Opinión

Mantener el muro de La Chalana no es un capricho

Otro camino es posible: el del sentido común

La decisión de conservar el muro de La Chalana es mucho más que una rectificación técnica. Es una victoria del sentido común frente al dogmatismo, y una demostración de que la ciudadanía, unida y movilizada, puede cambiar las cosas.

Laviana lleva años soñando con recuperar su histórica zona de baños en La Chalana, que fue durante décadas un atractivo turístico de primer orden. Aprovechando ese anhelo y aparentando sumarse al empeño de la asociación Uracan para llevarlo a cabo, la Confederación Hidrográfica del Cantábrico (CHC) intentó convertir Pola de Laviana en banco de pruebas de su nuevo modelo de intervención fluvial, impulsado más por criterios ideológicos que por realismo técnico.

El objetivo de CHC, con la excusa de la obtención de fondos europeos y aprovechando la pasividad cómplice del Ayuntamiento de Laviana y del Gobierno del Principado de Asturias, siempre fue permitir que el río Nalón discurra a su paso por Pola de Laviana sin intervención humana, aunque eso implicase ignorar totalmente los riesgos de inundación en una zona que siempre ha tenido ese riesgo, y retorcer los datos técnicos cuanto fuese necesario.

Durante meses, se construyó un relato en el que se presentaba el derribo del muro como inevitable para la recuperación de la zona de baños de La Chalana, a pesar de que en el proyecto firmado por CHC, por el Gobierno de Asturias y por el Ayuntamiento de Laviana, no aparece por ningún sitio ninguna playa fluvial. Quienes nos oponíamos a semejante despropósito éramos caricaturizados como irresponsables, populistas y bárbaros, como si defender la seguridad y exigir rigor técnico fuera un obstáculo para el progreso. Se intentó imponer un relato falso: que el muro que durante décadas protegió a los lavianeses no servía de nada, y por tanto debía desaparecer para dar paso a un río renaturalizado, sin importar lo que los vecinos pensaran o lo que los informes técnicos recomendasen.

Pero la realidad ha demostrado lo contrario. Con una modelización técnica adecuada, se ha verificado lo que muchos sosteníamos desde el primer día: que la conservación del muro es perfectamente compatible con la mejora ambiental del río. Y que era posible intervenir sin destruir y sin poner en riesgo la seguridad de los vecinos.

Este episodio deja varias lecciones. La primera, que en la Asturias real no caben más decisiones impuestas desde despachos de Oviedo, de Madrid o de Bruselas. El muro de La Chalana no es solo hormigón: durante más de siete décadas cumplió su función, evitando inundaciones y protegiendo las viviendas cercanas.

La segunda lección es que no hay nadie invencible, ni siquiera el PSOE con su aparato propagandístico ni la Confederación Hidrográfica del Cantábrico con su aparatosa burocracia. La victoria incontestable de los vecinos de Laviana contrasta con la estrepitosa derrota de aquellos que eligieron alinearse con quienes querían demoler el muro ignorando el riesgo.

Esta victoria es una enmienda a la totalidad a los políticos mediocres que usan la excusa de los técnicos cuando no tienen voluntad política para defender lo que es de sentido común. Tanto el alcalde de Laviana, Julio García; como el consejero de Movilidad, Medio Ambiente y Gestión de Emergencias, Alejandro Calvo; hicieron gala de una dejadez intolerable, optando por mirar hacia otro lado para evitar dar la batalla para garantizar la seguridad. Para el recuerdo de todos los lavianeses quedará la respuesta que Alejandro Calvo me dio en sede parlamentaria cuando le pregunté por el impacto de eliminar el muro, echando balones fuera y como si la cosa no fuese con él.

En Foro Asturias lo tuvimos claro desde el primer momento, y pese a las críticas recibidas no me arrepiento. Estuvimos donde había que estar: al lado de los vecinos, defendiendo la permanencia del muro, buscando soluciones y llevando el debate al Parlamento asturiano. Lo hicimos sin arrogancia, sin populismo, pero con firmeza. Y apenas un día después de anunciar en La Chalana nuestra iniciativa parlamentaria, CHC comunicó su decisión de conservar el muro. No se trata de apropiarnos de ningún mérito, pero tampoco de callar cuando las cosas se hacen bien.

Ahora queda lo más importante: que esta rectificación no sea solo un gesto, sino el inicio de un nuevo proyecto en La Chalana. Y estaremos vigilantes para que el nuevo proyecto, además de combinar la recuperación de la zona de baños con la protección y la seguridad, se construya con diálogo, participación y transparencia. Solo desde el respeto a las personas y al territorio se pueden tomar decisiones que perduren.

Asturias necesita más sentido común, más compromiso con lo cercano, y menos soberbia institucional. Lo ocurrido en La Chalana es la prueba de que otro camino es posible.

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