Es necesario ser audaz para la burla, la ironía, el sarcasmo, pero también poseer cierta lucidez más allá de la valentía que no convierta en mueca cualquier intento desesperado de dotar de cierto humor una realidad siempre dolorosa, complejo reto que Ángel Guache ha logrado en libros anteriores de un modo exquisito pese a la posible apariencia de vulgaridad o tono excesivamente coloquial, mundano, con que sus poemas pretenden esconder una inteligencia, como todo en él, descomunal, inverosímil, elevada. Un modo de acallar posibles críticas o voces que no alcanzan a ver más allá de su ombligo un talento desmedido (y vuelvo a magnificar al hombre y su obra porque como diría el famoso hidalgo «yo me entiendo» y otros muchos lo harán) para formar, deformar, construir y desbordar una palabra que maneja a su antojo en diferentes formas, tonos, registros, modos y maneras difíciles de manejar con la misma habilidad, honestidad y audacia. No podrá encontrar el lector o el crítico errata o incorrección alguna en la que anclar sus argumentos, sí podrá sentir la capacidad innata de Guache por la creación, la expresión artística y sobre todo la comunicación clara y limpia con el otro.

Nos descubre ahora un tono más intimista, más introspectivo, una sabiduría sin embargo ya demostrada en otros libros anteriores pero no desde esta perspectiva tan cercana a modo de confesión, con una seriedad que esta «nada» que tanto se nombre y sentimos en sus palabras exige por naturaleza propia, por verdad, por reconocernos en ella: este camino desde la nada hacia la nada que realmente somos, pero principalmente seremos («Sombras de una sombra,/ vivimos para la muerte./ Llaga de luz,/ anhelo de otra vida./ Nuestro hogar es la nada,/ venimos de la nada,/ sentimos nostalgia/ de la nada./ Aturdidos andamos/ por el mundo/ dando tumbos y tumbos./ Ansiosos estamos/ de volver a nuestro hogar./ De regresar a la nada»). Hay aquí una cierta revelación y también encuentro con uno mismo, aceptación del paso del tiempo y de intento de reconocerse en el espejo, de aunar pasado, presente y futuro en un mismo rostro, de enfrentarse también a este doloroso proceso que implica verse por dentro e intuir también un futuro en parte incierto en parte evidente y vacío, hueco («No me encuentro a mí mismo./ No sé quién soy ni dónde estoy/ ni adónde se encaminan mis pasos»). Buscarse en las palabras y reconocerse en ellas, explicarse y explicarnos. El poema como modo de conocimiento y búsqueda: «Un/ poema/ es/ un/ agujero/ letal».

El autor nos advierte ya en el primer poema: «Soy peligroso./ Te llevo a muy obscuras/zonas mentales». Poemas que muerden porque alcanzan, la verdad hiere, siempre lo ha hecho: «Toda vida/ está impregnada/ de muerte».

Es el deseo o confesión compartida de temer reconocerse en tan sólo máscara y no hombre, de proteger la individualidad que intentan arrancarnos: «La crueldad de esta vida vacía/ cuando de tanto actuar, de tanto fingir/ dudas tener una imagen, un rostro/ como lo tienen otros,/ un rostro, una imagen/ que te identifique y no sea una máscara». Negarse, por tanto, a seguir el juego marcado por otros. Desde la nada a la nada pero de un modo consciente, doloroso pero elegido. Marcando con cada paso ese deseo constante de no dejarse arrastrar por la nada cotidiana, ni la nada impuesta, ni la nada que en realidad forma parte de nosotros mismos. Enfrentarse a ella, indagar, conocer a nuestro enemigo más próximo, tal vez nosotros mismos, pasado, presente o futuro, recuerdo, remordimientos, anhelos, miedo... Aquello con lo que creemos cubrir la nada que nos habita y así espantar el vacío o «lápida de aire» que nos atraviesa desde que nacemos.

Gritar entonces para ser escuchados: «No me haréis callar./ No me cerraréis la boca./ Ni muerto dejaré de gritar». Declaración de intenciones, principios y valentía.

Si quieren enterarse de todo sobre el peronismo y, además, echarse unas risas a su costa, no van a tener más remedio que comprar Viernes Peronistas, el órgano de difusión de los Jueves Peronistas. Lo digo totalmente en serio. Trae todo lo que interesa sobre el fenómeno y bastantes cosas más igualmente interesantes, entre ellas, una careta recortable de Eva Duarte en la contraportada, más oportuno, imposible, teniendo en cuenta las fechas.

El segundo número de este extraordinario fanzine es todavía superior al primero, que a mi juicio ha sido de largo la mejor publicación de su género entre todas las editadas en la actualidad. La entrega esta vez cuenta con mayor número de páginas y entretenimientos, el tomo está magníficamente diseñado y mejor escrito, con estupendos artículos e ilustraciones y curiosísimas fotografías.

El sentido del humor es inagotable entre los miembros de la Conducción Nacional de Jueves Peronistas. Vean, por ejemplo, la tesis utilizada en uno de los artículos de este ejemplar, Fierro a fondo, sobre los coches que han hecho historia en las etapas peronistas más transitadas: «El justicialismo es un movimiento gracias a los automóviles en los que se desplazaban sus líderes». Los textos que acompañan a cada uno de los vehículos, con sus nombres populares, la Renoleta, la Chiva, el Justicialista, no tienen desperdicio. Como es muy de agradecer por aquellos que quieran presumir de mundo, el Pequeño Diccionario Peroncho, con «los palabros para estar en la pomada». Igual conocen lo que es un descamisado o un gorila en el argot peroncho, pero ¿saben lo que es un cuetazo?

El fanzine incluye figuritas peronistas, moda descamisada con los estilistas de Evita, la verdadera historia de Perón en Madrid, una entrevista a fondo con el escritor Horacio Vázquez Rial, biógrafo del General, y un completo dossier sobre los superhijitos, con testimonios de tres hijos de militantes montoneros. Y no sólo lo que les acabo de contar, sino muchas cosas más acerca de este estrepitoso y disparatado movimiento que tanta gloria le dio a la patria argentina. Gracias a los compañeros Mongo Aurelio I, Mongo Aurelio II y Mongo Aurelio III por su punto de vista científico.