La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La brújula

Temblores del alma humana entre bombas de Chechenia

Casi diez años después de retirarse, Muhammad Ali, antes Cassius Clay (1942-2016), seguía lanzándole al aire cien izquierdazos diarios. No era una manía personal. Al parecer, muchos luchadores necesitan sacar los puños una y otra vez durante el resto de sus días. Al menos eso asegura Davis Miller, periodista deportivo cuya amistad con Ali alimenta una de las vetas de su reconocida obra. En busca de Muhammad Ali es un caleidoscopio de la amistad que, a lo largo de 30 años, mantuvo Miller con uno de los mayores púgiles de todos los tiempos. Alí, por entonces Clay, sorprendió al mundo en los 60 tanto con su heterodoxa destreza como con las desaforadas bravatas que precedían a sus combates. Volvió a sorprender cuando en 1966 se negó a alistarse para combatir en Vietnam. Perdió la licencia de boxeo y el título mundial de los pesados, pero su ejemplo reforzó la creciente oposición al conflicto. Todas las facetas de un personaje prodigioso, víctima del Parkinson durante cuatro décadas, en un volumen memorable.

Cinco días de 2004 le han servido al estadounidense Anthony Marra (1984) para edificar un monumento literario de casi 500 páginas sobre la sangría chechena. Hoy casi no se habla de Chechenia, pero en 1994 el mundo se pellizcó con fuerza para asegurarse de que eran reales los quebraderos de cabeza que sus partisanos les estaban causando a los herederos del Ejército Rojo. Comenzó entonces una tragedia en la que miles de personas lo perdieron todo, incubando un resentimiento que durante años ha sido vía nutricia del yihadismo, y brindando a Putin una de las plataformas de su sutil tiranía. Pero no es esa deriva geopolítica la que interesa a Marra, multipremiado en EE UU por Una constelación fenómenos vitales. No. Marra se centra en ocho personajes -una niña cuyo padre acaba de ser capturado por los rusos, un vecino que la pone a salvo, una médico providencial?- para buscar temblores de alma humana entre las bombas. Porque bajo la anestesia de los titulares informativos fluye la sangre doliente de las víctimas.

"A menudo tengo la impresión de que el círculo de quienes no me leen no deja de ampliarse" es una de las divisas con las que el francés Éric Chevillard se protege de la etiqueta de autor difícil que le rodea. Sin embargo, lo que no deja de ampliarse es el círculo de lectores curtidos que lo descubren. Y ahora lo está haciendo en España gracias a la publicación de Caer por Sexto Piso. Alegoría de la contemporaneidad y de lo ancestral, haz y envés del animal humano, Caer es la historia de una sociedad encerrada en un atolón, llamado precisamente Caer, del que resulta imposible toda escapatoria. Tan imposible que el exterminio, único modo de liberación, se ha convertido en una muestra de inigualable generosidad entre sus habitantes. Ahora bien, los "caeritas", cuyo sorprendente origen no se debe desvelar, tienen una esperanza, el regreso de su Mesías. Están claras algunas resonancias de la historia, pero Caer va más allá de cualquier ejercicio colectivo de inventar memorias. Una cruda distopía para amantes de relatos descabelladamente humanos.

Vivir sin dinero se dirige, por supuesto, a cuantos arrojan una mirada alternativa sobre la sociedad. En sus páginas encontrarán las justificaciones, preparativos y desarrollo de la aventura de un año emprendida a finales de 2008 por el irlandés Mark Boyle. Boyle era un empresario comprometido que trabajaba en el sector de los alimentos llamados orgánicos (algún poeta o filólogo alternativo debería buscar nombres cabales para las actividades alternativas). Pero un día entendió, coincidiendo más o menos con el estallido de la burbuja inmobiliaria, que mientras dependiese del dinero no habría roto las cadenas. Su experiencia de un año -que ya dura ocho- se recoge en este libro en el que la reflexión y el ingenio se dan la mano para demoler las cochambrosas aspiraciones que se le presentan al común de los humanos como objetivos irrenunciables. Un volumen que cumpliría funciones aún más encomiables si, alguna vez, cayese en manos de satisfechos consumidores de una pieza y les agrietase siquiera media certidumbre. ¡Regálenselo al enemigo!

Compartir el artículo

stats