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Opinión

Poesía y Les Filanderes

"Escribir para contarlo" ha sido uno de los lemas del escritor italiano Primo Levi, de origen judío sefardí, cuando salió del infierno de Auschwitz. Reseñar ese trágico mundo, ese campo de exterminio, entre tantos otros, donde reinaban el horror y las monstruosidad nazi, y hacerlo asumiendo deliberadamente el lenguaje tranquilo y sobrio del testigo, no el lamento de la víctima ni la voz airada de quien busca venganza, es la mejor forma de legar a las generaciones futuras un mensaje que sirva para alejar tantas hogueras de odio como, por desgracia, se encienden a diario en el mundo.

Y, sobre todo, ese escribir para contarlo, como dice Muñoz Molina en el prólogo a la Trilogía de Auschwitz, sirve para evitar que a las nuevas generaciones el nazismo y el genocidio (qué decir del de Gaza) no les vayan pareciendo cosas muy lejanas, casi tan ajenas como las matanzas de Gengis Kan o las guerras napoleónicas.

De ahí que haya que valorar de un modo encomiable ese proyecto que lleva ya muchos tiempo en pie —este año se cumplió el decimoséptimo certamen—, y con el que el colectivo sociocultural "Les Filanderes" pretende también que no se olvide la voz de aquellas mujeres que fueron silenciadas. Conseguir un reconocimiento equitativo sobre su pasado, de modo que la memoria histórica no sea incompleta y sesgada, restañar las heridas del silencio y explicar las vivencias de las mujeres que fueron encarceladas, sufrieron el exilio o, en el peor de los casos, torturas y muertes, es el principal objetivo de un Certamen de Poesía que, como dije, este año cumplió su XVII edición.

Argentina Rubiera fue una langreana militante de la organización clandestina del Partido Socialista. Detenida al caer Asturias en 1937 y trasladada a distintas cárceles del país: Madrid, Guipúzcoa o Baleares, sufrió las penalidades de una dictadura que nació con sangre y murió también del mismo modo (el 27 de septiembre de 1975 se ejecutó a dos miembros de ETA y tres integrantes del FRAP). Un crimen de Estado con total ausencia de cualesquiera garantías legales.

Bajo el lema Mujeres Silenciadas, "Argentina Rubiera", se falló hace unos días este Premio, al que de nuevo se presentaron un buen número de poemas procedentes de distintos lugares. No faltó a la cita Palestina, con un poema titulado "Colores sobre fondo gris", finalista y Mención Especial, de una poeta colombiana que, además de tratar un tema de actualidad, lo hizo con un ritmo envolvente y unas imágenes coloristas que sobresalían por su fuerza expresiva.

Desde hace años tengo la suerte de formar parte del jurado de este certamen. A Asun primero, que dirigió la asociación siempre con buen tino, y a su actual presidenta, Ludy, que, igualmente, conduce de un modo acertado el colectivo, no tengo más que agradecerles su confianza y amistad. Y, cómo no, no puedo olvidarme de mis compañeras del jurado, May, Mara y Fernanda, con quienes comparto afanes poéticos, debates apasionados a veces pero siempre tamizados por el respeto y la confianza mutua, y de quienes siempre llevo para casa alguna brizna poética en la que fijarme.

Que el primer premio de este año haya sido para un poema que lleva por título "Las olvidadas" no hace más que poner de relieve el acierto del certamen. Que no se olvide nunca a esas mujeres. Que no las olvidemos nunca, para que tanto incuria y crueldad del régimen anterior no se aleje de la memoria.

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