En la muestra que Pablo Armesto presenta en la Galería Lola Orato de Oviedo, hasta el próximo lunes, la luz no es solo un añadido más para componer la obra sino un elemento con un protagonismo destacadísimo en sus creaciones. Con el título de «...en blanco», Armesto presenta una serie dividida en dos partes, por un lado nueve diedros -pequeños cuadros construidos a partir de ensamblajes de madera, de pequeño formato, a los que añade suaves tonalidades y en ocasiones vinilo-, piezas sin luz que a modo de esculturas-collages nos hablan del claroscuro presente en la arquitectura. Junto a los diedros, una serie de obra gráfica y con ella la luz tan pegada a los últimos pasos de su trayectoria.

Pablo Armesto comenzó a interesarse por la investigación con formas lumínicas en el año 2000 a raíz de presentar la obra «Eureka» en la sala Astragal de Gijón. Siguió en esa línea con la instalación «Umbrales» que presentó en la sala 1 del Antiguo Instituto de Gijón, en 2001. Ambos trabajos fueron un punto de partida para su interés por el elemento lumínico como componente de trabajo y como objeto de estudio. La luz va a ser en adelante fundamental en su obra para compartir protagonismo con el grabado, el color y el volumen.

Es precisamente esa luz y su pasión por el grabado lo que da título a su último trabajo, el que ahora resume en la obra gráfica que cuelga estos días en la galería Lola Orato. La muestra, una de las primeras que el artista presenta en Oviedo, agrupa una selección de cinco obras en las que se funden técnicas de grabado como los gofrados, la xilografía y el china colé con la luz, todo ello armonizado con una paleta de colores neutros, grises, ocres y blancos.

Pablo Armesto, asturiano nacido en Suiza en 1970, estudió diseño gráfico en Oviedo aunque la mayor parte de sus trabajos aparecieron en Gijón, ciudad donde reside en la actualidad. Artista múltiple y polifacético utiliza todas las vías disponibles y todo tipo de materiales a su alcance para convertir una idea en elemento artístico. En esa carrera, lo mismo diseña a partir de madera, hierro o goma expandida como lo hace a desde la proyección de la luz y la fibra óptica, materiales con los que trata de «sacar más blanco al blanco, dar una vuelta más para poder conseguir matices y utilizar la luz en sí misma, no como en pintura, donde se aspira a representar mediante los colores».

Pablo Armesto no busca representar la luz de una manera determinada, su objetivo es incorporarla como un elemento. «Me interesa la luz como concepto y también todo lo que representa», subraya.

La muestra que presenta ahora en Oviedo estaba concertada desde hace un año, algunos meses antes de su presentación en la galería Marlborough de Madrid con «Luz blanca», una muestra muy distinta a ésta si se tiene en cuenta que la madrileña tenía un carácter más escultórico y un predominio de materiales como metales, maderas y cristal a los que se suma la fibra óptica y los neones.

Este primer contacto con la Marlborough ha supuesto un paso importante en su carrera por lo que significa de oportunidad para mostrar su trabajo en el panorama internacional. Armesto también valora la ocasión de formar parte de esa nómina de nombres de la galería «que representan una parte tan importante de la historia del arte contemporáneo», y tampoco desdeña el impulso que supone para su trayectoria y «para la posibilidad de ir creciendo como artista». El asturiano es desde hace algunos meses artista de la galería madrileña y con ello pasa a formar parte, a través de Marlborough, de la galería gijonesa Gema Llamazares.

Armesto, que se confiesa «artista multidisciplinar», ha estado siempre vinculado tanto al arte público e instalaciones como a soportes más arquitectónicos o pictóricos. Uno de los trabajos que le impulsó en este mundo fue el presentado en 2007 en la muestra «Extensiones -anclajes», que comisarió Francisco Crabiffosse como aportación de los artistas asturiano al recién nacido proyecto de Laboral Centro de Arte. Se trataba de una instalación «site specific» para el parque del Príncipe de Covadonga.