Opinión

Después de la torrija

Ha pasado la Semana Santa y todos hemos disfrutado unos cuantos días de ese dulce propio de tales fechas: la torrija. Pan que solía ser duro, empapado bien en leche o vino (a gusto del consumidor), rebozado de huevo, frito y empapado de azúcar. Piensen que de cocinero no tengo profesión alguna y que no arremetan sobre mí porque esa receta es sólo de oídas. Y después viene "el bollu", "la mona de Pascua", lo que suelen regalar los padrinos a sus ahijados. Aclaremos que la llamada "mona" es término que se usa en algunas comunidades, por ejemplo, catalanas.

Mas voy a entrar en materia teniendo en cuenta los párrafos anteriores. Afirmando que para mí no hay gran diferencia entre torrija y bollo. Aclarémoslo.

Si tropezamos con una persona ebria puede tener una torrija como un templo de grande. Si topamos con un borracho, que es lo mismo que lo anterior, podemos estar envueltos en un "bollu" de no te menees. Todo esto nos lo aclara la RAE, que para eso tiene unos académicos excelentes, y que son unos magníficos escuchas del lenguaje del pueblo llano, interpretan nuestro sentir poco a poco y día a día, y cada año editan nuevo diccionario. El saber no ocupa lugar.

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