Todo empezó en el taller que Tyto Alba comparte con sus colegas de PDA (Pequeños Dibujos Animados). Gabi Martínez cuenta que «una tarde nos encontramos charlando sobre el empleo de la luz en las ilustraciones. Tyto me expresó su interés por los logros fotográficos en la película sobre Lawrence de Arabia de David Lean, su fascinación por la luz africana. De hecho, tenía en la pantalla del ordenador un fotograma de la película. Y ahí le comenté que yo había escrito una novela que poseía prácticamente esa luz. Tyto no conocía Sudd pero le interesó leerla. La historia le gustó, seguimos hablando, y decidimos literalmente "aventurarnos"».

Ha trabajado en cine y televisión pero el cómic era un territorio desconocido como creador. Se formó leyendo cómics, eso sí: «Cada sábado de mi niñez llegaba mi padre a la hora de comer con un cómic. Fueron decisivos para mi formación. Pero ahora soy escritor y los ritmos narrativos, las elipsis los manejo de forma distinta. Por eso, Tyto ha sido fundamental a la hora de reinterpretar la novela. Él hacía propuestas para versionar las distintas escenas, sugería diálogos, supresiones, y sobre su lectura mucho más limpia que la mía (enormemente corrompida después de haber trabajado dos años en el texto y haberlo releído demasiadas veces) yo modificaba diálogos o sugería cambios que después tocaba a Tyto evaluar. Todo de una manera fluida, intentando ser muy fieles a la historia original pero sin problemas por mi parte a la hora de que Tyto perfilara citaciones o personajes de la manera más libre posible. De hecho, su trazo es una exhibición de soltura. Optar por la acuarela fue toda una declaración de intenciones, que se ha revelado genial». Una gran enseñanza ha sido lo fácil que puede ser trabajar con un autor de otra disciplina «si cada uno se ocupa de su terreno e intenta desarrollarlo de la mejor manera posible... respetando las ideas del otro. He visto cómo se resolvían grandes bloques de palabras en dos viñetas mudas y he disfrutado asistiendo a cómo se convierte en imágenes un mundo que una vez estuvo sólo en mi cabeza. Me ha alegrado compartirlo con alguien hasta ese extremo».

La conclusión es que «quiero repetir. De hecho, acabo de terminar un relato que ilustrará Tyto y ya trabajamos en dos nuevos proyectos de cómic. Por otra parte, la novela ha vuelto de algún modo, se ha recuperado, y encuentro a gente que se la ha leído después de varios años. Es la maravilla de la creación, la alegría de ver una obra que tiene varias vidas, que cuando la crees extinguida resurge por algún motivo. He recibido numerosos comentarios de lectores del cómic, acercamientos a la historia de gente que de otro modo quizá nunca se habría asomado a ella. Otra conclusión es que si tienes una historia, vale la pena divulgarla desde cualquier disciplina para que llegue al mayor número de personas. Si antes los relatos se transmitían oralmente, ahora tenemos más vías para extenderlos». Una vía, en este caso, extraordinaria.