Opinión

josé luis campal

Falo Faes, poeta atemperado

Un hallazgo fruto del rastreo de los álbumes festivos que tanto proliferaron el pasado siglo

La ardua labor de confeccionar el mapa poético de los pueblos, a fin de que, en la medida de lo posible, ningún cultivador de la corte de Erató se quede descolgado o en paradero desconocido, precisa del cuidadoso rastreo de los álbumes festivos que durante el siglo pasado tanto proliferaron y tanta atención concedieron a las facetas literarias de aquellos de sus convecinos con incipientes o cristalizadas inquietudes creadoras. Aplicándonos a una consulta minuciosa aflorarán, más pronto que tarde, nombres y frutos que serán de inestimable ayuda para ir completando la nómina de autores de mayor o menos enjundia que, con mejor o peor suerte, han bajado a la arena pública a presentar amistosa batalla lírica.

A pesar de que en Laviana podamos considerarnos afortunados, pues no faltan esforzados compiladores siempre ojo avizor a cazar al vuelo las huellas impresas de nuestro territorio, como es el caso del poeta y cronista nonagenario Albino Suárez, de vez en cuando salta la liebre hojeando viejos ejemplares de porfolios locales. Eso me sucedió hace tiempo con el nombre de Falo Faes y unos textos suyos publicados hace 74 años, a quien en un primer momento emparejé cándida e incautamente con el procurador de tribunales Rafael Alberto Díaz-Faes Alonso, animoso colaborador en prosa que formó parte del equipo de redactores en la efímera resurrección del periódico "La Voz de Laviana", que duró 4 números y circuló entre los meses de diciembre de 1979 a 1980 bajo la batuta de Carlos Cuesta; sin embargo, echando cuentas resultaba de todo punto imposible la atribución porque Díaz-Faes seguramente ni había nacido en la fecha de aparición de las piezas poéticas que habían retenido mi intención. Unas ligeras pesquisas orales me encaminaron en la dirección correcta: Falo Faes fue el padre del antedicho Díaz-Faes. Todo quedaba en casa.

La firma de Falo Faes me afloró examinando el álbum "Laviana en fiestas 1951", pero ni rastro de la misma al revisar otras revistas de fiestas del concejo lavianés que mi padre había conservado. En la de 1951, Faes ofrece, dominadas por un tono atemperado y rememorativo, un par de equilibradas composiciones poéticas en las que se trasluce una formación lectora bien rentabilizada; las piezas van acompañadas de dos delicadas ilustraciones a plumilla del pintor de El Condao Luis Antonio García Alonso, "Laga", responsable igualmente de la cubierta del porfolio.

El primero de los poemas rimados de Faes, inserto en la página 24, es una estrofa de arte mayor de 9 versos titulada "Atardecer" que dice así: "Al borde de un inmenso mar azulado / me encuentro ensimismado y abatido, / solo estoy; nadie, nadie está a mi lado, / unas rocas tan solo préstanme abrigo. / Cansado el cuerpo, enferma el alma, / al pie de este hermoso acantilado / busco el refugio del cuerpo / y del corazón la calma, / que no pude hallar en ningún otro lado." Cuatro páginas más adelante, Faes ensayará, con gusto y ánimo alicaído, en "Nostalgia" el molde del soneto: "No en balde mis años han pasado / entre crestas abruptas y verdosas, / aspirando el perfume de las rosas / en un lento andar acompasado. // ¿Cómo olvidar las tierras que he pisado / entre arrullos de voces primorosas, / sin sentir en mi pecho luminosas / nostalgias de un amor acrisolado? // Ruda y dura lección nos da la vida / que no deja volar las ilusiones / ni añorar la ninfa fementida. // Sin pensar en las voces misteriosas / los años acumulan sus pasiones / dejando mil estelas caprichosas".

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