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Otra manera de preguntarse por la infamia pinochetista

Reciente aún el 40.º aniversario del sangriento golpe de Estado de Pinochet, Alia Trabucco (1983), hija de cineasta y periodista, publicó en 2014 La resta, una primera novela con la que consiguió premios, lectores y aclamaciones. La verdad es que esta gloriosa irrupción en el panorama literario chileno no es de extrañar porque La resta suma un potente pulso narrativo a un modo nuevo de interrogarse sobre la infamia. Articulada en torno a las voces de dos hijos de víctimas de la dictadura, la novela se sirve de un viaje en coche fúnebre por los Andes -rumbo al remoto aeropuerto donde ha quedado varado el cadáver de una exiliada- para formular algunas de las preguntas a las que los chilenos todavía no han dado respuesta. La necesidad de abordar la losa pinochetista de un modo diferente al de la generación de sus padres ha depositado a Trabucco en una vía espléndida desde la que sacudir a una sociedad que, a menudo, como por desgracia le ocurre a la española, siente tentación de amnesia.

De Beryl Bainbridge (1932), que nació en Liverpool ocho años antes que John Lennon y habría de casarse con uno de sus profesores de Arte, se han publicado en España estos años algunas de sus piezas capitales: La excursión, La cena de los infieles o La chica del vestido de topos. Quedaba, sin embargo, por rescatar su primera novela (1967), que sentó las bases para que años después fuera considerada por The Times como una de las plumas británicas más relevantes de la segunda mitad del XX. Y aquí la tenemos. Se trata de Lo que dijo Harriet, una obra tan profundamente transgresora que durante cinco años fue rechazada por varias editoriales, temerosas de que sus líneas pudiesen repugnar a los lectores. Basada en un crimen real, la novela pone en escena el inocente y fatal juego urdido por dos amigas adolescentes que, para entretener su ocio estival, tejen una estrategia de seducción en torno a un hombre infeliz en su matrimonio.

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