Con la serie «Imaginarium» José Ferrero (León, 1959) irrumpe de nuevo en la galería Utopía Parkway de Madrid mostrando, hasta el 22 de febrero, un conjunto de sesenta fotografías, de temática básicamente industrial, realizadas entre 1985-1995. Ferrero seleccionó para la exposición copias positivadas manualmente mediante la técnica de revelado químico sobre papel baritado.

Son copias únicas y los papeles sobre los que se han revelado ya han dejado de fabricarse, circunstancias que convierten el conjunto en un «pequeño trozo de historia», como le gusta decir al artista. A su vez, las imágenes forman parte del imaginario particular del propio fotógrafo, que ofrece con el conjunto un recorrido en evolución constante.

Ferrero, que lleva casi treinta años dedicado a la fotografía, reside desde la infancia en Asturias, donde se graduó en Artes Plásticas. En la fotografía encontró desde el principio la técnica más adecuada para expresar los planteamientos artísticos de calidad que persigue, aunque también utilizó la pintura, el vídeo y el grabado, técnicas que han dejado rastro en su discurso fotográfico, el mismo que ahora convierte en ese territorio plagado de lugares imaginarios que cuelgan de la galería Utopía Parkway.

En un análisis formal de esta obra, la profesora de la Escuela de Arte de Oviedo María Álvarez subraya el trabajo de reconstrucción que se aprecia tras la selección de fotografías de distintas épocas realizada por Ferrero, lo que, a su juicio, incluye «testimonios antagónicos: el lineal y circular, pero, como el tiempo cíclico de los orientales, una fuerte circularidad tiende a que todo retorne».

En «Imaginarium» el fotógrafo habla de lo no resuelto, pero sin nostalgia, más bien trata de recuperar el alma de piezas y elementos que no son lo que fueron, que buscan un nuevo significado para seguir formando parte del mundo, ahora ya como objetos artísticos.

«Imaginarium» es la forma que tiene Ferrero de obligar al espectador a movilizar la imaginación para buscar el sentido a un universo que apuesta por eliminar lo que no es esencial para quedarse sólo con la imagen pura y desnuda de todo ornamento.

Toda la obra de Ferrero deja entrever una forma personal de entender la fotografía, un camino propio, visible a lo largo de tres décadas de exposiciones que ponen de manifiesto el dominio de la técnica, la adecuación de las luces y una marcada vitalidad en los motivos. En sus últimos trabajos la pintura le ha servido de modelo del lenguaje de la vanguardia para enriquecer con nuevas propuestas sus instantáneas.