La corrupción que no cesa

Vivimos momentos extraños y rodeados de inmundicia por todo nuestro entorno. La corrupción habita entre nosotros y creo que es una forma de ser. Triste país envuelto en esa lacra indecente y para más inri salida de las cloacas de un partido centenario que pregona honradez y solidaridad.

La gente, esa ciudadanía que sufre en silencio estos despropósitos, debería armarse de valor y romper las estructuras de su comodidad e indiferencia y montar una rebelión cívica para acabar de una vez por todas con esos métodos mafiosos de unos impresentables que se aprovecharon de las influencias del Gobierno socialista para forrarse en una usura desmedida.

¿Qué es, que no hay personas honradas que cumplan con rigor en sus quehaceres políticos? Ya no creo en nada y todo lo veo negro y nebuloso.

Y esta circunstancia motivada por algunos pendejos despiadados cargados de egoísmo y sinrazón que con una osadía lamentable saquearon las arcas del Estado a su antojo y con la anuencia de sus mayores. Pedro Sánchez es cómplice y responsable de esa desfachatez. Aquellos maledicentes deberían estar en la cárcel y el cabeza visible de un gobierno a la deriva alejarse del poder y convocar elecciones para superar este olor nauseabundo y fortalecer la democracia. España está enferma y conviene tomar medidas drásticas de mejoría para reiniciar una andadura alentadora y con visión de futuro.

Somos un gran país y sobran los sinvergüenzas y los iletrados. Más pasión por lo propio, más lectura, más viajes y menos ideología sin sentido común. La gente mal pensante sólo tiene cabida en ese averno intenso y existencial. Merde! n

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