Opinión | A contracorriente
¿Territorios resignados?
Las Cuencas no tienen que hundirse en un pesimismo recalcitrante
Los entornos del Nalón y del Caudal parecen, a simple vista y observación crítica, lugares un tanto resignados a su incierto futuro tras el término del monocultivo carbonero. Yo digo que eso nunca. Estos territorios antaño envueltos en minas y pozos con miles de trabajadores y una solidaridad imposible en convivencia y acción no pueden rendirse a ser convidados de piedra y tirar de las prejubilaciones y pensiones de la empresa pública Hunosa para mantener una situación económica más o menos estable.
Es momento de cambiar de mentalidad y saber que Hunosa es sin duda el efecto tractor de una nueva reconversión económica para las Cuencas. Diversificar objetivos y apostar por la tecnología y la energía verde para vislumbrar un futuro mejor y más conformado para las nuevas generaciones, que por ahora sólo ven como única salida la escapada a otras comunidades o al extranjero. Hay que evitarlo a toda costa y aprovechar la fuerza intelectual y real de tantos jóvenes preparados que buscan un hueco laboral en su terruño. Los dirigentes de Hunosa lo saben y tienen la obligación de convertir a esa Hullera pública en un "nicho" de posibilidades punteras para salir del marasmo económico actual. Aquí en estos enclaves hay materia gris suficiente y notable capital humano y técnico para alcanzar realidades tangibles que conviertan a estos espacios en sitios de vida y obra. Con Hunosa por un lado y el turismo de experiencias, de la mano del Principado, por otro, se pueden lograr cotas de indudable valor socioeconómico. Tecnología y sector de los servicios unidos en un motor imparable que lleve a estos valles a ser un ejemplo de empleo y progreso. Claro está que hace falta mucha voluntad política y actuar con entusiasmo y sensatez aprovechando los fondos europeos y creer en el convencimiento de que estos rodales tienen futuro. Con esta reflexión intento decir que tanto la Cuenca A como la Cuenca B y viceversa no tienen que hundirse en un pesimismo recalcitrante. No hay que perder más tiempo y pensar que la renovación en estos contornos debe llegar cuanto antes con políticos más comprometidos, mejores infraestructuras de todo tipo, aprovechando los recursos endógenos existentes, recuperando los trenes de la antigua Feve como un metro urbano y ser conscientes de lo que tenemos. Dos hospitales de nombradía, dos parques naturales, dos estaciones de esquí, industria agroalimentaria, pymes importantes, empresarios tímidos que hacen lo que pueden, buena gente, mucho arte, notable arquitectura popular, un paisaje envidiable, buena culinaria y multitud de senderos montañosos para perderse en la soledad de un día cualquiera. Un abanico cuasi interminable que nos dice que resignación NUNCA.
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