Opinión

Cabreados

"Cuando la política ‘normal’ despega los pies del suelo y se olvida de los problemas de la mayoría de la gente, terreno abonado para los extremismos", me dijo. Podemos fue la consecuencia de un tiempo de capitalismo desbocado; el éxito de Trump y sus variantes americanas y europeas son el reflejo del enfado de unas sociedades que se consideran ignoradas por unos gobernantes más ocupados en generar nuevos problemas que en afrontar los que llevan años fastidiando a la población. El agricultor sólo aspira a vivir dignamente de su trabajo, muchos mayores se sienten desprotegidos en un mundo desquiciado, parte de la juventud considera que le están robando el futuro y son multitud los convencidos de que las democracias actuales sirven principalmente para que mangantes e insensatos tomen las decisiones y controlen el sistema.

"Recuerda que, sin ir más allá, los asturianos votamos a Paco Cascos, un populista de manual", añadió. Los partidos clásicos degeneraron de tal manera que el electorado se volvió hacia la contundencia y el mensaje directo y cercano, aunque fuera falso. Los marbellíes querían poder pasear sin miedo a los atracos, reclamación desatendida hasta que Jesús Gil vio la oportunidad. Y después vino todo lo demás. Ruiz-Mateos tomó la bandera de la lucha contra la corrupción política y llegó al Parlamento Europeo. Y luego pasó lo que pasó.

Hoy, si alguien conecta el megáfono y promete expulsar a los okupas, hundir las narcolanchas, poner a dieta a la obesa Administración, fortificar las fronteras y devolver a los compatriotas a la grada de preferencia, a poco que sea "echao p’alante" y resultón, triunfa.

Porque los cabreados son muchos, cansados de ninguneos, cargados de obligaciones a cambio de unos derechos menguantes, hasta las narices de tanta ideología, que únicamente piden vivir en paz y sin miedo, trabajar en condiciones justas, que los representantes se ocupen de los problemas reales de la calle y que dejen de darle lecciones sobre qué y cómo pensar.

"Si enfadas al votante tomará decisiones radicales, de las que nos arrepentiremos todos", concluyó mi interlocutor.

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