Opinión

El insulto como nutriente político

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Se conoce con el nombre de ataque "a la persona" a la falacia lógica que se manifiesta atacando a la persona que opina argumentando sobre un tema, en lugar de atacar el argumento que se da. Es decir, se ataca a la persona que emitió el razonamiento, con el ánimo de desacreditarla e invalidarla. El ataque, siempre furibundo, se apoya en el insulto, la injuria y si es posible sobre la vida personal y familiar de quien se ataca.

Quienes utilizan el ataque personal, suelen ser individuos e individuas que definen su incompetencia intelectual de la manera más grosera, es decir, que para defender su oposición, embisten contra las personas adversarias obviando el debate, que convierten en basura y negritud ideológica.

Los insultos, las injurias y las mentiras son el nutriente para personas de determinados partidos políticos. Porque, hay que decirlo, no son todas las personas dedicadas a la política, quienes insultan, mienten o calumnian. Hay siglas concretas y nombres y apellidos, que hacen de la deshonestidad su medio de vida político. Estas siglas están, ahora, representadas por la derecha de la mano del PP, también de su tutora la extrema derecha.

No hay que ser de inteligencia superior para apreciar que la planificación, por parte de la derecha y su tutora, de los insultos que el sector "bárbaro" del Parlamento lanza y escupe están planificados y son tiros para dañar, a costa de lo que sea, no solo al gobierno, también a las personas y de paso desviar la mierda que los inunda a ellos y a ellas, rompiendo el código ético que debería ser protagonista en las relaciones parlamentarias. Y para más cinismo, se achaca al opositor insultado la falta de ética.

El PP y sus tutores de Vox no le hacen ascos al insulto y a la mentira. Se manejan bien en ese lodazal, que no es política. Pero que ambas formaciones quieren que sí sea, no dándose cuenta, ¿o sí?, que su propio escupitajo les caerá en la boca. Escupen sobre la democracia, sí, así es, para que solo ellos y a quienes representan sean los invitados a la mesa del poder y de los poderosos.

Tras el insulto indiscriminado que se está viviendo en el Parlamento español hay una violencia oculta por parte de las organizaciones nombradas y sus voceros. La ira, como emoción, en este caso inmoderada, al igual que todas las emociones, sirve para movilizar, pero no para razonar y argumentar intelectualmente. La ira no es democrática, porque solo entiende la política como la destrucción del rival.

Algunas perlas del Partido Popular. Insultos de Feijóo: déspota, felón, sectario, corrupto, inmoral… Continúa la inefable Isabel Díaz Ayuso con aquella frase, de inteligencia que la iguala al perro, que un día paseó: hijo de puta, que se tradujo por un "me gusta la fruta". Debería irse del país en un maletero del siempre insigne intelectual, Miguel Tellado.

Atrás quedan los insultos a José Luis Rodríguez Zapatero, que fueron muchos y graves. Qué decir de los insultos a Julio Anguita… ¿Y de las calumnias y mentiras sobre Podemos ? No hay tal violencia verbal, de ningún líder de la izquierda hacia la tribu de la derecha.

La apuesta por el insulto, además de éticamente reprobable, no tiene vuelta atrás. Niega al adversario político, despojándolo no solo de sus razones argumentativas, sino también de sus derechos. La ira, la mentira, el insulto son la antesala de la revancha. No la alternativa política, en el juego democrático.

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