Opinión

Adiós muchachos

Recuerdos de una larga vida laboral

Sentarse hoy para recordar viejos tiempos, dar marcha atrás a nuestros recuerdos, no solo emociona porque es volver a reencontrarse con aquello que fue bueno, malo y hasta medio pensionista. El haber trabajado en varios sitios, diferentes empresas y dedicación, con multitud de compañeros y diversos jefes, por desgracia algunos de ellos ya fallecidos, es ponerme en una situación un tanto triste. Entro en materia.

Nunca he sido un estudiante destacado. Conservo unas papeletas con alguna de esas notas relevantes. Por ejemplo un sobresaliente en Dibujo Lineal, notable en Religión Católica y algunos aprobados en otras materias en segunda convocatoria, es decir en septiembre. Y pare usted de contar. La verdad, yo tenía más ganas de trabajar que de estudiar.

Tenía un compañero que había logrado un trabajo en una agencia de viajes y le tocaba ir a la mili, con lo cual se ofreció a presentarme a su jefe. Lo hizo y así empecé a trabajar solo por las mañanas,y, típico en aquella época, sin dar de alta en la Seguridad Social. Allí empecé a ganar mi primer salario. Al cabo de unos meses, un amigo de mi hermano me dio la oportunidad de tener un trabajo nuevo y estable, ya acogido a referida Seguridad Social y pertenecer al Sindicato del Metal: era una empresa vinculada a Barreiros Diésel, con el nombre de Autisa. Allí empecé a conocer un gran número de trabajadores y, por tanto, compañeros. Pero yo aspiraba a algo más y Barreiros empezaba a tener dificultades.

Así, a principios del año 1966, se iba a abrir un nuevo banco y me presenté a unas oposiciones: era el Banco de Langreo. A finales de marzo me llamaron por si me interesaba trabajar allí. Tenía que desplazarme y residir allí permanentemente. Había que pensarlo, pero a su vez era tentador. Mi madre me decía: piensa que entrar en un banco es para toda la vida, hasta que te jubiles. Y para allá me desplace.

Estuve de pensión en "las Traviesas" cuatro años y medio. En Sama de Langreo me casé y allí comenzó una nueva vida y nuevos compañeros y amigos de trabajo y, cómo no, nueva y excelente familia política.

Aquel banco cambió de nombre y pasó a llamarse "de Asturias". Luego entraron nuevos propietarios, nuevos presidentes, antiguos compañeros de Langreo ascendieron de categoría, y durante un tiempo nos seguíamos viendo. El banco se trasladó a Oviedo, adquiriendo los conocidos Almacenes La Panoya: nuevos compañeros y nuevos jefes. Atrás empecé a dejar a los originales compañeros y, diantres, ya ibámos mal: comenzaron los fallecimientos.

Con el notable ascenso de un original compañero, me trajo para Madrid. Y aquí estoy, ya jubilado y cargado con un montón de años encima. Hoy recordando "coses vieyes", al ver una fotografía en LNE de la celebración de Jubanastur, en un lagar de Tiñana. Y por más que amplío la imagen, ya no reconozco a alguno de los que fueron mis compañeros.

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