Opinión

Con las alcaldías hemos topado

Leyendo "El Quijote" siempre hemos tenido la oportunidad de ver fragmentos que nos ayudan a pensar en ese recorrido diario que, a veces, nos aturde y hasta, permítanme la expresión, nos encabrita, si nuestro esforzado trabajo se ve cerrado por alguien tan particular que considera improcedente esa tarea que desde hace años viene llevándose a cabo.

Así, hoy, Miguel de Cervantes Saavedra viene a echarme una mano, aunque yo precise modificarla, cambiando la palabra "iglesia" por la de "alcaldía". Aclarando el tema que hoy me ocupa, yo estoy soñando que me veo en El Carbayu, donde una Santina vela por el Valle de Langreo y allá arriba unos, no muchos, habitantes y algunos visitantes todos ellos cargados de fe, también quieren pasar un buen rato agradable y fiestero alrededor de un plato,caliente o frío, y brindar por la celebración de otro pequeño festín al siguiente año.

Hace muchos años conocí a Roberto, entonces cura-párroco de Ciaño, hoy alcalde de todos los distritos langreanos. Ya entonces, con su original forma de ser, aglutinó a todos los parroquianos y yo, que era ave de paso, también me asombró. No es que haya un porqué, pero desde, como antes dije, allá arriba una pujante asociación pide una pequeña ayuda económica a su alcalde, que estoy seguro que no es que se la niegue, sino que las arcas municipales pueden estar, ¡qué se yo!, quizá menguadas y el repartir para muchos jolgorios y fiestas resulta muy complejo tanto para un alcalde como para el edil de hacienda.

Sabes, Roberto, y perdona que te tutee, como cuando fuiste cura, ye que esa Virgen de El Carbayu, aunque soy de Oviedo y vivo en la meseta madrileña, pesa mucho en mi interior, por los años que en su Valle trabaje, cortejé, me casé y, pa que lo sepas, presumo de seguir siendo socio de El Carbayu: échales una mano. Eso sí, discretamente.

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