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La desestalinización soviética se incorpora a la historiografía francesa

Jean-Jacques Marie analiza el informe en el que Khrouchtchev reconocía los crímenes de Stalin

Lo acaba de hacer casi por la puerta grande con Le rapport Khrouchtchev publicado en la editorial parisina Seuil a finales de 2015; su autor, Jean-Jacques Marie, además de principal experto en la URSS ha sido el primer traductor al francés del Informe íntegro que Nikita Khrouchtchev, secretario general del Partido Comunista de la Unión Soviética, leyó en el XX congreso del partido celebrado en Moscú en 1956, el primero tras la muerte de Stalin ocurrida tres años antes. Un Informe del que hasta su publicación en 1989 en la Unión Soviética, dos años antes de la caída del muro de Berlín y de la desaparición de la URRS, únicamente se conocían algunos párrafos que para sus mentores difundieron por occidente " algunos medios de la prensa burguesa" - entre los que encontrará el francés Le Monde- tras la clausura del citado congreso.

Efectivamente la lectura por el secretario general del partido del Informe tenido hasta entonces por secreto -aunque después será también leído a los más de siete millones de afiliados al partido y a los más de 18 de las juventudes, el Konsomol- tuvo lugar cuando el congreso concluía, el 25 de febrero de 1956, en una enorme sala a puerta cerrada ante 1.430 delegados, sala en la según el autor, "reinó un silencio de muerte desvaneciéndose muchos de los asistentes" tras escuchar algunos pasajes del Informe. En particular no tanto los relacionados con las deportaciones forzosas y otras tropelías cometidas por el anterior secretario general como por los asesinatos de camaradas tenidos como ejemplares por la mayoría de los delegado presentes tras haberse jugado la vida en defensa de Unión Soviética antes, durante y después de la revolución de 1917, de la guerra civil que siguió a esta y de la aún más heroica lucha contra el nazismo durante la II Guerra mundial.

De las 175 páginas del libro, prácticamente la mitad corresponden a la gestación y exposición del Informe aludido cuyo contenido arranca con la formulación de la tesis central del mismo: la ruptura con la herencia de Lenin adoptando el culto a la personalidad como norma de gobierno, llevará a Stalin a la comisión de errores políticos múltiples y de crímenes personales sin cuento desde el año 1934, fecha en la que por vez primera creyó distinguir que entre sus camaradas más próximos -héroes de la US y/o de la URSS, muchos de ellos, que desempeñaban cargos en la dirección del partido y del gobierno - se agazapaban taimados "enemigos del partido y del pueblo". Increíble actuación política la de aquel omnímodo secretario general del PCUS a partir de la segunda etapa de su mandato en la que por un lado castigó sin piedad a los suyos al mismo tiempo que en su condición de líder indiscutido de la URSS apoyó con armas y asesores a la República española en la lucha de esta contra la sublevación militar del 18 de julio de 1936, asunto este que no recoge el autor del libro.

En cambio Jean-Jacques Marie si examina de forma selectiva las reacciones que se registraron tras la clausura del XX Congreso. Aparte de las controvertidas declaraciones del filósofo francés Jean Paul Sartre y mejor contextualizadas del historiador británico Eric Hobsbawm, bajo el telón de fondo de la conmoción política causada por la lectura del Informe la reacción inmediata en los partidos hermanos en absoluto sintonizaría al completo con el respaldo que recibió de los delegados al XX congreso. Fuera de la URSS la imagen que dejó el XX congreso varió desde la considerarlo principal acontecimiento político de la década por una minoría, al silencio táctico del contenido principal del mismo con que respondieron otras direcciones de partidos comunistas tras choque recibido, -pasando por la condena del Informe y de su autor al infierno como hizo el dirigente "pro chino" albanés Enver Hoxha- y el nutrido grupo de partidos que optó por trocear temporalmente la trayectoria del Stalin con la finalidad de preservar para la posteridad la condición de gran estadista del camarada Stalin durante la II Guerra Mundial como declaró Vladimir Putin, máxima autoridad de la Rusia actual.

Pendiente deja el autor la incidencia del ya famoso y controvertido Informe de 1956 entre los que tres años antes se sintieron huérfanos al morir Stalin, una legión a escala internacional de la que aún queda supervivientes. En el caso de España la aludida orfandad política del "padrecito Stalin" aún puede detectarse en los 30.897 votos recibidos por los "prosoviéticos" , escindidos del PCE en 1984, en las recientes y últimas elecciones generales, las del 20-D de 2015.

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