Continúa la firma asturiana KRK haciendo millas en su rally en pos de la elegancia, del buen gusto editorial y de las apuestas valientes al publicar, primera vez que se hace en español, el último libro escrito por Charles Darwin: «La formación del manto vegetal por la acción de las lombrices» (1881).

Un observador perezoso podría caer en la tentación de pensar que las humildes lombrices no pueden aspirar a ser sino un tema menor en ciencias naturales, casi indigno del esfuerzo creativo de un talento superior como el de Darwin. Error de bulto, para un naturalista total como Darwin el mundo de las lombrices, lo que hacen y cómo, con quién interactúan y dónde, ha de ser el no va más pues constituyen la trenza perfecta entre los reinos animal, vegetal y mineral.

Las lombrices avanzan y succionan lo que encuentran a su paso. En el estómago lo trituran y le añaden flora bacteriana antes de expulsarlo en forma de humus. Son, dijera Aristóteles, «el intestino de la Tierra». En efecto, el manto superficial del planeta ha pasado, y volverá a hacerlo cada pocos años, a través del cuerpo de las lombrices.

Además de su interés documental, La formación del manto vegetal por la acción de las lombrices ofrece un segundo nivel de lectura al mostrar, espléndido, el quehacer metodológico de un científico empirista, materialista y grande como pocos.

I+D: intuición más disciplina, el sello de Charles Darwin.