Opinión | DE LO NUESTRO | Historias heterodoxas
La parábola de Avelino Fernández Roces
La trayectoria vital de un libertario nacido en La Felguera
No soy matemático y entiendo muy poco de esa noble ciencia, pero si una parábola se define como la curva envolvente de las rectas que unen pares de puntos homólogos en la misma proyectividad, creo que la vida de Avelino Fernández Roces tuvo una trayectoria parabólica, porque defendió siempre a la clase obrera con la misma intensidad, pero desde distintas posiciones: en su juventud apostó por la acción directa del anarco-sindicalismo de tajo y calle y con el reposo de la madurez, pasó a apoyar la estrategia socialista.
Andrés Avelino Fernández Roces nació el 18 de mayo de 1911 en La Felguera, donde conoció desde su infancia las ideas anarquistas que eran mayoritarias entre los obreros de la comarca langreana y a los 18 años entró a trabajar en Duro Felguera afiliándose al Sindicato Metalúrgico de la CNT. Esta sería su organización y su ideología durante cuatro décadas hasta que en el exilio decidió cambiar su militancia.
En 1932 empezó a colaborar en Solidaridad Obrera, firmando la sección "Viñetas Asturianas", y en "CNT", boletín asturiano de este sindicato, empleando muchas veces seudónimos. El 25 de octubre de ese año fue juzgado por haber matado seis meses antes a un joven llamado Manuel Fernández, junto a su madre María Roces Iglesias y su hermana Ursicina, que fueron acusadas de haber causado lesiones a la madre del fallecido.
El caso fue muy seguido en la prensa por las circunstancias en que se había cometido y una multitud expectante se concentró ante el Juzgado de Laviana. Al parecer, el día 18 de abril, Avelino después de salir de su trabajo en una mina de Nespral y Cía, se dirigía a su casa llevando con él una pica para repararla, pero al pasar por Barredos vio a un hombre dando fesoriazos a su madre y se la clavó en el estómago, mientras su madre y su hermana, desconociendo la gravedad del golpe, siguieron agrediendo con palos a la madre del herido.
Pintaba mal para los acusados, pero tras oír a los testigos, el juez aceptó que se había obrado en defensa propia y los absolvió a los tres. Y es interesante conocer que entre quienes declararon a favor de Avelino, estuvo el capataz de la mina en la que trabajaba, que lo definió como "un excelente obrero y ciudadano".
Entre tanto, Avelino Roces (con el apellido de su madre, como le gustaba que lo llamasen) se iba posicionando como uno de los libertarios más influyentes, por lo que fue elegido para formar parte de la delegación asturiana desplazada en agosto de 1933 hasta el pleno de la Regional de Catalunya de los Sindicatos de Oposición, que se habían separado de la Confederación Nacional del Trabajo. Allí apoyó la propuesta de Eleuterio Quintanilla pidiendo la reunificación de estos colectivos.
En enero de 1934, Avelino volvió a los tribunales de Oviedo, esta vez acusado junto a otros cenetistas de haber colocado unos explosivos durante una huelga. Entonces tuvo menos suerte y fue condenado a cuatro años, dos meses y un día de cárcel, pero su condena se interrumpió por la insurrección de octubre y él tuvo una participación destacada en las jornadas revolucionarias. Después fue detenido de nuevo hasta el triunfo del Frente Popular que trajo la amnistía en febrero de 1936. Ya libre, intervino en una serie de actos confederales por las principales poblaciones de la Montaña Central, Oviedo y Gijón, acompañando a Federica Montseny en varias ocasiones.
En plena contienda, el 15 de octubre de 1936, el jefe de Gobierno Francisco Largo Caballero creó el Comisariado General de Guerra cuya función era "ejercer un control de índole político-social sobre los soldados, milicianos y demás fuerzas armadas al servicio de la República y lograr una coordinación entre los mandos militares y las masas combatientes encaminada al mejor aprovechamiento de las citadas fuerzas".
Cada organización eligió a sus mejores hombres para desempeñar esta responsabilidad y Avelino Roces, que entonces también militaba en la Federación Anarquista Ibérica, formó parte en nombre de la CNT del Comisariado Político del Consejo Interprovincial de Asturias y León como comisario de Brigada, comisario inspector de las fuerzas expedicionarias de Asturias en Euskadi y comisario general interino del XVII Cuerpo de Asturias del Ejército Popular.
Tras la caída del Frente Norte, dejó la región desde el puerto de Gijón como otros muchos dirigentes, pero nunca ocultó la mala sensación que le produjo no haberse quedado con aquellos anarquistas que prefirieron perder su vida antes que rendirse. Así lo declaró el 12 de noviembre de 1937 a Solidaridad Obrera: "De pronto la radio del barco capta una onda: ‘¡Aquí radio FAI! ¡Aquí La Felguera!’ y durante toda la noche, en alta mar, enracimados en cubierta, con emoción sin lágrimas, escuchamos las arengas que los anarquistas de La Felguera, últimos combatientes en el reducto final, dirigían a los que seguían combatiendo".
En Cataluña dirigió un batallón de Infantería que combatió en los frentes de Lérida y Tarragona, y estuvo en la batalla del Ebro como comandante mayor de la 19ª Brigada Mixta del Ejército Popular. Al final de la guerra cruzó la frontera por el Pirineo Oriental, pasó por varios campos de concentración y la prisión de Castres, en la región de Occitania, donde el régimen de Vichy recluyó a comunistas, miembros del maquis, republicanos españoles y franceses de las Brigadas Internacionales. Desde allí lo trasladaron a Lopiac de la Rèula y por fin a Gaillac donde fue liberado el 12 de junio de 1944 junto a otros presos políticos en una acción de la Resistencia.
Entonces, se estableció primero en Albi y después en Toulouse participando en la reconstrucción del anarquismo en el exilio y también en el Comité de Enlace CNT-UGT. En mayo de 1945 representó como secretario al departamento del Tarn en el Congreso que las Federaciones Locales de la CNT celebraron en París. Junto a los exiliados en Francia, solo pudieron acudir delegados de África del Norte, Bélgica e Inglaterra, pero aun así representaban a unos 35.000 afiliados.
Los reunidos debatieron la colaboración con el Gobierno de la República en el exilio dando por cerrado el periodo de colaboración con otras fuerzas; sin embargo, una corriente minoritaria posibilista siguió defendiendo que las alianzas debían seguir adelante. Avelino apoyó esta posición y en consecuencia, en octubre del mismo año, presidió un mitin unitario para conmemorar el aniversario de la revolución de Asturias, en el que participaron los socialistas Lorenzo López Mulero y José Barreiro junto a los anarco-sindicalistas Acracio Bartolomé y Ramón Álvarez Palomo.
Un mes más tarde, el nuevo Gobierno republicano en el exilio, presidido por José Giral, solicitó la colaboración de todos los grupos y fue apoyado por la CNT del interior y los minoritarios del exterior, entre los que estaba Avelino Roces, lo que produjo una escisión en el sindicato.
El felguerino ya rehízo su vida definitivamente en Toulouse junto a su compañera, la catalana Isabel Ginel, también anarquista; trabajó en la Oficina Nacional Industrial del Nitrógeno dedicada a los productos químicos hasta que se jubiló anticipadamente a los 60 años y en ese tiempo siguió participando activamente en las actividades libertarias, pero defendiendo siempre la alianza con otras fuerzas obreras, lo que acabó situándolo en una posición crítica con su sindicato.
El 23 de enero de 1948 fue uno de los firmantes del "Manifiesto de los diecisiete", partidarios de la creación de un Partido Obrero del Trabajo, que no cuajó, y el 19 de noviembre de 1949, cuando tenía que hablar en un mitin a favor de la colaboración de la CNT con las instituciones republicanas en el exilio, el acto se suspendió por las presiones del socialista Rodolfo Llopis, a quien paradójicamente Avelino iba a apoyar en los años 70.
Al sentirse cada vez más apartado del pensamiento mayoritario de la CNT, solicitó su baja voluntaria en 1960 para ingresar dos años más tarde en la UGT y también en el PSOE, donde muy pronto asumió puestos de responsabilidad y después del XII Congreso de este partido, se inclinó por el llamado PSOE-Histórico, cuyo líder era Rodolfo Llopis, el mismo que lo había boicoteado en 1949. Avelino formó parte de su Comisión Ejecutiva y lo representó como delegado en varios foros, pero cuando en octubre 1974 el Congreso de Suresnes supuso el triunfo de los jóvenes del interior, retornó al PSOE oficial.
Junto a su actividad política, nunca dejó de escribir en distintas publicaciones, tanto cenetistas como socialistas: "Antena", "España Libre", "Exilio", "El Socialista", "Le Socialiste2, y las históricas cabeceras "CNT" y "El Socialista", editadas en Toulouse y "Solidaridad Obrera", en París. Ya avanzada la democracia, en 1985 publicó una selección de estos artículos en el libro "Hombres y cosas. Entre sorbo y sorbo. Crónicas viajeras".
Avelino Fernández Roces falleció en Toulouse el 2 de enero de 1990 y actualmente su biblioteca y su archivo personal se guardan en la Fundación José Barreiro de Oviedo por deseo de su viuda.
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