Opinión
El Tuilla, fútbol con mucha dinamita
Fin de temporada en el campo del Candín

Dibujo dedicado al jugador Guti, del Tuilla. | J. L. IGLESIAS LUELMO
El Club Deportivo es un histórico equipo de fútbol del pueblo langreano de Tuilla. En tiempos de su fundación acompañaba al Racing de Sama y al Círculo Popular de La Felguera, equipos que se fusionaron para hacer nacer al Unión Popular de Langreo. Pero el Tuilla minero seguía su andadura deportiva, siempre desde su coqueto campo del Candín, nombre que adopta del histórico río que recorre este milenario pueblo minero. Río que recoge en su cauce los balones, como si fuera un extraordinario cancerbero. Dicen las malas lenguas que algún árbitro, por su mala actuación, llegó a bañarse en sus negras aguas, pero no me hagáis mucho caso, porque igual es debido a eso, a las malas lenguas.
Sobre su zamarra arlequinada en blanco y azul destaca el precioso escudo que representa su alma minera, guardando cómo un tesoro la fuerza de la dinamita. Este explosivo que horada las entrañas de la tierra en busca del oro negro del carbón. Oro negro que formó un pueblo de recios hombres y sacrificadas mujeres.
Los tiempos cambian, las minas cierran sus bocas pero el equipo, con su dinamita en el corazón, juega en su campo del Candín, de verde césped y agua cristalina de su río que sigue recogiendo los balones de cuero blanco.
El Tuilla es una familia, así decía su presidente en aquellas reuniones del parque de La Felguera con mi entrañable amigo Cholo Quidiello, al que desde aquí deseo se restablezca lo más pronto posible (¡un fuerte abrazo amigo Cholo!)
Pero volvemos al Candín, con esa afición de amigos, a la soleada tribuna, una vez pasado el portón, donde Manolín te coge la entrada y Baragaño te da la rifa. Había una canción de los años 60 que decía: "No sé por qué los domingos por el fútbol me abandonas y me dejas en casa sola". Esto no ocurre en el Candín: las parejas y los matrimonios van juntos a esa tribuna soleada, donde lo primero que se divisa es en el centro del campo a la gran fotógrafa Adoración Sánchez, equipada con sus modernas cámaras, realizando impresionantes reportajes, y a su lado su marido Alfredo, que se une con José Antuña para tomar nota de todas las jugadas.
Los aficionados comentan con gracia y salero todo lo que acontece en el campo y los saludos a Magadán, que recorre el campo con su bastón y siempre la sonrisa en los labios, predicen un interesante partido.
Ya se terminó la temporada en una muy honrosa posición. Se temió un poco al principio, pero con la llegada del entrenador Chiqui de Paz el equipo cambió dándole nuevas energías y la joven plantilla superó todos los obstáculos ofreciendo extraordinarias victorias.
Esperando otro año, cómo dice su himno: "En el Tuilla siempre reina la alegría, por eso les moziquines cuando se van acostar, ponen el himno del Tuilla para les penes olvidar".
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