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Pablo de Lillo y el yo moderno

El artista muestra en Esfuerzos horizontales, en Gema Llamazares, sus obras del último año y medio

Los dos grandes faros del arte del siglo XX son Picasso y Duchamp. El segundo intentó un cuestionamiento sistemático del esteticismo mediante una reformulación plástica del concepto, que incluye el planteamiento de la fabricación. En 1913 dio con su rueda de bicicleta y taburete. Dos años más tarde, esos objetos que abrían otro capítulo en la historia del arte, rompiendo nuestro sentido meramente "retiniano" de la obra, eran bautizados en Nueva York: nacía el "ready-made" (ya hecho). El avilesino Pablo de Lillo (1969) es, quizás, uno de los más "duchampianos" de los artistas asturianos actuales. Una opinión que puede confirmarse mediante la visita a su última y accidentada exposición (hubo hasta una filtración de agua) en la galería Gema Llamazares, en Gijón. Esfuerzos horizontales es una heterogénea muestra (del vídeo a la instalación, del dibujo al "ready-made") que permite, a partir de una selección de piezas y trabajos realizados por el creador en el último año y medio, adentrarse en las preocupaciones y soluciones de un autor que, como él mismo confiesa, "huye del yo romántico".

El vídeo Esfuerzos horizontales da título a esta exposición y es una buena entrada a uno de los temas de Pablo de Lillo: los enredamientos de la modernidad y el colapso de la noción de progreso. Integra aquí animación, proyección sobre esculturas o sombras. Y aunque huye de las formulaciones concluyentes y se siente a gusto en la libertad de "no tener mercado", estamos ante un autor aguijado por la necesidad de poner en entredicho las convenciones de lo visible, por darle la vuelta a la camisa de las cosas hasta dar con otra posibilidad de mayor aliento poético. Piezas como el tarjetero-lámpara, en la que los metacrilatos sustituyen a las imágenes, o Cuando A hambriento encuentra a B sediento confirman la atenta imaginación de este artista para la reutilización de materiales (de desecho o de fabricación propia) que expresan algo distinto -más depurado y exacto, menos convencional y prosaico- a lo que aportaba su significación inicial.

Otra de las interesantes piezas de Esfuerzos horizontales es Eszzimmer, que podemos definir como un artefacto que es réplica del mueble de comedor que diseñó el húngaro Marcel Breuer, uno de los representantes del Movimiento Moderno. Pablo de Lillo, en cuya obra no es difícil rastrear el humor y la ironía, trae a nuestros días esa pieza pero desde el punto de vista de alguien que la contempla en la página de un libro tomado, por azar, al revés. Conviene no olvidar que estamos ante un artista en el que el dibujo es fundamental. "Es lo que conduce mi trabajo", afirma. Hay aquí varios ejemplos notables, además de un muy personal "collage" o de una impresión sobre aluminio. Un artista, en fin, con el que es difícil aburrirse debido al talento que hay en sus creaciones.

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