Opinión

"Stolpersteine" para mantener la memoria

Homenaje a tres víctimas asturianas de la barbarie de los campos nazis

Este viernes 27 de junio se rinde homenaje con la colocación en tres localidades de Llanes de otros tantos "stolpersteine" a tres llaniscos que sufrieron la barbarie de los campos nazis: José Ramón Llera Suero, Antonio E. Sordo Ardines y Luis Félix Ardines Avín, hermano de Carmen, Juan y de mi abuelo José Ramón.

Será un acto de recuerdo y reparación, no solo hacia las tres víctimas, sino también hacia sus familias. A quienes sufrieron por el simple hecho de tener un vínculo de parentesco y, en el caso de Luis, por compartir su militancia en el PSOE y la UGT. Mi abuelo José Ramón apenas estuvo preso unos días en el actual Parador de San Marcos en León y en La Vidriera de Avilés, pero Juan pasó siete meses en la cárcel de Oviedo, y Carmen sufrió las consecuencias de ser hermana de los anteriores y sobrina de José Avín Avín, quien fue condenado a cadena perpetua y cumplió doce años de prisión tras la conmutación de su pena.

Las mujeres suelen ser víctimas silenciosas de los conflictos, y en ese contexto, Carmen, junto a otras parientes y vecinas, fue rapada y obligada a arrancar con las uñas la pintada "UHP" de la capilla del Cristo en Nueva de Llanes, donde durante años vivió prácticamente exiliada entre los muros de su huerta, volcada en sus cultivos y flores, un exilio interior apenas interrumpido por la victoria socialista de 1982.

En estos tiempos en que algunos oportunistas han utilizado al PSOE como plataforma para su propio enriquecimiento y para el reparto de favores, se hace aún más necesario mirar hacia atrás y recordar a quienes, como Luis, fundaron agrupaciones socialistas con el objetivo de construir una sociedad más justa. Desde su cargo como secretario general y presidente del comité de guerra en Nueva, Luis Félix Ardines Avín utilizó su influencia para proteger incluso a personas de ideología contraria, guiado siempre por un profundo sentido de la justicia.

Sin embargo, tras la caída del frente asturiano, Luis emprendió el camino del exilio, primero en Cataluña y luego en Francia, donde vivió el internamiento en el campo de Judes-Septfonds y soportó el duro trabajo en las Compañías de Trabajadores Extranjeros, antes de ser detenido y trasladado al campo de concentración de Mauthausen en noviembre de 1941, donde moriría un año después, a los 36 años.

Este no es un artículo de resentimiento, sino de memoria; un prólogo al acto de justicia y gratitud con el que hoy se rinde homenaje a quienes fueron deportados y que, incluso en las peores circunstancias, no renunciaron a sus convicciones de libertad, igualdad y justicia. Frente a los desafíos que enfrentamos hoy, el legado de Luis Ardines y de tantos como él nos deja un mensaje claro: no podemos rendirnos. Debemos ser ejemplares y defender nuestros valores con firmeza, con unidad y con memoria.

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