Opinión

Hubo una vez una Feria

Vicisitudes de un certamen vinculado a la industria que nació en 1981 en Mieres, creció y acabó languideciendo, hasta morir en 2012

El 25 de febrero de 1968 el único horno alto que quedaba en la antigua Fábrica de Mieres, ya reconvertido en una instalación de UNINSA, efectuó su última sangría. Trece años más tarde, en 1981, el INI y ENSIDESA decidieron poner el punto final a este importante capítulo de nuestra historia dejando solo en funcionamiento el taller de reparación de vagones de la filial METALSA, con unos setenta trabajadores y un pequeño taller de soldadura en La Pereda.

La consecuencia de este proceso de desmantelamiento fue que desde 1960 a 1970 Mieres perdió el 8,9% de su censo, esto es 6.319 habitantes; y desde entonces y hasta aquel 1981, otros 5.834, es decir el 9% de los que quedaban. De aquellos 58.718 mierenses, 9.500 pasaban de los 60 años y este concejo se sumía en la depresión económica y demográfica que se ha prolongado hasta nuestros días.

Para intentar revertir esta situación, la Comisión de Cultura del Ayuntamiento pensó en organizar un certamen que en principio se iba a llamar I Muestra Industrial y Artesanal de Mieres y se hizo coincidir con las fiestas de San Xuan. La idea fue bien acogida por la Unión de Comerciantes de la Comarca del Caudal y su directiva aceptó el papel de intermediar con los industriales de la villa. Gracias a su gestión, con prisas, pero con mucha ilusión, entre los días 17 y 27 de junio se presentó, ya con su nombre definitivo y más ambicioso, la I Feria Industrial de Mieres en el recinto de la Escuela de Facultativos de Minas.

En esta edición solo pudieron reunirse 14 expositores: HUNOSA, DOMI, Destilerías Bernaldo de Quirós, Industrias Cárnicas Los Mallos, Muebles Alonso y López, Cerrajería Revuelta, ALLASA, Talleres Allegue y Alonso, Muebles Florín, PERFRISA, Suministros Industriales Aguínaco, METALSA, PRISE y Química de Mieres.

Entonces, para que el evento no se quedase tan corto, se pidió la colaboración de los alumnos del Instituto de Formación Profesional que mostraron a un público interesado sus trabajos. Aquella primera exhibición se presentó con un carácter casi experimental, pero tuvo tan buena acogida que fue necesario buscar otro lugar más amplio para el siguiente certamen. De esta forma, la vinculación entre la industria local y los estudiantes se reforzó cuando aquel Instituto, que todavía se identificaba popularmente con la antigua Escuela de Maestría, ofreció sus instalaciones y terrenos para la II Feria.

En 1982 se dobló el número de expositores y unos 80.000 interesados se acercaron a los stands donde las ventas también fueron en aumento. Este crecimiento hizo necesario constituir una Comisión Gestora para poder asegurar la permanencia del evento. En ella estuvieron representados los industriales, las fuerzas políticas que componían el Consistorio y la dirección técnica del propio Instituto de Formación Profesional. Su primer presidente fue César Bernaldo de Quirós, quien ostentó este cargo hasta 1991 convirtiéndose en este tiempo el alma y el mayor impulsor de la Feria.

Aquel año, otra novedad fue que el Ayuntamiento de esta villa anunció públicamente su apoyo económico; aunque, según afirmó más tarde César, hasta 1984 no llegó ninguna subvención y en todo caso a partir de esta fecha fue la Consejería de Industria la que aportó una cantidad modesta, pero que vino muy bien, mientras las arcas municipales siguieron ignorando este evento.

La III Feria ya fue mucho más ambiciosa, acudieron 39 expositores y César Bernaldo de Quirós, siguiendo el modelo de la histórica Feria de Muestras de Gijón, decidió complementar las actividades de exhibición y venta de productos con otros actos paralelos de carácter cultural que se celebraban en el mismo recinto ferial con el objetivo de atraer a más visitantes. Así, hubo actuaciones musicales, actividades para los niños, conferencias y presentaciones de libros e incluso el plato fuerte de una exhibición de ajedrez del excampeón del mundo Boris Spassky, quien se enfrentó a los 25 mejores jugadores de Asturias en un encuentro que fue recogido por la prensa nacional.

Desde este año, la Feria Industrial de Mieres resultó un complemento indispensable y esperado dentro del calendario de acontecimientos locales que fue teniendo cada vez más relevancia. En 1991 su presupuesto llegó a los 22.000.000 de pesetas, con la única subvención de 4.000.000 aportados por la Consejería de Industria; mientras seguía sin recibirse nada del Ayuntamiento ni de otras instituciones, por lo que el certamen se autofinanciaba en más de un 80%.

Dos años más tarde, el Ayuntamiento asumió la dirección del evento y a medida que sus posibilidades iban siendo más ambiciosas se realizaron algunos cambios. El evento pasó al recinto de Santullano y amplió su campo pasando a denominarse Feria de la Industria y la Minería de Mieres (FIMI); sin embargo, por algún motivo, las autoridades nunca se atrevieron a dar el empujón definitivo a esta muestra que pudo haber atraído alguna inversión a nuestra villa.

César Bernaldo de Quirós explicó más tarde que en 1992 se constituyó un Consorcio integrado por la Consejería de Industria, la Caja de Ahorros, la Cámara de Comercio, la Cámara Minera y el Ayuntamiento de Mieres, como socio mayoritario, y que el alcalde Gustavo Losa había asumido la Presidencia con plenos poderes de decisión nombrando responsable al concejal de Industria Arsenio Suárez, mientras él pasaba a ser gerente.

A partir de 2002, la Feria inició una crisis que se acentuó en 2006 sin que se tomasen medidas porque "la lluvia de dinero público permitía su despilfarro sin asumir ninguna responsabilidad". En el año 2011 su presupuesto alcanzó los 235.000 euros. De ellos 163.500 fueron subvenciones de Cajastur, la Consejería de Industria y el Ayuntamiento, que destinó a esta actividad 76.500 euros. Después, el Consorcio dejó de ser operativo ya que Cajastur lo abandonó, la Cámara de Comercio no aportaba subvenciones y la Consejería las redujo, dejando al Ayuntamiento en una situación comprometida.

Su final tampoco fue dulce. En diciembre de 2010, César Bernaldo de Quirós presentó en el juzgado de instrucción una demanda contra el vicealcalde del concejo, Roberto Rodríguez, considerando que había dañado su honor al manifestar que en el momento en que la Feria pasó al control municipal arrastraba una importe deuda económica". Para César las afirmaciones del concejal del PSOE eran una falsedad y aquellas cuentas se habían presentado "sin ningún tipo de desfase".

La Feria de la Industria y la Minería de Mieres celebró su última edición en junio de 2012. En aquel momento contaba con 150 stands y nueve días de actividades, pero su presupuesto de 230.000 euros había disminuido con respecto al del año anterior.

Gabriel Hernando, Pope, quien era en aquel momento el concejal responsable de certamen, anunció que se habían registrado menos visitas y menos ventas que en las ediciones anteriores. Según su análisis, esto se debía en primer lugar a la ausencia de HUNOSA, que siempre había sido uno de los expositores con más éxito, a pesar de que en los últimos años su stand se había vaciado de contenido y también a una coyuntural huelga del transporte que desanimó a los posibles visitantes de otros concejos.

Para Pope, el futuro de la Feria pasaba "por reinventarla" y abrirla hacia otras actividades. Sin embargo, esto ni siquiera se intentó y Mieres recibió otro golpe más agravar aún más su crisis.

Ya con la Feria clausurada, en mayo de 2013, César volvió a la carga publicando en la prensa regional un detallado informe donde culpaba a los dirigentes socialistas regionales y locales de su desaparición. Para fundamentar esta acusación preguntaba dónde habían ido a parar los aproximadamente 15.000.000 de pesetas aprobados como subvención desde 1983 a 1993 en los presupuestos generales del Ayuntamiento que nunca llegaron a su destino.

Según su testimonio, desde 1993 el Consorcio se había encargado de la organización a través de empresas privadas y en el año 2000 montó un "chiringuito, con un coordinador, un asesor, un gerente, dos secretarias, un jefe de logística y la Biblia en verso". El coste de estos salarios añadido a las contrataciones a dedo de las infraestructuras y las actuaciones lúdicas, hicieron que los costes de organización alcanzasen cifras escandalosas justificando de esta manera la desaparición de la muestra.

Ahora parece que estamos saliendo del pozo y no estaría mal ir pensando en resucitar nuestra Feria, pero siempre teniendo en cuenta su historia para no repetir los mismos errores.

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