Opinión

Celebrar... ¿qué, y por qué?

Franco murió en la cama y la reparación duerme el sueño de los justos

La epistemología etnográfica, la traducción y la derivación, permiten comprender el significado y el peligro que entraña, para un grupo étnico o sociedad en general, vivir bajo la tiranía los deslizamientos culturales. Es decir, entender una parte por el todo y consiguientemente pensar que el color de la piel, rezar a un dios o la posición que usemos para mear, nos hace mejores que los distintos.

Quién así actúa, reifica y cosifica a los demás, terminando por convertirse en un psicópata, déspota, tirano, casi siempre genocida que, escondiendo sus limitaciones tras diversas ideologías, emplea los recursos de su país para adoctrinar, amedrentar y asesinar a quien considere disidente. La lista es larga, Hitler, Mussolini, Franco, Pol Pot, Bokassa, Stalin, Pinochet, Maduro…

Cuando una sociedad que padeció tales desmanes se hace adulta, debe exigir reparaciones y depurar responsabilidades, restituyendo los derechos a quienes fueron perseguidos, victimizados, asesinados o desaparecidos. Así lo recoge la Declaración Universal de Derechos Humanos, proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas de París, en diciembre de 1948, tras haberse celebrado los Juicios de Núremberg, contra el alto mando nazi, por delitos de lesa humanidad, una vez finalizada la II Guerra Mundial.

Pero, en ocasiones, el dictador huye o fallece en cama por flebitis, y la reparación duerme el sueño de los justos; y así como la mágica espada Excalibur quedó, oxidada y cubierta por la naturaleza, clavada en la piedra, esperando ser recuperada por el legítimo sucesor, en nuestra España, según datos de Naciones Unidas, yacen olvidados y amontonados, apartados de la esfera social, más de ciento catorce mil represaliados por el franquismo, en las casi tres mil fosas comunes censadas.

Oídos sordos, ninguna Administración española hizo nada por recuperar restos, derechos y patrimonios expoliados a las víctimas de la dictadura, pese a la existencia de informes que, firmados por los relatores de la ONU, Salvioli, Baldé o Tidball-Binz y anteriormente Pablo de Greiff, evidenciaban una manifiesta dejadez e inacción gubernamental para la reparación de aquellos delitos.

Dichos informes, fundamentados en la Justicia Transicional, nunca hablan de "reabrir heridas", se trata de devolver lo que fue arrebatado injustamente. Pensad en un criminal que ha matado indiscriminadamente, durante años, y no se le juzga para no levantar ampollas. O que uno de vuestros deudos está mancillado en una cuneta...

Al respecto, para quien compre el relato desviado culturalmente, "de las heridas", decirle que todos los muertos del bando golpista, fueron reintegrados en el cuerpo social, con honores, y se permitió a los familiares depositar sus restos donde desearan; algo que nunca ocurrió con los represaliados. Todos los avances en exhumaciones se lograron por el esfuerzo de asociaciones memorialistas como ARMH, FAMIR o Aranzadi.

En esto, llegamos al año 2025 y a alguien se le ocurre celebrar el cincuenta aniversario de la muerte de Franco, como hito que determinó el origen de la Democracia. Pero asumir esto, es aceptar "pulpo, como animal de compañía". Me explico:

Tras la muerte del dictador, la eufemística "Apertura" fue una etapa en la que, el gobierno de Arias Navarro, pretendía seguir manteniéndolo todo "atado y bien atado". Por tanto, no se podría hablar de Democracia hasta que, el seis de diciembre de 1978, fue aprobada en referéndum la Constitución española vigente.

Por otro lado, muchos investigadores y reputadas organizaciones internacionales pro derechos humanos, como Memory Studies Association, Amnistía Internacional o la ONU consideran que la Transición idealizada, como logro de consenso puertas adentro, fue solo una obra de chapa y pintura auspiciada por dos partidos, UCD y Alianza Popular, con un marcado pasado franquista, la poca implicación del PSOE y la incapacidad del PCE que no fue legalizado hasta el 9 de abril de 1977. Y el disloque total emerge cuando conocemos que miembros de la Policía Armada y Brigadas Político-Social mantuvieran los honores y pensiones, otorgados en la dictadura, hasta periodos recientes.

Es por todo, difícil entender cómo alguien puede pretender celebrar algo que realmente no fue así. Es más, soy de los que opina que nada se puede festejar mientras siga habiendo un solo compatriota, enterrado entre cal viva, dentro de una fosa por la inacción de gobiernos y sociedad española.

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents