mineros, pretendiese alzarla hoy como presidente de Hunosa mientras los representantes sindicales permanecían encerrados en defensa del futuro de la compañía y, para más INRI, a escasos metros de las burbujeantes copas. Soy de la opinión de que para ser viejo y sabio uno debe primero ser joven y estúpido, pues le atribuyo al paso del tiempo ese efecto balsámico de que todo lo cura. Error mío, pues solo basta constatar que en algunas ocasiones como esta, el paso del tiempo lo empeora todo, y de qué forma.
La mejor noticia sobre Hunosa es que no haya noticias y de haberlas, que contengan siempre la palabra "futuro", como hasta ahora venía aconteciendo. Pero de golpe y porrazo todo salta por los aires en el momento en que los sindicatos se consideran engañados cuando lo pactado en Asturias es rechazado en Madrid. A partir de aquí silencios extraños, cómplices y elocuentes. Todos miran a todos y nadie quiere saber nada. Ni siquiera el protagonista de esta historia, al que algunos acusan directamente de mentir. Difícil papeleta por muchos 179.662 € brutos al año que te embuches como uno de los directivos mejor pagados del sector público empresarial de este país. Porque si París bien vale una misa, el sosiego y la credibilidad cuando uno ya va cumpliendo años no hay sueldo público que lo compense.
Nuestro protagonista afirma no haber mentido o engañado a los sindicatos cuando pactó con ellos el acuerdo de viabilidad de Hunosa; afirmación que tiene muy poca solvencia por una sencilla razón: no ha dimitido de forma inmediata cuando la SEPI lo desautorizó en toda regla al rechazar el acuerdo que "supuestamente" él mismo apoyaba. Y el caso es que como no ha dimitido se abre aquí un amplio abanico de explicaciones que pueden ir desde el apego al cargo ("antes muerto que sin silla", que cantaba una niña) hasta ese práctico mantra político de "llámame gorrión y échame trigo", por no hablar de esa extraña patología que algunos políticos padecen al confundir la ideología con la nómina. Incluso entrando ya en el terreno de la perversión hasta pudiera pensarse que Enrique Fernández no se siente ni desautorizado ni deslegitimado, sino que ha realizado de forma impecable el trabajo encargado por la SEPI haciéndoles creer a los sindicatos que el pacto de viabilidad de la empresa era un logro alcanzado a sabiendas de que el mismo iba a ser rechazado. ¿Y para qué?, se preguntarán. Pues para tomarle el pulso a la fortaleza de los sindicatos mineros. Pues bien, los hechos evidencian que el maquiavélico cálculo ha resultado rematadamente estúpido y su coste político será alto.
Pero, conjeturas aparte, lo que sí me llama poderosamente la atención es que nadie haya pedido su dimisión de forma clara y rotunda. Porque no dimitir cuando te desautorizan los de arriba puede tener una de esas inexplicables explicaciones que últimamente tanto abundan en política. Pero no dimitir cuando ni siquiera te reconocen tus interlocutores directos ya es de juzgado de guardia. Estos días abundan los análisis y crónicas periodísticas que ligan la trayectoria y el auge político de Enrique con el sindicato minero. Y es probable que así haya sido hasta ahora. Pero no se lleven a engaños; Enrique Fernández no es del SOMA sino de Enrique Fernández y de nadie más.
Termino con un dato que intencionadamente omití al comienzo de mi artículo. Aquel mismo 2012 en el que ese joven alcalde de la cuenca se negó a realizar el brindis navideño en solidaridad con los sindicatos mineros, pasó al Ayuntamiento de San Martín la cantidad de 182´57 € en concepto de dietas por desplazamiento y manutención de un viaje suyo que realizó a Madrid el 11 de julio. ¿Y a qué fue a Madrid?, también se preguntarán. Pues nada menos que a la manifestación en apoyo a la minería. Es justo decir que cuando la noticia trascendió, renunció a las dietas bajo el peregrino argumento de que no leyó lo que firmaba. Quizá encontremos aquí la verdadera explicación a todo este asunto: el pobre Enrique no tiene por costumbre leer lo que firma; por tanto es probable que no haya leído el acuerdo alcanzado con los Sindicatos Mineros. Y ya que estoy preguntón termino: ¿Quién es el responsable político en Asturias de que hayan nombrado a Enrique Fernández como presidente de Hunosa? n
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