En cierto modo constituye una novedad esta exposición de Pedro Fano (Oviedo, 1977), un pintor que ganara el Premio Artista Joven Revelación del Principado de Asturias ya en 1999, que es premio importante concedido en las Muestras Regionales de Artes Plásticas, donde suele haber difícil competencia dentro del arte emergente asturiano para el que se convoca. Luego obtendría el que entonces promovía la galería Dasto, con la que por cierto participó en aquella colectiva tan interesante y divertida que, llamada «Más arte», se celebró en Madrid como alternativa a la Feria de Arco de 2003, y algunos otras fue seleccionado en certámenes y tuvo presencia en muestras individuales y sobre todo colectivas. Sin embargo, es ahora cuando aparece con un proyecto pictórico más ambicioso, personalizado y plásticamente cuajado, y por eso se dice al principio que su exposición supone en cierto modo una novedad, interesante y atractiva.

La obra que Pedro Fano expone ahora, fruto del trabajo de los últimos años, viene a ser una versión muy peculiar y modernizada, en cuanto a su puesta al día en el tratamiento plástico, de un tipo de figuración cuyo antecedente o tradición puede buscarse en un periodo de la pintura europea que, de raíz romántica, va desde el simbolismo francés y alemán a la escuela metafísica italiana, con extensiones en el realismo fantástico como el de la Escuela de Viena y algunos surrealismo. Pintura de un mundo subjetivo y original, a menudo enigmático y de vocación literaria, que concilia la plasmación realista de las imágenes con una temática que ahonda en la imaginación, se expresa con libertad y fantasea con la extrañeza de cosas cuya existencia aceptamos pero que no se manifiestan en la vida real como en lo pintado. Odilon Redón, el gran simbolista llamado «el erudito de Burdeos», lector infatigable de Poe, Baudelaire o Verlaine, perseguía «producir en el espectador una especie de afinidad difusa aunque poderosa con el mundo de lo indeterminado».

No es mala receta tampoco para Pedro Fano, curioso de todas las cosas, que nos describe en un viaje por la pintura, que por cierto es por tierra, mar y aire, un mundo que vive dentro de él y nos hace partícipes de sus ensoñaciones plásticas, una realidad poetizada con cierta vertiente irónica y una gracia especial no exenta de tierno sentido de lo infantil. Porque los cuadros de Pedro Fano son como cuentos pintados, aunque no desde luego desde las ilustraciones, nada más lejos de eso que esta pintura carnosa, densa y tamizada, bien trabajada en texturas y calidades de superficie que resalta la entidad plástica de las imágenes. A eso contribuye también en gran medida la armonía cromática porque aunque el color aparece en gran variedad, siempre lo hace de manera apacible y delicada, como amansado, para enriquecer esas imágenes sin perturbarlas ni restarles protagonismo, quizá con la única excepción del cuadro «Enredados en el azul» (a lo Scott Fitzgerald) «en el que Pedro Fano realiza el que supongo difícil ejercicio de pintar la oscuridad, obteniendo sin embargo el grado necesario de luz mágicamente integrada en el color. Una exposición de sello muy personal, una pintura que obedece a su propias leyes, intimista y elegante, que es una suma de cosas imaginadas y recursos pictóricos significativamente titulada «Estrategias de fuga».

Pedro Fano. Pinturas

Galería Gema Llamazares. Gijón

Hasta el 15 de octubre