Opinión

Muestrario de difuntos

El lustrado de "cadáveres exquisitos", como el del Papa

Rozando el vuelo verbal de los surrealistas, para Paul Éluard, André Bretón y otros del grupo la figura del "cadavre exquis" o "cadáver exquisito" trataba de un juego de mesa formado por personas que se turnaban para ir formando cadenas de historias (teatrales, poéticas…) En la actualidad, no estamos muy alejados de esa narrativa, pues quienes se van incorporando al último juego de la existencia pasan, una vez finalizado el mismo, a formar parte de un muestrario de difuntos convertidos en cadáveres exquisitos o su contrario dependiendo del pulso de los jugadores (más en concreto de los intereses que les animen durante la partida).

Ejemplos hay en abundancia, el último de ellos la muerte del Papa Francisco. No hace falta abrir mucho los ojos para convenir que si bien en todos nosotros existe un espejo de luces y de sombras, su reflejo es bien distinto dependiendo de la posición que ocupe cada cual. En este caso, al lado de tibias reformas, el lado oscuro del Papa tiene una sombra muy alargada, repleta de líneas de fuga abundantes. Una mezcla de conservadurismo católico y un colaboracionismo con la sangrienta dictadura de Videla (son muchas las acusaciones que pesan sobre él en ese período) en el que la Iglesia, al igual que lo sucedido en nuestro país durante la época franquista, prestó su colaboración (entre otros silencios, nunca protestó por las decenas de clérigos y de monjas que fueron desaparecidos). Posteriormente, una vez elegido Papa de Roma, se puso en marcha, como ha ocurrido en otras ocasiones similares, una "operación blanqueo" que ha costado millones de dólares: películas, documentales, libros… cuyo único objetivo fue borrar en todo lo posible el pasado oscuro del Papa hasta acabar concediéndole todos los honores posteriores.

Almohadas incómodas y noches muy largas de un tiempo anterior que acabó desapareciendo, y no precisamente por arte de magia. Al respecto, recuerdo una cita de Sócrates donde se pregunta "si lo pío es querido por los dioses porque es pío, o es pío porque es querido por los dioses". No parece extraño convenir que, visto los dioses que gobiernan este sistema, a ellos corresponde el poder de dar lustre o no al armario de los difuntos.

Mientras escribo estas líneas me viene al recuerdo otro "cadáver exquisito", en concreto el de Manuel Fraga Iribarne, cuya figura está también orlada de ribetes borrosos o lóbregos según los casos, y que van desde su probado acento inquisitorial en cuanto al torno de la censura, hasta su época de ministro de Gobernación y Vicepresidente segundo del Gobierno de España (1975-1976) bajo la presidencia de Carlos Arias Navarro. Este período estuvo marcado por un aumento de la represión (de ahí la frase que se le atribuye: "La calle es mía"), de la que da buen ejemplo episodios destacados, entre otros los sucesos de Vitoria y de Montejurra", en los que, presuntamente, tuvo una responsabilidad importante.

Sin embargo, ello no fue obstáculo para que a su muerte se le considerara como un personaje destacado, según la mayoría de los partidos políticos (el PSOE expresó entonces su pesar y resaltó el papel de Fraga en la transición). Lo que, una vez más, nos demuestra que el surrealismo, como modo de funcionamiento real del pensamiento, forma parte de nuestro interior, a poco que se le alimente con píldoras interesadas.

Y dado que a las sombras nos estamos refiriendo, cabe recordar que nuestro Gobierno decretó tres días de luto oficial por la muerte del Papa Francisco, como también que las banderas ondeasen a media asta en los edificios oficiales. No resulta extraño el olvido de la Constitución de 1978, en vigor, que recuerda que somos un estado aconfesional, puesto que los discursos civiles quieren arroparse en una moral sacra para ganar legitimidad. Algo difícil de entender en los partidos políticos de izquierda, cuyas raíces históricas se hunden en el laicismo, el anticlericlarismo y en el republicanismo. "La mentira siempre es verdad", una frase que en principio puede parecer absurda por ilógica, pero que en el mundo al revés tiene mucho sentido.

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents