Opinión
Sama, la "festiva" conexión musical de Llangréu y USA en 1963
El día del hermanamiento entre la banda langreana y la orquesta de la Base Americana de Torrejón de Ardoz
En fecha recientes, el cantante y fundador de "Los Sirex", Antoni Miquel Cerveró "Leslie", recordaba en una entrevista que a principios de los años sesenta del pasado siglo la Barceloneta estaba "tomada por la Sexta Flota de los Estados Unidos", algunos de cuyos miembros actuaban, con uniforme militar incluido, en los chiringuitos de esta playa interpretando clásicos del rock´n´roll. En Llangréu, por aquellas fechas, que sepamos, no aconteció tal hecho, pero sí hubo música americana a cargo de una orquesta, la Banda de Música de la Base Americana de Torrejón de Ardoz.
Situémonos, julio de 1963, como aconteciera también el año anterior, y dentro de la política de hermanamiento, y promoción, del "amigo americano", cuyo oficial pistoletazo de salida había tenido lugar en 1953 con los denominados Pactos de Madrid del gobierno de Franco y el de Eisenhower, los festejos de Santiago Apóstol de Sama acogieron la visita de la citada formación musical. Como ya escribí en esta misma sección con motivo de su primera visita en 1962, su repertorio, una mezcla de ritmos populares "made in USA" –entiéndase jazz edulcorado–, piezas clásicas, folklore español en su versión cañí más estilísticamente carpetovetónico, junto a marchas militares e himnos oficiales u oficiosos varios, debió de ser el condimento sonoro de sus actuaciones.
El cometido de la orquesta "foriata" fue "amenizar" el pregón y realizar el primer día de las fiestas dos desfiles por las calles de Sama, uno por la mañana, y otro por la tarde/noche junto a la banda municipal. En pleno apogeo minero, y con la venda ilusoria de la perenne explotación del carbón como meta del presente, y futuro, desarrollo económico y social, los festejos de Santiago constituían una excelsa, y esperada, celebración, con la música, junto a otras atracciones, como esencial ingrediente. Fueron tiempos gloriosos para sus organizadores. Sólo con echar un vistazo a los anunciantes de los porfolios de esta década nos podemos hacer una idea de la boyante, es verdad que engañosa, estructura empresarial de una localidad erigida en la capital comercial del Valle del Nalón. "Días de vino y rosas" –y ello a pesar de la crisis de la siderurgia en la comarca– donde la burguesía y la jerarquía franquista del concejo, junto a una voluntariosa ciudadanía, aunaban esfuerzos en pos de la consecución de unas exitosas efemérides patronales.
Precisamente fue en el porfolio de 1964 donde aparece una impagable fotografía del "hermanamiento musical" de Llangréu y Norteamérica, en la que podemos ver al director de la Banda de Langreo y del Coro Santiaguín, un sonriente Ángel Curto Barrón, batuta en mano, "recibir los honores" del director de la orquesta americana. La foto no sabemos si fue tomada antes o después, parece que con notable reconocimiento por parte de sus integrantes, de haberla dirigido. Lo que no cabe duda es que ambos "bandos", director y músicos, contaban con una solvencia técnica incuestionable. No en vano, y en el caso de la representación local, tanto la Banda de Langreo, como el Coro Santiaguín, bajo la dirección de Curto Barrón, vivieron algunos de sus episodios artísticos más relevantes. Por lo que se refiere a la extranjera, está suficientemente documentado que sus integrantes eran curtidos músicos que incluso en este período frecuentaron los clubs de jazz de las principales ciudades españolas.
Lejos de tratarse de una simple anécdota, esta confraternización sónica Llangreu-USA, es un fehaciente reflejo del convulso ciclo político y social que estaba viviendo el país en general y Asturies en particular, siempre con los ritmos populares como telón de fondo. Por un lado, el régimen franquista buscaba afianzar sus lazos de cooperación con las potencias occidentales –ejemplificada aquí por la toda poderosa USA–, mostrándose como un fiel aliado frente al comunismo, y por supuesto, la "banda sonora" de la base americana de Torrejón de Ardoz podía ser un buen "aperitivo"; por otro lado, había que articular válvulas de escape, por momentos inmorales cortinas de humo festivas, que "tapasen" el malestar de la clase trabajadora, y en definitiva todo el ambiente represivo político y social al que, selectivas acciones aperturistas de por medio, aun le quedaba una considerable vigencia temporal. Además, el "amigo americano" no estaba solo. Las orquestas "Negresco", "Pocovi y sus Norteños", "Langreana", "Jazz Alonso", "Los Ribanavia", "Gran Palace" y "Marimbas Punto Azul", también pusieron su profusa, moderna, y amplia cuota rítmica y melódica a unos maratonianos festejos de seis días de duración. Ya saben, antes, y ahora, "el sistema" siempre nos sabe inocular efectivos, y balsámicos, antídotos contra la cruda realidad.
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