Opinión

Murias

Qué pena no haber sido capaces de dar utilidad al viejo hospital, el de Murias, abandonado para que el tiempo y los vándalos acaben con él.

Ahí está, moribundo, un capítulo fundamental de la historia mierense, uno de los pocos hospitales levantados fuera de las capitales de provincia, una excepción en los tiempos del centralismo, símbolo de actividad industrial, población y natalidad, recuerdo de enfermedades y accidentes profesionales.

Me sigue sorprendiendo la determinación con la que borramos todo rastro histórico. Sólo resiste, con dificultades, lo que contenga carga ideológica, pero, por ejemplo, el pasado sanitario ha sido ignorado. Desapareció el hospitalillo de Hunosa, el sanatorio de Bustiello se arregló para luego dejarlo a disposición de los saqueadores, el ambulatorio Norte sigue en activo pero en un plano secundario, y lo dicho, el hospital de Murias es un cadáver en descomposición sobre un terreno emblemático, el lugar en el que vinimos al mundo miles de mierenses. Qué desidia y qué falta de respeto de los poderes públicos, que se llenan la boca de palabrería sobre memoria, patrimonio e identidad mientras consienten la desaparición de nuestro mejor pasado.

Que en los años 50 se inaugurase un hospital en un pueblo constituía una singularidad y un hecho diferencial. La primera residencia de la Seguridad Social, una escuela de enfermería que se convirtió en un fenómeno social, salida laboral para mujeres en aquellos tiempos de "sus labores". En cuántas familias mierenses se repite el mismo patrón: el paisano, facultativo de la Escuela de Capataces y la muyer, enfermera formada en Murias.

Dejamos morir ese trozo de nuestra historia, incapaces de dar nuevo sentido al edificio, de recuperar su primitiva y noble construcción. Somos un pueblo dado a la piqueta, a despreciar "lo viejo" pero anclado psicológicamente al pasado.

No puedo olvidar que mi padre, ya afectado por el Alzheimer, se asomaba al balcón y señalaba con el brazo. "Por ahí; por ahí se va a Murias" – decía. Su primer trabajo, el lugar en el que fue feliz. Inolvidable. Donde todo comenzó para mí.

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