Opinión

Réquiem por el refugio de Brañagallones

Llamada de atención para que empiecen las obras adjudicadas en noviembre

Hace poco más de un año que, desde estas mismas páginas, alzaba su autorizada voz don Juan Rionda en defensa de nuestro emblema turístico ("El refugio de Brañagallones se muere" LNE 03.03.2024). Va pasando el tiempo y uno no sabe si ya estaremos certificando su defunción definitiva, de ahí nuestro título, son demasiados años esperando. Parece como si todo lo referente a esta sufrida tierra evolucionase a pasos de caracol.

En noviembre pasado se adjudicaron las obras de impermeabilización, suministro eléctrico, aislamiento térmico, calefacción central y enlucido del edificio, con un importante presupuesto y un plazo de ejecución de ocho meses. Pero la primavera avanza y el refugio se deteriora a pasos agigantados sin que las obras den comienzo. Reconozco que el medio natural no es el más bonancible para la realización de los trabajos, por las nevadas y temporales de aquellas alturas, aunque la suave climatología de este pasado invierno sin duda hubiera facilitado las tareas y la obra podría estar en este momento avanzando. Desconozco cómo se harán este tipo de actuaciones en el Nepal, o en el Pirineo catalán, que está más cerca, seguramente a los de allí no les torean como a nosotros.

El tiempo apremia y los casinos nos impacientamos viendo cómo una y otra vez volvemos al punto de partida en un bucle sin fin, promesas que quedan en los papeles para sonrojo de quienes debieran llevarlas a cabo e irritación de los contribuyentes (o votantes, aunque aquí seamos tan pocos que no pintamos nada). Por lo pronto, la temporada 2025 podemos darla por finiquitada y con ello, las ganas de seguir adelante por parte de los guardianes de este paraíso casín a quienes se les acabará terminando la paciencia. Ojalá los adormecidos engranajes de la Administración se desperecen, se eliminen las trabas si es que existe alguna –nada sabemos– y los obreros se pongan al tajo, no vaya a ser que se esfumen también los fondos asignados. Tal parece como si hubiese una "mano negra" que labora en contra de nuestros intereses, léase Arniciu y léase etcétera, etcétera.

El refugio de Brañagallones se construyó a finales de los cincuenta desde la épica, desde el tesón de algunos y las manos laboriosas de muchos casinos que dejaron allí demasiados esfuerzos y sudores. Vivió tiempos prósperos, un tanto elitistas, orientados al mundo cinegético; se amplió, se reformó y tras sucesivas experiencias fallidas, en buena parte por la pertinaz desidia de los sucesivos gobiernos regionales, acabó sus días en el mayor de los oprobios. Hasta que de la mano de la Fempa se encontró una nueva oportunidad y volvió a resurgir como refugio montañero, convirtiéndose en mascarón de proa del Parque Natural de Redes. Los desvelos de entusiastas como Rionda, Alba o nuestro mismo alcalde Miguel y el buen hacer de Prado y su equipo al frente, estaban dando sus frutos, se estaba formando un incipiente entramado económico en torno al refugio: puestos de trabajo, nuevos negocios hosteleros, el irrepetible "Taxi al Paraíso" de Rafael Fernández, guías de montaña..., actividades que no solventarán el declive demográfico de Casu pero que, indudablemente, lo aminoran e impulsan su revitalización.

Nuestro Parque Natural es uno de los espacios naturales más fascinantes de Asturias y, me atrevería a afirmar, de España. Pero Redes no es únicamente la ruta del Alba, la parte alta del Parque concentra la mayor riqueza paisajística en sus innumerables majadas y montañas, en la idiosincrasia de sus aldeas, en sus ríos y monumentos naturales. La Administración, tan protectora que hasta protege al lobo y al matorral frente al campesino, debería tomar en cuenta las necesidades de los vecinos que –diría– de manera heroica desarrollan sus vidas en este escenario de prodigiosa belleza, y entre esas necesidades está la de tener medios de vida que asienten población, y una de ellas es el turismo, entendido como un turismo respetuoso con el medio ambiente que –en palabras de la propia Administración– haga de Brañagallones ese "emblema turístico que ha de fortalecer el tejido empresarial de la comarca" .

Mi reflexión no tiene la fuerza de las palabras expresadas por Rionda desde su profundo conocimiento y experiencia, pero me atrevería a afirmar que recogen el sentir general de los vecinos, de los montañeros y de los sanos amantes de la naturaleza, no se puede seguir mareando la perdiz. Y sería bueno que la propia Consejería de Cultura, Política Llingüística y Deportes, a quien compete la gestión de los equipamientos de titularidad del Principado, e incluso la actual presidenta de la Fempa, aunque solo sea por las vinculaciones de proximidad con nuestro concejo, se manifiesten, expliquen a los ciudadanos el porqué de esta parálisis, tomen cartas en el asunto e impulsen una obra que nos acabará dejando otro año en la estacada. n

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