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ARTE

Historias y curiosidades en torno a las estampas japonesas

Unos grabados que son ejemplo de planitud espacial y cromática, estimulan la imaginación y el gusto estético

Historias y curiosidades en torno a las estampas japonesas

Cuando a finales del siglo XIX y principios del XX los artistas más creativos comenzaron a cuestionar la validez de la pintura europea vigente, dependiente como la sentían de convencionalismos de un naturalismo decadente y víctima de encorsetadas normas restrictivas, se afanaron en buscar motivos y formas expresivas que hicieran posible un arte nuevo. Buscaron por distintos caminos y no fue el menos interesante el descubrimiento de otras culturas, escenarios y tiempos artísticos que pronto cautivaron la imaginación de los que serían maestros de la Europa de las vanguardias. Unos volvieron la mirada al arte primitivo o al medieval de los románticos y prerrafaelitas, los constructivistas se fijaron en los iconos bizantinos, el arte de Oceanía fue inspiración para simbolistas y surrealistas. la escultura africana resultó decisiva para el collage y la construcción cubista y, en fin, en las estampas xilográficas del arte japonés, que circularon con profusión entre los artistas de París, encontraron pautas, recursos y sugerencias que alimentaron su fantasía. Picasso dijo por entonces: "Los impresionistas y postimpresionistas han ocupado ya el Japón, de modo que nuestra generación deberá aproximarse más a África". Lo que se llamó el "japonismo" o geografías imaginarias orientalistas, estampas, porcelanas, abanicos o biombos habían tomado carta de naturaleza.

La influencia de los grabados japoneses fue reconocida por muchos maestros: Monet, Van Gogh, Matisse, Klee, Kandinsky..., Monet reconoció las inspiración de las "Cien vistas del monte Fugi" de Hokusai en sus series de los almiares, y no estaría lejos de las pinturas de Giverny. Kirchner, como otros muchos, utilizó a menudo motivos "orientalistas", como en "Muchacha bajo una sombrilla japonesa". Pero quizá resulte más interesante el caso de Van Gogh, que coleccionaba las estampas y entre ellas se sabe que poseía una que se puede ver en esta exposición y comprobar así su claro parentesco con el "Autorretrato con la oreja cortada". En septiembre de 1888, Van Gogh escribía a su hermano Theo: "Envidio a los japoneses la extrema limpieza que todo tiene en su trabajo. Nunca aburre ni parece estar hecho a la ligera. Su obra es algo tan sencillo como respirar..."¿no es casi una religión lo que estos japoneses tan sencillos nos enseñan, viviendo en la naturaleza como si ellos mismos fueran flores?"..."no es posible estudiar al arte japonés, me parece, sin sentirse mucho más alegre y feliz".

Será bueno sentirse así contemplando estos grabados del ukiyo-e, escenas cotidianas de Edo-Tokyo entre los siglos XVII y XIX. Recomendable ejemplo de planitud espacial y cromática, estimulan la imaginación y el gusto estético hablándonos en otro idioma. Son hermosos y plásticamente emocionantes en su expresión directa, su gracia, alegría e ingenuidad sin retórica, también son misteriosos y sus colores tan vivos y luminosos que lucen como relámpagos. Merece la pena contemplarlos.

Por último quiero permitirme un recuerdo para el dueño de la colección. Coleccionista de estampas y en su día anticuario, Takaharu Hasimoto, con quien el destino me tenía reservados tres encuentros. El primero, años 60, cuando se casó con una peluquera ovetense en Santa María del Naranco y yo publiqué la ceremonia con fotos en la primera página de La Voz de Asturias. La segunda, 1978, cuando en el andén de una estación del tren bala de Tokyo me abrazó por sorpresa siendo yo acompañante de una pareja que había quedado allí con "un japonés que conocía" y la tercera, casi cuarenta años después, cuando visitando esta exposición con Ricardo Mojardín, en otro encuentro casual, volvimos a abrazarnos de nuevo tras el reconocimiento mutuo, el antiguo ejecutivo de Toshiba convertido en un romántico y erudito coleccionista de estampas japonesas. No me digan que no merece un tríptico de Katsushika Hokusai.

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