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ESCRITOR, PREMIO "PRINCESA DE ASTURIAS" DE LAS LETRAS 2016

Richard Ford: "Trump es el candidato de los votantes que quieren destruir América"

"Otra novela de Bascombe depende más de mi supervivencia que de él"

Richard Ford: "Trump es el candidato de los votantes que quieren destruir América"

Richard Ford (Jackson, Mississippi, 1944), premio Princesa de Asturias de las Letras 2016, es un verdadero americano, su espíritu sigue siendo el de los colonos. Vive en Maine junto a su esposa Kristina pero antes lo hizo en Montana y Luisiana, en Missouri, Arkansas, Illinois, Vermont, Michigan, California, Nueva York y Nueva Jersey, prácticamente en casi todo el territorio de Estados Unidos, menos en el sudeste. Ama la naturaleza, la caza de gansos salvajes, los perros, el estofado de langosta; come los pájaros que él mismo abate o, al menos, acostumbraba a abatir, y tiene una predilección especial por los vinos de Burdeos y los blancos del Loira, algo que lo mantiene vinculado al cosmopolitismo. Sin embargo tiene poco en común con los grandes "machos narcisistas" de la literatura americana amantes de la acción, tampoco con los aires de suficiencia de muchos otros. Mantiene un discurso reflexivo sobre la literatura, la existencia y su interrelación. El arte y la vida tienen efectos similares. Con sus personajes, Ford ayuda desde hace cuarenta años a interpretar el sueño americano o más bien su espejismo: con Frank Bascombe, el más famoso de ellos, ha sabido expresar las preocupaciones de sus compatriotas, en particular, y del género humano, en general. Esa ebullición inteligente en una misma pota de todos los ingredientes le ha convertido en uno de los autores más notables de nuestro tiempo. Su grado de satisfacción es razonablemente bueno, mima los materiales de su escritura y es feliz ocupándose de los "asuntos recurrentes", como él dice, de los mortales.

(Las preguntas de esta entrevista han sido formuladas y repondidas a través del correo electrónico)

-Ford Madox Ford escribió , y usted lo ha parafraseado, que el efecto general de la ficción debería ser el efecto de la vida sobre la humanidad. ¿Consiste en eso la literatura?

-Es Ford Madox Ford quien lo ha escrito. La reflexión está abierta a interpretaciones, y también a cómo un autor la debe asumir en su escritura. Para mí, este requisito significa que la ficción debe ser como la vida, rica en acontecimientos, densa en posibilidades, absorbente en los detalles siempre importantes, y disponer del mismo registro que ella sobre lo que tenemos. Supongo que Ford Madox Ford estaba reaccionando contra la ficción que él creía que era no todas esas cosas, quizás ante una ficción pedante, excesivamente destilada, llena de simples formulaciones acerca de la existencia. Pero creo que su reflexión es suficientemente abierta para permitir que el escritor evalúe la vida y cómo la literatura debe representarla. En el fondo quiere decir que la ficción debe hacerlo de alguna manera real.

-Las influencias directas en su escritura parecían, en un primer momento, venir de grandes autores sureños Faulkner, Flannery O'Connor, Eudora Welty, la herencia narrativa, el carácter, el territorio... Más tarde, sin dejar de preocuparse por la topografía, ha sido la palabra, el lenguaje, lo que ha pasado ocupar el primer plano de su obra. No sé si está de acuerdo.

-Sí, es bastante exacto que los escritores sureños son mis primera influencias; y también es probable que más tarde llegase a ser consciente de que la literatura, además de ser el lugar, los personajes y las ideas, es también un artificio compuesto de lenguaje. Pero no diría que he renunciado a nada de lo anterior, lo he añadido a mi sentido de la riqueza literaria. Tampoco diría, por ejemplo, que el lenguaje ha pasado a ocupar el primer plano de mi obra. Me interesa aún más el comportamiento humano y si se juzga bueno o malo, interesante o sin interés. El lenguaje en sí mismo es muy importante, pero más como un medio del propio fin

-Sus lectores disfrutan con el humor de su escritura. ¿Se está perdiendo el humor en la literatura contemporánea?

-No. No creo que humor se esté perdiendo del todo en la literatura. En mi escritura, definitivamente no. Tampoco en la escritura de muchos de mis colegas americanos: Ann Beattie, Lorrie Moore, David Means, Jeffrey Eugenides, Richard Bausch, Thomas McGuane, o el último Jim Harrison. Se podría argumentar que en el mundo muchas de las cosas que suceden no son divertidas. Pero el humor es una vía para observar el mundo serio mejor, con mayor empatía. Siempre ha sido así, con Cervantes, con Chaucer y con Shakespeare.

"Trump es el candidato de los que quieren destruir América"

-El mundo que nos rodea es el de sus novelas. Sus personajes no paran de hacerse las mismas preguntas que cualquiera de nosotros. Denotan la misma perplejidad ¿Estamos muy perdidos?

-¿Estamos perdidos? Esa es una generalidad humana melodramática que tal vez podría explicar un filósofo. Un novelista siempre verá el mundo en términos de posibilidad. Buscar y tomar a buenos consejos de la literatura no significa que nos falta buen consejo; para disfrutar de una historia no tenemos que renunciar a ningún otro placer. Si mis novelas vuelven a las mismas preguntas, soy feliz; es que deben ser importantes para mí. Cuestiones como "por qué pasa esto en el mundo? ¿Qué hay de éxito en nuestro comportamiento, qué es lo que falla? ¿cómo hacer el bien y de dónde viene el mal? Vivo con estos temas recurrentes.

-¿Cuánto ha cambiado Frank Bascombe a lo largo de sus cuatro libros?

-No me interesa demasiado esa cuestión. Sólo que ha sobrevivido cuatro libros como personaje y posiblemente pueda sobrevivir cinco. Obviamente, al tratarse de un personaje de la literatura y no de un ser humano, no lo he cambiado. Lo he inventado de nuevo.

-¿Después de "Let Me Be Frank With You" habrá más novelas de él?

-Bueno, eso depende más de mi propia supervivencia que de Frank Bascombe. Ahora tengo una colección bastante buena de Bascombe de estupendos materiales que podría utilizar en una nueva novela. Incluso cuentan con un título. Simplemente no he tenido la oportunidad y el tiempo para dedicárselo. Si no encuentro ese momento, entonces debe de ser que no quiero escribirlo. De cualquier manera me siento satisfecho.

-Antes de escribir "El periodista deportivo" trabajó como tal y, al igual que Frank, también como novelista, aunque un gran novelista.

-Sí, trabajé por un tiempo dedicándome a ese oficio. Perdí el empleo y volví a escribir una novela que fue "El periodista deportivo". Elegí esta profesión para mi personaje porque mi esposa me sugirió que escribiese sobre alguien feliz, en vez de alguien grave y triste. Me pregunté qué tipo de trabajo haría una persona feliz. Parece obvio que se trataba de periodismo deportivo.

-"Canadá", una de sus grandes novelas, comienza en un lugar llamado Great Falls, Montana, donde ha situado algunas otras historias,incluida Incendios (Wildlife). Da la impresión de que conoce bien el lugar.

Sí, conozco Great Falls muy bien, desde hace 35 años. Nunca viví allí. Pero siempre ha sido una ciudad que me proporciona historias. Debo decir que en la ficción Great Falls difiere a menudo de la auténtica. La estoy utilizando más que retratándola objetivamente. Me pareció y sigue pareciéndomelo que la ficción situada allí le resulta plausible al lector. También me gusta ver las palabras "grande" (great) y "caídas" (falls) en mis páginas, cómo suenan y lo que quieren expresar. La ciudad actualmente es bastante dramática: enormes montañas al oeste, grandes llanuras al este, clima extremo, y un gran río que la cruza, el Missouri. Rodeada de granjas productivas, una gran base de la fuerza aérea, una población indígena residente... Todos estos son componentes, para mí, del drama.

-He pensado acerca de ello después de leer "Canadá". ¿Por qué eligió utilizar las situaciones más dramáticas de la trama, el atraco al banco y los asesinatos, en el arranque de la novela y hacer que Dell, el protagonista, lo recordase retrospectivamente?

-Supuse que era una manera de despertar el interés del lector. Lo que solemos llamar gancho narrativo. No había ninguna intención sofisticada detrás de ello. Si cuento en las primeras páginas que hay un atraco a un banco y algunos asesinatos el lector prestará atención y querrá llegar al final.

-James Salter era su amigo, también uno de los más grandes narradores de todos los tiempos. Siempre se ha referido a su virtuosismo. ¿Qué piensa de él y de su legado?

-Salter era un maestro de las frases exquisitas; y un maestro de los impulsos humanos más oscuros que afloran en todos nosotros. Los dos magisterios juntos componen una ficción sublime. En cuanto a los legados, no estoy muy interesado en el de Salter, ni en el mío propio. Escribimos para los lectores que están vivos. Es nuestra oportunidad de tener éxito. Lo que afecte a la vida de las personas después de muerto está fuera de mi control y arrastra pocas consecuencias. Ya es bastante difícil controlar las cosas estando uno vivo.

-¿Qué grado de preocupación le produce Donald Trump?

-Creo que Donald Trump es el candidato de los votantes que quieren destruir América negando el pasado y el presente. "Hacer otra vez grande a América", su lema famoso de la campaña, es una mentira que realmente pretende retrotraer a nuestro país a una época de desigualdad racial, de opresión de género, a un tiempo en el que los pobres en América aceptaban de mejor manera su condición servil frente a los ricos; a un tiempo en que América intentaba imponer sus valores, religión y sentido de la rectitud en el mundo, como si el mundo nos necesitase. Amo a mi país, pero buscar la Presidencia con la promesa de recuperar glorias pasadas invita a examinar de cerca y de manera realista en qué consisten realmente esas glorias pasadas. Cuando oigo "hacer otra vez grande a América" lo que pienso es "díselo a los afroamericanos, díselo a las personas con discapacidad, a los homosexuales, a las mujeres, a los musulmanes americanos, a los japoneses americanos. Díselo los pobres blancos de los Apalaches. Lo peor de todo es saber que en mi país en este momento Donald Trump puede mentir, intimidar a su manera, mofarse de forma ignorante en su carrera hacia la Casa Blanca ¿Me he expresado con suficiente claridad?

-La nueva oleada de racismo en Estados Unidos es un hecho terriblemente dramático ¿Habiendo nacido en Mississippi, como usted mismo ha recordado en más de una ocasión en el "apartheid", qué opina acerca de lo que está sucediendo tiempo después?

-No lo veo como una "nueva oleada de racismo". Lo veo como el viejo racismo de siempre que finalmente sale a la luz. Hasta que el racismo no se ve claramente como lo que es, se reducen considerablemente las posibilidades de acabar con él. Obama, cuya presidencia es el mayor acontecimiento político positivo de mi vida, ha otorgado poder y confianza a los afroamericanos como actores políticos, pero también ha ocasionado una reacción intensificada del racismo. Ese sentimiento reaccionario ha estado siempre presente; fue en ascenso en América y no invitaba a ser escrutado. Ahora se cuestiona con vehemencia: "La historia americana ha originado el actual estado de las cosas". Asumimos que la grandeza del pasado surgió de la injusticia racial y de la desigualdad. Este es el móvil de la protesta. En mi opinión las condiciones raciales en los Estados Unidos todavía fluyen, pero definitivamente están mejorando, a pesar de estas matanzas terribles de la policía, a pesar de la violencia urbana, las desigualdades de la población en cuanto a ingresos. Estos elementos racistas siempre han sido parte de la vida americana y de la prosperidad. Actualmente nos esforzamos por ver cómo son realmente de modo que el problema se puede abordar con mayor eficacia. Lo que está ocurriendo es grave pero hay posibilidades de mejora de las que antes no disponíamos. Mucho de ello otorga crédito a la presencia de Obama como líder.

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