"Chochocharlas"

Las personas que empleen una parte de su tiempo en asomarse a las páginas de este diario, se darán cuenta de que el título de la presente columna se ha venido repitiendo en las noticias de estos días pasados. Eso sí, siempre en la misma dirección y con la misma e idéntica voluntad denigratoria.

Es innegable la importancia que tiene una adecuada puesta en escena. Lo mismo en el cine, en el teatro que en cualquier otra manifestación social. Su metodología consiste en lanzar mensajes contundentes, expresiones compulsivas a veces (da igual que tengan o no la mínima credibilidad), pues lo principal es que el protagonista de la acción luzca sus dotes ante el público, al modo en que un pavo real despliega sus alas y mira a su alrededor como diciéndonos a todos: "Miradme, soy el rey del corral".

En esta ocasión los amplificadores procedieron de una cadena que viaja a la velocidad de la luz, abriéndose paso como sea (da igual a empujones que a dentelladas de colmillo) y sin importarle para nada que las ondas expansivas procedan de un subconsciente anclado en los tiempos más oscuros de este país. De modo que, consecuente con su hábitat natural, un diputado de Vox, Javier Jové, se llevó por delante todos los canales principales que debieran estar presentes en cualquier intervención parlamentaria, entre ellos la educación como norma básica de conducta y el respeto a las opiniones contrarias como mástil democrático.

La puesta en escena trata, sobre todo, de dejar un impacto duradero en la memoria del público al que se dirige. Así, en la película "Invictus", Nelson Mandela domina el arte de la argumentación y la persuasión, sin necesidad de escupir piedras por la boca. Todo lo contrario de lo que hizo días pasados el diputado de Vox, que se mostró incansable en su papel de actor principal, repartiendo mandobles a diestro, siniestro y demás puntos cardinales. Su esgrima fue incansable, fijando el encuadre principal de su intervención en el Plan de Coeducación del Principado que, a su juicio, está dirigido a "lobotomizar al profesorado" para luego hacer lo mismo con los alumnos.

Internarse en las ramas del mismo es darse cuenta de que su contenido vértebra una columna vital para el desarrollo de cualquier sociedad: educar en igualdad; identificación de actitudes machistas y sexistas o evitar la transmisión de estereotipos. Aunque resulta lógica la negativa de quienes nunca estuvieron acostumbrados (más bien todo lo contrario) a pasear por el bosque de la democracia. Y tal como era de esperar, no tardó en atacar al feminismo, al que calificó como "doctrina tóxica, destructiva y supremacista", algo que su formación suele repetir con frecuencia.

Por fortuna, están ya lejanos los tiempos en los que la Sección Femenina de Falange, capitaneada por Pilar Primo de Rivera, relegaba a la mujer a un papel de sumisión, de servicio y de ofrenda, un estereotipo femenino que el estado franquista asumirá para así consolidar la base social de la dictadura.

Cuando estaba dando los últimos retoques al artículo, intenté acercar el timbre fonético a alguno de los términos que pudieran tener una cierta afinidad con "chochocharlas". Así, "chochochirridos"; "chochochatarra"… hasta que se me apareció una palabra que consideré adecuada: "Chochochulerías". Eso sí, jactancias envueltas en paisajes borrosos, propios de una época que algunos están empeñados en resucitar. Como sea. n

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