Opinión | DE LO NUESTRO | Historias heterodoxas
Historia de una candidatura nacionalista: la CIMCA
Luces y sombras de un fugaz proyecto político con ADN asturianista nacido en el bar L’Abellugu hace cuarenta años
Tenía ganas de escribir esta página, a sabiendas de que algunos de sus párrafos pueden resultar polémicos, pero creo que merece la pena con tal de que nuestro pasado reciente no quede en el olvido. Además, la búsqueda de datos me ha hecho volver a encontrarme con un viejo amigo que fue uno de sus principales protagonistas. Si les digo que se trata de Jesús García Fernández no sabrán a quien me refiero; sin embargo, si lo llamo Chus Abellugu, ya es otra cosa.
Chus es un pionero del asturianismo, entendiendo que este concepto comprende tanto la defensa política de la identidad asturiana, como la recuperación de las tradiciones, la lengua, la historia, las costumbres y cualquier seña de nuestro pueblo. En 1976 fue uno de los tres fundadores del primer partido político que defendió esta idea, el Conceyu Nacionalista Astur, junto a Nel Ánxelu González y Dubardu Puente; y como en esos años él y yo peleábamos contra el mismo enemigo, participamos juntos en algunas acciones que nos hermanaron para siempre.
La otra tarde nos reunimos para hablar de la Candidatura Independiente Mieres Conceyu Abiertu (CIMCA), una agrupación nacionalista que fue la segunda en formar parte de un Ayuntamiento, después de la Candidatura Allerana Independiente, que mantuvo en ese concejo José Suárez Arias-Cachero Felechosa desde 1983 hasta 1995.
Chus también fue en aquellos años un adelantado al abrir un bar ambientado como un antiguo castro celta, en el que además de tomar buenas copas se hablaba, se debatía e incluso se conspiraba.
En las mesas de aquel Abellugu, que todavía existe adaptado a la corrección del siglo XXI, se gestaron entonces proyectos como el de poner en marcha una radio local que fuese crítica con las instituciones para difundir el sentimiento asturianista. Paco Faraldo la bautizó como Radio Parpayuela, pero este es un capítulo de nuestra historia que me comprometo a tratar algún día.
La idea de sentar un concejal en el consistorio también la plantearon en L’Abellugu un grupo de mierenses del primer Conceyu Bable y se fue matizando con las aportaciones y sugerencias de otros jóvenes como Gil Castañón Prieto y José Luis Argüelles, que no formaron parte de lo que vino después. Pronto se organizaron grupos de apoyo en diferentes puntos del concejo. Chus pide disculpas porque el tiempo transcurrido ya le ha borrado muchos nombres, pero recuerda a Olvido, en Rioturbio; Pope, en Ujo; Oski, en Figaredo; o Ana Fueyo, en Paxío.
El siguiente paso fue reunir y presentar ante notario las 1.500 firmas que exigía la Ley Electoral promulgada en 1985 para los núcleos de población que tuviesen entre 50.001 y 150.000 habitantes, como era en aquel momento el caso de Mieres.
Una vez cumplido este requisito, comenzaron las conversaciones con Izquierda Unida para conseguir un puesto en su lista con posibilidades de salida. La coalición estaba dispuesta a aceptar a la CIMCA, que entonces representaba a unas 80 personas, pero en medio de la negociación, un grupo mayoritario de asturianistas dejó la candidatura y solo una treintena mantuvo su empeño. En esta crisis, fue Berto Barreo quien salvó la situación con su talante conciliador y tras afirmar que "en tolos llaos hay traidores" pidió el compromiso de quienes seguían con el proyecto para ofrecerles el número seis de la candidatura.
La persona propuesta fue Adolfo Lorenzana y como parte del pacto con IU, él y Chus tuvieron que adelantar de su bolsillo 80.000 pesetas para ayudar a la financiación de la campaña electoral; finalmente, en aquellas elecciones de junio de 1987, aunque el PSOE volvió a ganar, con 10.922 votos y diez concejales; Izquierda Unida obtuvo siete y la CIMCA consiguió su concejal. Por detrás quedaron el Centro Democrático y Social y Alianza Popular, cada uno con otros cuatro.
Lorenzana asumió la Comisión de Obras, Hacienda y Cultura desarrollando una gran actividad desde el primer pleno municipal. Entre los proyectos que defendió la candidatura independiente estuvo el de un tren turístico que se pensó inicialmente para un trayecto entre La Pereda y La Foz; cuando fue rechazado, volvieron a intentarlo con una segunda ruta, esta vez desde el pozu Santiago hasta Sovilla para el que incluso se logró el compromiso de un aporte financiero de la Fundación Banesto.
Pero, una y otra vez, la mayoría municipal echó abajo esas propuestas. Tampoco se aprobó la posibilidad de abrir una exposición permanente del ferrocarril en la vieja estación de Ujo, aunque todo se presentaba con detalle y rigor, con la asesoría de la profesora María Jesús Moro y del mierense Javier Fernández. Para vergüenza de quien la pronunció, esta frase quedó para siempre en nuestra historia: "Para eso ya tenemos por San Juan el tren de la bruja". Como seguramente sabrán ustedes, Javier Fernández acabó dirigiendo en Gijón con los mismos planteamientos el Museo del Ferrocarril de Asturias, que ahora es uno de los más visitados de nuestra comunidad.
Personalmente, yo no puedo olvidar como el mismo alcalde (que actualmente da su nombre a una calle de esta villa) empleó en su despacho en 1992 otro argumento del mismo nivel para descalificar a los representantes de la plataforma ciudadana que nos oponíamos al derribo del cine Capitol. Pero esa también es otra historia.
La CIMCA escogió como distintivo el desaparecido ídolo antropomorfo de Grameo y tuvo entre sus prioridades la defensa del patrimonio arqueológico industrial e histórico y la ecología. Por ello se impulsó una plataforma contra las explotaciones a cielo abierto. Al mismo tiempo, propuso la creación de un teléfono verde para denuncias por atentados al medio ambiente y en colaboración con la asociación Amigos de la Naturaleza Asturiana (ANA) asumió la defensa de los vecinos del Altu de Santu Mianu, detenidos y multados por haber paralizado el 26 de marzo de 1987 la explotación a cielo abierto de La Matona.
Gracias a la labor del abogado Roberto Roces, las peticiones iniciales de multas e indemnización a la empresa fueron rebajadas considerablemente. En la misma línea, se dio apoyo a la Plataforma Antitérmica de La Pereda consiguiendo que se realizase un estudio de impacto medioambiental, aunque esta batalla se perdió y el proyecto fue aprobado en 1988 para comenzar tres años más tarde la construcción de unas instalaciones que hasta el día de hoy no han dejado de ser polémicas.
Otro frente fue la política cultural. Aquí sí se pudo negociar con el PSOE la creación de una Fundación Municipal y el diseño del organigrama de Casa de Cultura que quedó dividida en tres áreas: Cultura en general, Artes Plásticas, y por primera vez, Cultura Asturiana. En otra escala hubo críticas a la Sociedad Mierense de Festejos (Somife), encargada de organizar las fiestas de San Xuan, intentando que cambiase su programa por otro más popular con la inclusión de actividades tradicionales y autóctonas. También se cuestionó la edición municipal del libro "Noticias históricas sobre Mieres y su concejo", considerando que tanto los temas que se incluyeron como sus autores deberían haber sido elegidos por consenso.
La CIMCA editó una revista explicando a los ciudadanos sus actuaciones y en junio de 1988 costeó una campaña en defensa de la Academia de La Llingua ante el acoso que estaba sufriendo por parte de los partidos mayoritarios. Chus quiere recordar el buen papel mediador que jugó siempre Atanasio López cuando surgía alguna discrepancia entre la candidatura e Izquierda Unida.
El domingo 24 de septiembre de 1989 el diario "La Voz de Asturias" anunció que la CIMCA había decidido integrarse en la Unidad Nacionalista Asturiana (UNA) después de tres años de colaboración en el Ayuntamiento de Mieres. La portavoz del grupo, Ana Fueyo, confiaba en que la mayor parte de sus miembros, que ya casi llegaban al centenar, fuesen incorporándose poco a poco al nuevo partido, que entonces solo contaba con 20 militantes en esta villa, pero tenía un gran futuro político.
Por su parte, Lorenzana manifestó su intención de cumplir con los compromisos adquiridos con Izquierda Unida y el secretario local de la UNA, Juan Carlos Castañón, aseguró que con esta integración se estaba afianzando la implantación de los nacionalistas en el concejo.
Pero la CIMCA resultaba demasiado incómoda y hasta peligrosa para algunos sectores empresariales que en aquel momento tenían mucha fuerza en Mieres. Sus quejas llegaron a la entidad bancaria en la que trabajaba Adolfo Álvarez Lorenzana y esta le presionó con la amenaza de un traslado forzoso lejos de Asturias, lo que hizo que el concejal abandonase la comisión de Hacienda.
Curiosamente, Lorenzana se desplazó después voluntariamente hasta las Islas Canarias donde su buena labor le abrió las puertas para desempeñar cargos de relevancia en países americanos, aunque nunca ha perdido su relación con esta tierra.
Por su parte, Chus Abellugu, sin dejar sus convicciones, se centró en la recuperación de las razas autóctonas como el asturcón, la oveya xalda, la pita pinta y el gochu astur celta y actualmente pelea contra otros lobos desde la polémica asociación Asturias Ganadera.
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