A menudo, en el mínimo espacio dedicado por la galería Texu, que acostumbra a presentar tres exposiciones a la vez, a acoger "video-arte", pequeñas instalaciones u otras experiencias afines al llamado arte conceptual, suele encontrar el visitante propuestas artísticas bastante interesantes, lo que prueba que, cuando la idea lo es, no son necesarias demasiadas explicaciones. Expone ahora allí Tamara Norniella, artista que aunque formada y titulada en distintas disciplinas y actividades, incluso en la Escuela Superior de Arte Dramático del Principado de Asturias, se ha especializado en performance y "video-performance", género al que pertenece esta "petite exposition".

Por concretar algo más, añadiremos que la creación de Tamara Norniella se inscribe en los planteamientos del arte corporal, Body Art como es más conocido, esa manifestación artística en la que el artista se convierte a la vez en sujeto y objeto de su arte, tomando su cuerpo como materia y soporte. Uno de los primeros teóricos que iluminó a los luego clásicos del género como Herman Nitsch y Arnulf Rainer, fue el celebrado autor de la "Fenomenología de la percepción" al decir: "No tengo otro modo de conocer mi cuerpo que viviéndolo". El origen del movimiento corporal suele situarse en Viena, la patria de Freud, en 1960, donde se produjeron experiencias especialmente auto-agresivas de violencia expresionista por parte de los "accionistas vieneses" y, por otra parte, en Estados Unidos, al final de la década, con artistas como Vito Acconci, Denis Openhein y Bruce Nauman, aunque ya venía de una época anterior de gente como Ives Klein, el grupo "Gutaï" y los Fluxus. Luego, en 1972, la Documenta de Kassel les dio sus bendiciones y patente artística y se celebraron importantes exposiciones sobre "L'Art corporel", en París, Bruselas o la "Misa para un cuerpo" en EE UU. El arte del cuerpo derivó como era de esperar hacia lo performativo. Más allá de la mera presencia física, ceremonial narrativo que dramatiza discursos críticos o relacionados con el placer, el sufrimiento, la sexualidad o sobre todo con el desarrollo de la propia identidad, con prácticas a veces de notable intensidad o peculiaridad en el mundo femenino en planteamientos tan diferentes como los de Orlan, Ana Mendieta y Marina Abramovic, por poner algún ejemplo.

Tamara Norniella presenta un vídeo en el que utiliza el cuerpo como lenguaje, en una acción "body-performance" que, aun cuando describe una experiencia aparentemente tan traumática como el despellejamiento de su superficie corporal, está sin embargo más cerca de los llamados "conceptual performances" o "minimal performances" de los americanos por su menor agresividad que los comportamientos de las experiencias europeas. Para su "identidad desollada" utiliza el látex, materia dúctil, maleable y frágil de plasticidad fácilmente identificable con la piel humana, aplicada en finísimas capas sobre el cuerpo del que van siendo arrancadas en un simulacro ceremonial cercano a las estrategias del "trompe l'oeil" o el surrealismo literario, puesto al servicio de lo imaginario y simbólico. Afirma tratar la piel como tema, un símbolo de frontera, entre uno mismo y el otro. Así se plantea la fragilidad de los límites de la piel humana como defensa vulnerable no sólo ante el entorno físico, sino también metafóricamente, frente a otras agresiones, en lo social, lo cultural o lo moral. Luego en una mesa cercana, como de disección, aparecen a modo de instalación restos de la piel figurada y arrancada de distintas partes reconocibles en su anatomía. Tiene este vídeo en su realismo y calidad técnica suficiente capacidad de sugestión como portador de significados más allá del objeto estético.