Opinión
El turonés que dirigía el Club de Energía de España
En memoria de Arcadio Gutiérrez, hombre de una brillante trayectoria profesional en el mundo de la ingeniería

Arcadio Gutiérrez. | M. V.
El domingo 8 de junio, muy de mañana, sonó el teléfono. Era Juan Luis Rodríguez el que me llamaba en una hora poco habitual. Este biólogo, licenciado por la Universidad de Oviedo y natural de Enverniego, profesor durante años en el Instituto de Enseñanza Secundaria de Moreda, fue quien me dio la inesperada noticia. Debido a mi ausencia de Turón a temporadas por imposiciones de la vida, solían informarme de todas las novedades que ocurrían en la "patria chica" mis amigos Genaro Quevedo (fundador del Coro Minero) y Germán Prieto (director que fue de dicha agrupación en los años ochenta). Pero, desgraciadamente, ambos ya han fallecido. "Lito, ¡ha muerto Cayo!". Esas fueron las palabras que oí de boca de mi primo situado al otro lado de la línea telefónica.
La noticia me dejó helado. Cayo, como era conocido familiarmente, fue vecino mío en el barrio turonés de La Felguera, donde su padre abrió un bar casi al tiempo en que el mío había inaugurado una sastrería. Arcadio Gutiérrez Zapico, hijo de Laudino y Maruja, había nacido en La Cabana el 26 de febrero de 1953 y una vez situado en La Felguera, con siete años pasó por la escuela nacional de Villapendi "donde recuerdo la leche en polvo que nos servían al recreo y un maestro, José Díaz, que un día le dijo a mis padres que tenía aptitudes para estudiar".
Entonces, con nueve años, comenzó a asistir a la Academia de D. Cesáreo, un licenciado en Ciencias Exactas natural de Soto del Barco que había abierto un centro docente de Enseñanza Media en La Veguina. El joven turonés pasaría, después, al Instituto "Bernaldo de Quirós" de la capital municipal, donde realizaría los dos cursos del Bachiller Superior y el Preuniversitario para, seguidamente, examinarse de las Pruebas de Madurez, más tarde conocidas como Pruebas de Acceso a la Universidad: "Bajábamos a Mieres diariamente en un autobús del Ayuntamiento. Comíamos en un bar cercano al Instituto y regresábamos a Turón por la tarde. Tengo un magnífico recuerdo de profesores como D. Antonio Blanco, catedrático de Física. Profesores serios, con grandes conocimientos, disciplinados y que exigían disciplina, que nos han preparado para la vida. Incluso con la Literatura Francesa que enseñaba la señorita Esmeralda o la Lógica Matemática del filósofo San Miguel".
Curiosamente, esta ruta que me facilitó Arcadio con los correspondientes centros de enseñanza es exactamente la misma que yo había seguido unos años antes. Superado el llamado Curso Selectivo de Técnicas en Oviedo, se matriculó en la Escuela de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de Madrid, obteniendo el correspondiente titulo en la especialidad de Hidráulica y Energía en 1976. En ese momento inició su vida profesional en Badajoz en una obra civil de carreteras; más tarde entraría en el sector de la energía, trabajando en centrales nucleares, viviendo primero cinco años en pueblos de Extremadura y, luego, otros tantos en Guadalajara, como ingeniero en la construcción en diferentes puestos de trabajo. Eran los años de la llamada Transición española y durante los veranos regresaba a la casa de sus padres.
Personalmente, siempre iba a saludarlo y en una esquina del bar de sus padres intercambiábamos opiniones sobre el amor a la tierra, a nuestras raíces, sentimiento que nos habían transmitido e infundido nuestros mayores. Pero también teníamos unos momentos para hablar de los estudios y de los profesores de la Facultad. En su caso, del catedrático de Dibujo Técnico y Representación de Sistemas, que era el "coco" de la carrera en Madrid; en el mío, siempre le recordaba a Carlos Conde, catedrático de Análisis Matemático y Estadística, que era el verdadero "hueso" en la Escuela de Minas de Oviedo, que me había hecho sudar la gota gorda para superar la asignatura. En ese tiempo, tenía en funcionamiento mi Academia de Matemáticas a la que asistió algún verano su hermano menor, Jorge. Como es natural, siempre se interesaba por su evolución que, precisamente, siempre era buena. Situado en Madrid de forma permanente y, finalizando 1987, superó con éxito las oposiciones al Cuerpo de Técnicos de la Administración Civil del Estado, cuya responsabilidad consistía en la gestión de asuntos en todos los ministerios.
No demasiado satisfecho con esta experiencia burocrática, pues le roía el gusanillo del mundo de la ingeniería, regresó al sector privado, encargándose de la Dirección General de Unión Fenosa Ingeniería, S. A. Durante los veinte años que permaneció allí, se encargó de desarrollar plantas de energía de todo tipo (hidroeléctricas, de gas natural, parques eólicos...) realizando proyectos en más de treinta países de América, de África, de Asia de Australia, de Europa y, por supuesto, de España.
Posteriormente, la empresa pasó a denominarse Socoin Ingeniería y Construcción Industrial S. L. en la que ostentará el cargo de presidente, desarrollando, como en la anterior, las competencias ejecutivas, incluyendo el área financiera. La llegada del siglo XXI, significa para Arcadio una etapa de prestigio con nuevas actuaciones que añadir a su brillante trayectoria profesional. Queremos decir con ello que, gracias a su capacidad, a su esfuerzo personal, a su tremendo deseo de superarse día a día, siguió incorporando páginas doradas a su excelente biografía.
Para el trienio 2000-2002 fue elegido presidente de la Asociación Española de Empresas de Ingeniería, Consultoría y Servicios Tecnológicos (Tecniberia), que actúa como la patronal nacional del sector de ingeniería. Arcadio Gutiérrez fue también consejero de Soluciona S.A., pero en el mes de diciembre de 2012 accedió a la Dirección General del Club Español de la Energía, cargo que seguía ostentando en la actualidad. En esta Asociación están integradas todas las compañías del mundo energético (carbón, renovables, nucleares, ingenierías y consultoras) y se dedica, esencialmente, a formación y think tank. Termino, diciendo que, desde la conclusión de la pandemia, vengo realizando a mi costa y riesgo, ante un grupo de familiares y amigos, unos encuentros gastro-culturales que pretender significar en cada ocasión, un modesto homenaje a un turonés/a que haya descollado en diversas facetas de la vida (ciencias, artes, deporte...).
Debido la actividad de Arcadio hasta estos últimos tiempos, resultaba difícil su desplazamiento a Asturias. Me lo había prometido para el próximo diciembre, que era cuando se reunía en Gijón con sus familiares en un piso heredado de sus padres. Ya no será posible y es una verdadera lástima. Pero, Arcadio, Cayo para nosotros, estará siempre ocupando un lugar destacado en el Olimpo turonés como una de las personas más relevantes que han brotado de nuestro valle. ¡Hasta siempre amigo! n
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