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Opinión

El templo de Carmen Díaz Castañón

El destaco elenco de intelectuales que desfiló por el Instituto de Enseñanza Media «Bernaldo de Quirós» de Mieres en los actos organizados por su directora

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«En el claustro, muy amplio, de un viejo edificio están apiñados cientos de personas, quizá más de mil. Se sientan en sillas de madera, se asoman a las galerías. Estamos en Asturias: hace frío, llueve, el agua se cuela por los resquicios del techo y moja -con suavidad- a algunos. Nadie se mueve ¿Qué es lo que les ha congregado? En la cabecera han puesto una mesa y una persona les está hablando. Todos tienen una idea de él, han leído algún artículo suyo, quizá un libro».

Andrés Amorós escribió este párrafo después de acompañar a Antonio Gala cuando este impartió la conferencia "Veinte años de compromiso con la libertad" en mayo de 1982 en el Instituto de Enseñanza Media «Bernaldo de Quirós» de Mieres. La descripción es válida para muchos de los actos organizados por Carmen Díaz Castañón, su directora entre 1972 y 1991, que tuvieron lugar tanto en aquel claustro -antiguo patio interior del palacio de los marqueses de Camposagrado-, como en la biblioteca del centro y después se reseñaban regularmente en la revista "Nueva Conciencia".

El listado de quienes pasaron entonces por el noble edificio es muy extenso. Gala ya había estado anteriormente el 13 de noviembre 1981 con el tema "Teatro de hoy, teatro de mañana", pero repitió, como otros conferenciantes especialmente apreciados por la directora. Por ejemplo, el catedrático de Gramática Histórica de la Universidad de Oviedo Emilio Alarcos Llorach, quien argumentó el 18 diciembre 1973 sobre "Las isoglosas del asturiano" y volvió el 11 de abril de 1984 a presentar, esta vez en la sala de profesores, "El habla de El Franco (una variante lingüística del occidente de Asturias)"; un libro de 406 páginas que se compuso en la Imprenta Firma.

O el catedrático de Filología Hispánica en la Universidad Complutense de Madrid Diego Catalán Menéndez Pidal, quien era nieto de Ramón Menéndez Pidal, el maestro de juventud de Carmen: comentó en mayo de 1974 la "Función, fábula y discurso en el Romancero" y diez años más tarde "El Poema de Mío Cid y su España, manipulación de la historia y subversión del arquetipo genérico".

Y lo mismo Fernando Lázaro Carreter, catedrático de Lengua Española en las Universidades de Salamanca y Complutense de Madrid, que disertó en abril de 1982 acerca de "El lenguaje de Santa Teresa y volvió otra vez con unas Reflexiones sobre el Teatro en España".

Santa Teresa fue una de las devociones literarias de Carmen. Cuando en 1982 se celebró el cuarto centenario de su fallecimiento se hicieron varias actividades en el Instituto y, además de Gala, pasaron por aquí Rafael Alberti, el 23 de marzo con la conferencia "Poesías y Comentarios", a la que siguió un recital poético en el patio del palacio completamente abarrotado, y Ángel González, que ofreció el 31 de mayo una lectura comentada de sus versos. Otro poeta, Francisco Ayala, les siguió el 28 de abril de 1983 con "Mi vocación literaria".

Al principio, la directora confesó su intención de ir llamando a los mejores profesores de la Universidad de Oviedo, pero muy pronto fue trayendo hasta Mieres a catedráticos que impartían sus clases en otras regiones, casi todos miembros de las Reales Academias de la Lengua (RAE) y de la Historia (RAH), muy prestigiosos, pero siempre relacionados con las letras. Esta exclusividad, junto a la ausencia de mujeres, fueron los únicos defectos que se le pueden achacar, porque dejó de lado las ciencias para centrarse en escritores de primer nivel, lingüistas e historiadores que complementaron sus clases de Lengua y Literatura convirtiendo aquella cátedra en un paradigma, para fortuna de quienes fuimos sus alumnos.

En aquellos años también inició la costumbre de colocar lápidas en el recinto educativo para recordar su historia. En la primavera de 1972, José Manuel Caso después de disertar sobre "Mieres y mierenses en la vida de Jovellanos" inauguró la primera conmemorando el paso del ilustrado gijonés por el palacio y en noviembre de 1974 el doctor José Ramón Tolivar Faes perpetuó con otra inscripción la visita que había hecho el doctor Gaspar Casal a los Camposagrado en 1721.

Como recuerdo de la visita de Camilo José Cela en 1989 quedó un retrato del Nobel presidiendo la biblioteca del centro y, en la misma línea, la intervención del catedrático de Literatura española de la Universidad de Oviedo José María Martínez Cachero en marzo de aquel 1974 acerca de "Clarín crítico literario" se cerró dedicando un aula del Instituto a Leopoldo Alas.

Una década más tarde, el 13 de marzo de 1984, la conmemoración del Centenario de la publicación de La Regenta trajo de nuevo a Martínez Cachero, esta vez para un acto conjunto con Ana Cristina Tolivar Alas, Juan Cueto Alas, el actor Pepe Martín y la directora de relaciones públicas de Espasa, Silvia Martín.

El 28 de mayo 1973 dejó un recuerdo especial en esta villa el etnógrafo vasco Julio Caro Baroja, que trató "La amistad literaria Azorín-Baroja"; También, Federico Sopeña, glosando el 26 de marzo 1983 "La vida amorosa de la burguesía española a través de la obra de Galdós". El director de la Real Academia Española Víctor García de la Concha en octubre de aquel año desveló las "Claves secretas para la lectura de Federico García Lorca" y en marzo de 1985 Gonzalo Torrente Ballester, que ya tenía entonces el Premio Nacional de Literatura y el Premio Príncipe de Asturias de las Letras y estaba a punto de conseguir el Premio Cervantes, explicó cómo era "El quehacer del escritor" y al concluir sorprendió a la apasionada audiencia cantando unos tangos.

Varios latinistas estuvieron en el Instituto a lo largo de estas dos décadas: Sebastián Mariner, director de la sección latina de la Biblioteca Clásica Gredos, para explicar los "Precedentes clásicos de la relación autor-espectador"; José Luis Moralejo con "Virgilio, poeta de los campos" y Millán Bravo Lozano que trajo sus "Siete cartas inéditas de Unamuno".

Con ellos, el catedrático de Historia de la Lengua Española en la Universidad Complutense de Madrid, Rafael Lapesa, relató "La evolución poética de Vicente Aleixandre"; Florencio Riera, habló sobre "La enseñanza en la Cuba actual"; el vicedirector de la RAE, Gregorio Salvador, se centró en un "Comentario de las Soledades (1899-1907) de Antonio Machado", y el jurista Elías Díaz, vino a explicar el "Pensamiento español después de 1939".

Entre los conferenciantes nacidos o avecindados en Asturias, los estudiantes pudieron escuchar al filósofo Gustavo Bueno con el tema "Economía Política y Metafísica"; al historiador Julio Mangas, especialista en la organización militar romana y las creencias de los astures y a Rafael Anes, cuya ponencia "La industrialización asturiana" suscitó un rico debate. Y muchos periodistas: Manolo Avello; Juan Benito Argüelles; Juan José Plans. Carlos Luis Álvarez, Cándido, contó en 1984 su teoría sobre "Las tres galaxias de la comunicación" y Juan Antonio Cabezas, presentado por Víctor Alperi expuso "Mi profesión en tres tiempos". 

También habló en noviembre de 1984 el poeta Félix Grande acerca de "La mirada de Julio Cortázar" y Agustín García Calvo, en 1989, "Sobre el tiempo". Detenerse en los más conocidos ocuparía varias páginas: Francisco Umbral, Terenci Moix, Fernando Savater; o gentes del escenario, como Los Juglares o la actriz Charo López. El político José María de Areilza impartió en mayo de 1985 la conferencia "España y la unidad de Europa".  

Como curiosidades, seguramente el argumento más áspero lo propuso en diciembre de 1982 el catedrático de Historia Contemporánea Carlos Seco Serrano: "El fin del zarismo. Nuevas precisiones documentales sobre la tragedia de Ekaterinenburgo". Y la conferencia más extensa la impartió en abril de 1985 el catedrático de la Universidad Complutense de Madrid, Alfonso Pérez Sánchez, disertando durante dos horas sobre "El Museo del Prado", que él dirigía en aquel momento.

Carmen Díaz Castañón convirtió al Instituto «Bernaldo de Quirós» en un templo de la cultura, tanto para sus alumnos, como para los vecinos y vecinas de esta villa que se acercaban hasta allí para escuchar a los intelectuales del momento y compartir después unos pinchos con ellos. Además, creó en 1974 una Sala de Exposición permanente de obras de arte que dio origen al actual Museo del centro. A nivel personal, junto a su marido, el recientemente desaparecido José Avelino Álvarez Calleja, reunió una magnífica colección sobre temática asturiana que se conserva desde 1997 en la Biblioteca Pública «Vital Aza» de Mieres.

Doña Carmen sigue pendiente de un reconocimiento oficial.

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