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Arte

La poética plástica de las voces del silencio

Herminio, Lisardo, Pablo Armesto, Izaskum Escandón y la reivindicación de la espiritualidad en el arte

La poética plástica de las voces del silencio

En la Galería de Aurora Vigil Escalera, resplandeciente escaparate total que ilumina de manera espectacular su entorno en la noche gijonesa, exponen cuatro artistas asturianos cuya casa común es el silencio. Frente a la exasperación de la forma o el color su personal lenguaje se concentra en un campo emocional específico que busca refugio en la soledad y el silencio, necesarios en una concepción del arte que exige una intensa comunicación con el ser de la obra que están creando como prolongación ensimismada de sí mismos. Para ellos, el silencio es una opción que les induce a alejarse para su creación plástica de conceptos estéticos en los que primen no ya la banalidad en la expresión o los estímulos visuales meramente efecticistas sino también los cromatismos y gestualidades excesivos.

A esta vertiente en cierto modo romántica y mística del arte, con mayor carga poética que impulso gestual, pertenecen los artistas de esta exposición, que demuestran con su obra que la contención expresiva no supone empobrecimiento plástico, sino que al contrario abre la posibilidad de infinitos recursos para una creación artística diversa y enriquecedora, desde la sutileza y la exquisitez formal. Su obra persigue si no una búsqueda de lo absoluto sí por lo menos un anhelo de perfección y de espiritualidad. Son las suyas voces del silencio, la hache muda del arte, que no emiten sonidos pero sí emociones estéticas que invitan también a la misma contemplación ensimismada y silenciosa de las obras con la que fueron creadas.

Si necesitáramos un arquetipo para el artista del silencio hablaríamos de Lisardo, que reúne las condiciones esenciales de la especie y llevó más lejos que nadie ese anhelo o necesidad de pureza o mística desnudez en su pintura pintando blanco "dentro" del blanco, pero poniendo no neutralidad sino pasión en las elaboradísimamente complejas estructuras geométricas de bellísima factura que causaron admiración en la crítica. Depurando cada vez más su poética, declarándose "exiliado en el blanco" exigía al espectador mayor concentración para mejor lograr el goce en la contemplación. Hubo un antes y hay un después de esta etapa y ahora Lisardo, retomando los colores rojo y negro que estuvieron con el blanco en las "Geografías constructivas", e incluso nunca desaparecieron del todo en las épocas de mayor despojamiento, inicia una nueva época en la que sobre el blanco se alinean geométricas alegorías solares en rojo. también color de pureza. Formas integradas en su nueva arquitectura plástica de novedosa y admirable coherencia estructural, sobre el vacío del blanco: "expansión espacial y flotabilidad formal como caracteres de una sustantiva y contemporánea naturaleza artística", por decirlo con palabras de Oteiza.

En cuanto a Herminio, ¿quién podría negarle el derecho a figurar entre los artistas del silencio al gran escultor de La Caridad, convertido además en toda una referencia del arte cinético internacional por haber hecho posible el movimiento en la escultura "mediante una energía invisible, anónima, "silenciosa" y sobrenatural sin perjudicar con su presencia la pureza del contenido escultórico", por citar las palabras del constructivista ruso Naum Gabo en 1937 como logro que esperaba en futuras generaciones? Claro que el movimiento es solo un elemento presente en algunas de sus obras, porque lo que importa es precisamente la pureza y la belleza de la forma, y la magia de la tensiones y equilibrios tanto en los grandes volúmenes como en segmentos mínimos de escultura, líneas tensadas como tenues hilos rojos de metal que deja su sombra, su huella, en el fondo de la pared. Pero en esta exposición impresiona sobre todo la presencia monumental, más por su solemnidad que por su tamaño también considerable, de una gran escultura roja, dos elementos rectangulares en quietud extrema, la forma sin posibilidad de movimiento por la tensión del equilibrio inestable a la que está sometida.

Pablo Armesto, artista de la Marlborough, creador de una nueva dimensión del arte con su lenguaje de fusión, el blanco del silencio con la pureza de la luz en una tan novedosa como majestuosa poética plástica. Como hiciera Lucio Fontana, nos enseña que la superficie del plano puede abrirse para pensar qué podría haber más allá de la obra. Se desgarra el telón, pero no con cortes gestuales agresivos sino para descubrirnos hermosas heridas luminosas abiertas a otro espacio, a veces en seriadas variaciones que podrían ser de inspiración minimalista y otras en mágicos laberintos de luminarias como tembloroso titilar de las estrellas. Su obra un juego entre la luz y la geometría, evoca un mundo de fantasía de belleza y lirismo delicados y vibrantes.

Izaskum Escandón, es una representante de la nueva y joven escultura que ahonda en las posibilidades que con formas y materiales específicos, permite el amplio marco de la disciplina. Sus sugestivas piezas, impresiones digitales sobre metacrilato, son muy buenos diseños que se despliegan, o deslizan, en formas de gran impulso creativo y cambiante riqueza morfológica, caprichos visuales como metáfora de relaciones entre naturaleza e industria que hacen recordar la gestual fluidez colorista de los pintores del posimpresionismo abstracto. Son las suyas geometrías negadas, desplazados y confundidos sus contornos para dar a la forma y el color caminos abiertos a una nueva invención plástica.

En definitiva, una excelente exposición.

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