Escritora, autora de Conexión Lorena (Alba Editorial)

Si exceptuamos al gran Georges Simenon, resulta curioso que la novela negra francesa, el polar y el néo-polar, sea una gran desconocida en nuestra tierra. Sin embargo, Francia cuenta con uno de los planteles más prestigiosos de escritores de género, a los que tuvimos ocasión de conocer en una recopilación de relatos por la editorial Lengua de Trapo bajo el título La feria del crimen (2007). Pero no sólo grandes narradores militan en sus filas, también teóricos que marcan tendencias y opiniones. Así, Fred Vargas califica al género negro como la actual novela épica. Al contrario, su compatriota Dominique Manotti es de la opinión de que estábamos ante la nueva novela social. Posturas aparentemente enfrentadas, aunque creemos que ambas poseen su parte de razón. Manotti presentó de su obra en una conocida librería madrileña, ocasión para esta entrevista.

Dominique Manotti (París, 1942) no sólo es una de las escritores más representativas del polar -con sus novelas traducidas a casi todos las lenguas-, también ha sido profesora en la asignatura de Historia Económica en las universidades de Vincennes y Saint Denis, militante a favor de la independencia de Argelia y durante más de diez años una destacada sindicalista del movimiento obrero francés en las filas de la CFDT, convencida de que la lucha sigue en estos tiempos duros.

-¿Por qué escribir novela negra?

-Por desencanto. Creo que la novela negra es la mejor forma de narrar experiencias personales y sociales. Y el novelista cuenta después de que han sucedido los acontecimientos, sea desde la historia colectiva o desde la individual.

-Sus comienzos como escritora.

-Después del mayo del 68 se crearon los Cuadernos de Mayo. En aquel momento defendíamos que la huelga era un acto creativo de las masas. Por lo que íbamos a preguntarles a los obreros sus experiencias vitales en esos momentos críticos, luego las escribíamos y, si ellos estaban de acuerdo, las publicábamos en los Cuadernos. Pretendíamos buscar los objetivos, las finalidades del ser humano en la lucha. Así aprendí a escribir, a escuchar, a respetar a los que hablan. Con mis novelas hago lo mismo que en mayo del 68: escucho para poder escribir sobre la cultura de masas y reflexionar sobre sus contradicciones.

-Su última novela publicada en España, Conexión Lorena (Ed. Alba), con la que consiguió el premio Duncan Lawrie International Dagger, comienza con la explosión de una huelga.

-Una cadena de montaje repleta de inmigrantes que, ante la muerte de una compañera, toman la fábrica y secuestran a los directivos sin saber hacia dónde ir. Quise situar la acción en Lorena, una de las zonas francesas más afectadas por la reconversión industrial, donde las condiciones nefastas de trabajo alejan a los trabajadores nacionales y atraen a los inmigrantes. Así mismo, quise mostrar la lacra de la apropiación de los directivos de las empresas de fondos europeos para su lucro personal.

-En la novela aparecen las empresas Thompson y Daewoo, ¿se inspiró en la realidad?

-Las relaciones entre ambas empresas es una historia extraordinaria. En 1995, Thompson investigaba sobre alta tecnología, por eso era deficitaria. Las ayudas de la Unión Europea le llovían por todas partes. En aquel momento Daewoo se acerca para fusionarse. Pero no se lleva a cabo la unión. Cinco años más tarde, Corea compra Thompson por dos mil millones y desaparece un directivo. En aquel momento no tenía más datos, pero estaba segura de que me encontraba ante una extraordinaria historia para narrar sobre chanchullos financieros que provocaron la pérdida de trabajo de mucha gente. Así surge la necesidad, el hambre y la muerte. En resumen: la sangre, el origen de toda novela negra.

-¿Por qué no protagonizó esta novela su comisario Daquin?

-Supongo que la publicación en España de dos de sus aventuras, Sendero sombrío y ¡A la salida!, le hagan ser mi personaje más conocido en su país. Pero no lo veía como protagonista de Conexión Lorena, ya que es un personaje que nace y se desenvuelve en una región determinada. Y Lorena no es el hábitat de Daquin.

-Otra cuestión presente en sus novelas es el mundo de la inmigración?

-Europa está preñada de culturas y en Francia están instaladas muchas de ellas. Resulta un argumento extraordinario para novelar y más cuando en nuestras sociedades parece que se calma a la opinión pública cuando la policía detiene al autor de un delito y se dice: es magrebí y su mujer lleva velo.

-¿Su próximo proyecto?

- Gallimard acaba de publicar mi última novela, Bien connu des servicies de pólice, que espero esté pronto en castellano. Su argumento trata sobre el mundo de la inmigración. Pero en una faceta concreta, las explosiones de violencia en los barrios periféricos de París.