Un cónclave insólito

El cónclave para elegir al sucesor del papa Francisco comenzará en la capilla Sixtina este miércoles 7 de mayo. Se prevé que será un conclave algo más largo que los dos anteriores, que solo duraron dos días. Y sobre la duración del proceso, las normas establecidas por Pablo II y modificadas por Benedicto XVII tratan de evitar que la elección se alargue indefinidamente. Después de un determinado número de votaciones sin éxito, los cardenales pueden elegir Papa con mayoría simple.

Por otra parte, habría que remontarse a la Edad Media para encontrar el cónclave más largo de la historia y uno de los más accidentados de la Iglesia católica. Se celebró en la ciudad italiana de Viterbo y duró casi tres años: desde noviembre de 1268 hasta septiembre de 1271.

Los veinte cardenales del cónclave pertenecían a dos facciones enfrentadas que se vetaban mutuamente. Una de las facciones, liderada por el rey de Sicilia, Carlos de Anjou, apoyaba la elección de un Papa francés. La otra facción representaba al Sacro Imperio Germánico y prefería un Papa alemán. Por tanto, ene transcurso del cónclave, cada grupo de cardenales intentaba por todos los medios ganarse los votos de su rival con promesas políticas, no con razones doctrinales.

Como la elección del nuevo pontífice se prolongaba demasiado, el pueblo y las autoridades de Viterbo intervinieron en el desarrollo del cónclave. Agitados por un cardenal franciscano llamado Buenaventura y un capitán, los vecinos impidieron varias veces que los cardenales reunidos salieran del palacio apostólico para atender sus intereses y administrar sus propiedades.

Existía una buena razón para que el cónclave concluyera: el alojamiento, la alimentación y otros gastos de los cardenales se costeaban con los impuestos de la ciudad, que ya había llegado al límite de sus recursos económicos.

El siguiente paso de los vecinos consistió en tapiar las puertas y las ventanas del palacio para evitar que los cardenales se escaparan y que se produjera de una vez «la ansiada elección papal». Sin embargo, el cónclave no avanzaba.

Los vecinos decidieron entonces levantar el techo del palacio, dejando los cardenales a la intemperie «para que Dios los iluminara en sus deliberaciones». Pero las lluvias y el frío del provocaron la muerte de dos cardenales por las precarias condiciones, el racionamiento de los alimentos y la vejez.

Al seguir sin vislumbrarse una solución a corto plazo, el citado cardenal Buenaventura propuso una votación de compromiso para superar tan largo y escandaloso conflicto religioso. Tras varias tensas reuniones, se acordó elegir a seis delegados entre las facciones rivales y que el resto de los cardenales se fuera de la ciudad para evitar represalias.

Por fin, fue elegido Papa el italiano Teobaldo Visconti, que fue coronado con el nombre de Gregorio X, con una condición también inédita: no era sacerdote ni tenía ordenación eclesiástica. Tampoco se le conocían preferencias políticas.

Gregorio X está considerado como un pontífice prudente y de gran altura de miras. Por ejemplo: impulsó nuevas medidas contra la usura. Intentó la unión con la separada Iglesia ortodoxa. Y sobre todo, estableció formalmente el sistema de cónclave en el que los cardenales serían encerrados con llave (origen de la palabra cónclave), manteniéndolos incomunicados con el mundo exterior hasta que hubiera nuevo Papa. Si la elección se demoraba más cinco días, la ración alimenticia de los cardenales se reducía drásticamente: pan, agua y vino. Es indudable que los dolorosos sucesos de Viterbo fueron determinantes en las decisiones de Gregorio X.

Pasados ocho siglos y medio, el cónclave forma parte del arraigado acervo institucional de la Iglesia católica. La diferencia es que las pugnas se resuelven ahora de forma más sofisticada. n

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