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Opinión

Burbuja 2.0

El cumplimiento del mandato constitucional que habla del derecho a una vivienda digna

Está claro que no hay manera ni intención de cumplir el mandato constitucional que habla del derecho a una vivienda digna. Y parece que no aprendimos de la experiencia del reventón de la burbuja inmobiliaria de 2007. Da igual que gobierne la izquierda o la derecha que al problema no se le pone remedio. Es más, las medidas implementadas, normalmente resultado de ocurrencias más que de planes serios, suelen producir los efectos opuestos a los supuestamente pretendidos.

Hoy, a pesar del pensamiento progresista (eso dicen ellos) del Consejo de Ministros, la realidad indica que no vamos bien. La España vaciada está aún más vacía, la población crece debido a la inmigración pero no se reparte por el territorio sino que se apiña en poco espacio. Las administraciones se resisten a tomar el liderazgo, las viviendas prometidas no se construyen, los proyectos abandonados hace 18 años no se aprovecharon y la intervención política en el mercado de alquiler ha producido resultados desoladores: ocupación, morosidad, disminución de la oferta, un alza de precios desorbitado y una inseguridad jurídica desconcertante. O sea, el alquiler en los lugares buscados por la mayoría de demandantes se ha puesto casi imposible cuando debería ser la primera opción, el recurso básico para acceder a una vivienda y la forma habitual de emancipación. Pero no vamos por ahí sino en sentido contrario.

Y para generar la tormenta perfecta, los precios de venta vuelven a desbocarse tras el batacazo producido por la burbuja anterior. Y, claro, con este panorama, dado que el arrendamiento se ha convertido en una actividad de riesgo para el propietario y que la segunda mano cobra vigor por la escasez de obra nueva, los que antes ponían en alquiler ahora ponen en venta.

Con todo lo ya vivido, estamos en las mismas: la vivienda es un lujo para las economías modestas y medias, que son la gran mayoría. La escalada de precios ya vuelve a ser una realidad. Se repiten las señales de principios de este siglo. La burbuja 2.0 está en marcha.

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