El empuje de la cultura ovetense, convertida en gran embajadora de la ciudad pudo apreciarse el pasado domingo en el Palacio de Festivales de Cantabria, en Santander, dentro de un acto solidario en el que participaron la capital cántabra y Oviedo, la entrega de Premio 100 Ciudades por la Paz.

La Banda de Gaitas interpretó los himnos de las dos comunidades autónomas y, después, se ofreció el siempre espectacular Carmina Burana de Carl Orff con el Coro de la Fundación Príncipe de Asturias y la Orquesta Oviedo Filarmonía como principales soportes. En el reparto la soprano ovetense Ana Nebot, el contratenor Jordi Domènech y el barítono José Manuel Díaz. Todos ellos dirigidos por el maestro italiano Marzio Conti, muy vinculado a la formación ovetense.

Lo significativo del concierto, y que sirve para contextualizar el éxito del mismo, fue que a su término de manera inmediata el público se puso en pie y ovacionó a los artistas durante casi diez minutos. Refrendaban los asistentes una interpretación magnífica, cuidada en el detalle y fiel reflejo de la capacidad musical de Oviedo.

La ciudad ha adquirido en las últimas décadas un empuje excepcional en el ámbito de la cultura y, dentro de la misma, ha conseguido convertir en algo más la música. Ha sabido hacer de la misma una industria y, por tanto, un elemento indispensable en la generación de riqueza.

Y, ahora que la ciudad compite por la lucha a la capitalidad cultural de 2016, este es uno de sus grandes activos. Y no lo es de forma improvisada. El empuje musical no es algo artificial sino que brota de la sociedad que demanda y arropa las iniciativas que se llevan a cabo al respecto. En Oviedo es raro encontrar un concierto con menos de mil asistentes. Y no estamos ante la repetición del mismo público una y otra vez. Hay un núcleo consolidado que está abonado y que -en relación a la población de la ciudad- es uno de los más elevados de todo el estado. Pero también hay un acercamiento que va más allá y que aproxima a la música a muy diferentes capas sociales. Esto es lo que explica que la suma de actividades arroje datos espectaculares con decenas de miles de asistencias. Y todo ello con un tejido propio importante que arranca de los conservatorios y de la propia sociedad civil a través de asociaciones como la Fundación Ópera de Oviedo o la centenaria Sociedad Filarmónica de la ciudad.

Oviedo tiene a su favor que tiene ya una industria cultural consolidada, bien estructurada y que aporta valor añadido. Evidentemente queda camino por recorrer y aún quedan frentes que atender pero, en estos momentos de grave crisis y ajustes, puede presumir de tener una estructura organizativa muy ajustada y un empleo muy serio de la inversión pública. Actuaciones como la protagonizada el domingo en Santander -y otras muchas que anteriormente ya se llevaron a cabo- son la mejor tarjeta de presentación de una ciudad en la que la música es un elemento de identidad clave.