Todos los perros de mi vida. Título certero puesto que la autora insiste una y otra vez en que el libro no es una autobiografía, sino «únicamente un libro sobre perros».

No obstante, este objetivo se desborda cuando alrededor de sus perros aparecen personajes, vislumbrándose el estilo de vida aristocrático en Europa a comienzos del siglo XX. La condesa Von Arnim no hace un análisis detallado del mundo circundante, simplemente esboza a modo de fotografía costumbrista aquello que llama su atención. Nunca juzga, ni tampoco reflexiona sobre sus pensamientos. Llegados a este punto, Von Arnim huye reconcentrándose en el leitmotiv del libro y regresando a sus perros. Las personas que aparecen en el libro, lo hacen únicamente para mostrar la personalidad de éstos. Al igual sucede con la propia vida de la autora. Todo gira alrededor de Coco, Chunkie, Cornelia? porque «cuando un perro te ama, eso es para siempre, hasta su último ladrido». Y esto nos lo cuenta de forma rápida, sencilla, sin detenerse en nimiedades; trata a sus personajes generosamente y lo cotidiano es descrito con ironía, sin atisbo de crueldad. El afecto hacia sus perros es transmitido alejándose del sentimentalismo, lo que no impide que haya momentos emotivos.

Escrito en 1936, sin embargo resulta un libro actual. Y aunque en un principio pueda parecer esnob, hay una filosofía práctica, un discernimiento entre lo que es importante o no, o como la propia condesa, sirviéndose de Goethe, nos repite continuamente: vivir decididamente en la verdad, lo bueno y lo bello.