El disco suena a "cuatro tipos talando el Joshua Tree", como lo definió Bono. Con "Achtung Baby", publicado el 18 de noviembre de 1991 (el viernes se cumplen 25 años), U2 se reinventaba y marcaba distancias no solo con un sonido, sino también con una forma de ser como banda. El resultado es, para muchos, el mejor álbum de los irlandeses, con joyas como" Until the end of the world", "Ultraviolet","Mysterious ways" y "One", la canción que les salvó de la disolución.

"Achtung Baby", con el que U2 estuvo cerca de tocar en Galicia (se barajó su presencia por los fastos del Xacobeo 93 en Santiago, pero finalmente tocaron en el Carlos Tartiere de Oviedo, además del Vicente Calderón de Madrid y en pabellones de Barcelona y San Sebastián) figura en muchas listas de "mejores discos de la historia del rock" junto a obras maestras de los Beatles, los Stones y Bob Dylan. Incluso aparece en el ranking de "L´Osservatore Romano", el periódico oficial de la Santa Sede, y eso que este trabajo, marcado por la separación de The Edge de su esposa, tiene un origen, digamos "pecaminoso".

"Estoy aprendiendo a ser insincero, a mentir", solía proclamar el Bono en aquellos tiempos. Cansados de sí mismos y de la imagen seria, responsable y algo grandilocuente que proyectaban en las fotos de la carpeta de "The Joshua Tree" (1987), el grupo irlandés decidió reírse de sus propias contradicciones y esculpió un nuevo sonido y una imagen renovada a partir de la onda "Madchester" (Stone Roses, Happy Mondays...), el rock industrial y la electrónica."Estamos robando de los ladrones", explicaba el líder de U2, disfrazado de "La Mosca", un alter ego que se inventó, con unas grandes gafas negras, un cigarrillo en la mano y aspecto de estar de resaca. Para acabar con los semblantes serios de la portada de "The Joshua Tree", y también para relajar la tensión de unas sesiones de grabación en las que casi llegaron a las manos, Bono, The Edge, Adam Clayton y Larry Mullen Jr. se fueron al carnaval de Tenerife, se disfrazaron de mujeres y cambiaron el adusto paisaje del desierto estadounidense por la colorida Marrakech y la transgresora Berlín. Tomaron el último vuelo que llevaba a Alemania del Este, justo antes de la reunificación, para grabar en los míticos estudios Hansa, donde habían realizado algunos de sus mejores trabajos David Bowie, Iggy Pop y Lou Reed. "Berlín se convirtió en el fondo conceptual del disco", según Brian Eno. "El Berlín de los años 30, decadente, sexual y oscuro, resonando contra el Berlín de los noventa, renacido, caótico y optimista".

De acuerdo con Eno, durante la grabación estaban bien vistos los conceptos "oscuro", "sexy", "desechable", "cutre" e "industrial", mientras que trataban de alejarse de lo "honesto", "educado", "dulce", "rockista" y "lineal". "Era bueno si una canción te llevaba a un viaje o si te hacía pensar que tu cadena de música se había roto [así sonaba el comienzo del disco, "Zoo Station", con una guitarra tan distorsionada que parecía que la cinta de casete se había enredado en los cabezales o que las revoluciones del plato no eran las correctas]". Las nuevas referencias eran Sly Stone, T. Rex, Scott Walker, My Bloody Valentine (notable influencia en "Who´s gonna ride your wild horses"), KMFDM y Al Green, entre otros.

Pero las tensiones afloraron. "Mientras un muro se derrumbaba en Berlín, otro se levantaba en el estudio", explica Bono en el documental "From the sky down", publicado hace un lustro, coincidiendo con el XX aniversario de "Achtung Baby". El cantante y The Edge querían romper con todo lo anterior, mientras que la sección rítmica, Adam Clayton (bajo) y Larry Mullen Jr. (batería) se mostraba reacia al golpe de timón y quería continuar la senda marcada por "The Joshua Tree" y "Rattle and hum" (1988), disco muy influido por el rock and roll americano, el country, el soul y el blues.

U2 había llegado a un callejón sin salida estilístico tras la gira "Lovetown"(1989-1990), en la que compartían escenario cada noche con B.B. King. Bono y The Edge llevaban sombreros tejanos y la banda, que ya llenaba estadios, presumía de raíces norteamericanas. Dublín les puso frente al espejo de su pomposidad. Ya no eran aquella banda que había surgido en la ola postpunk, a rebufo de Joy Division. "Nos habíamos convertido en lo que los Clash considerarían sus enemigos", reconoció Bono, que el 30 de diciembre de 1989, durante un concierto en la capital irlandesa, marcó un punto de no retorno:"Tenemos que marcharnos por un tiempo y soñarlo todo de nuevo", anunció, mientras The Edge tocaba las melancólicas notas de "Love rescue me", la balada que habían grabado con Bob Dylan para "Rattle and hum". Otro de los cortes de aquel disco despedazado por la crítica contenía, sin embargo, una pista de la nueva dirección de U2: era el rock conciso con toques funk e industriales de "God part II", una canción que además contenía una frase premonitoria:"glorificas el pasado cuando el futuro se reseca".

La reinvención no fue un proceso fácil. The Edge llegó al estudio con nuevos sonidos, algunos de ellos inspirados en Kraftwerk, Nine Inch Nails y bandas industriales radicales, pero no solventó el bloqueo creativo del grupo, agravado por el divorcio del guitarrista."En una escala del 1 al 10, estábamos en un nueve para separarnos", ha asegurado Bono. Adam Clayton llegó a darle a Bono su bajo, desairado: "Si quieres me dices qué debo tocar. Y si lo quieres tocar tú mismo, adelante".

El productor canadiense Daniel Lanois esperaba profundizar en la senda marcada por los álbumes anteriores, mientras que Brian Eno contribuyó a tender puentes entre ambos bandos asegurando que se podía probar la vía experimental de Bono y The Edge, que entonces trabajaban codo con codo y no con el resto del grupo, pero manteniendo la estructura clásica de las canciones (estrofa, estribillo y puente).

Todo dio un giro cuando descubrieron las notas de "One" escondidas en el segundo puente de una maqueta titulada "Sick puppy", que luego se convirtió en "Mysterious ways". Bono, alentado por Lanois, se apresuró a sacar una canción de aquellos secuencia "mágica" de cuatro acordes: La menor, Re, Fa y Sol. El propio Lanois pergeñó el arpegio de guitarra inicial, inspirado seguramente en Jimi Hendrix, y así nació una de las canciones más emblemáticas del cuarteto dublinés. U2 se recomponía con un himno sobre la desunión y la ruptura (pese a que muchos la pongan en las bodas), una metáfora sobre la amistad entre los cuatro miembros del grupo: "somos uno, pero no somos lo mismo".

"Achtung Baby" vendió 18 millones de copias y fue el punto de partida para el "Zoo TV Tour", la gira que revolucionó los espectáculos de rock, introduciendo o consolidando innovaciones como las múltiples pantallas, los monitores de auricular ("in ear monitors") y el miniescenario en medio del público, conectado por una pasarela al escenario principal.

El álbum más serio de U2 lleva, paradójicamente, el título menos serio:"Achtung Baby","Cuidado, nena". La frase se atribuye al técnico de sonido de toda la vida de U2, Joe O´Herlihy, que la sacó, supuestamente, de la comedia "Los productores" (1967), de Mel Brooks.

De este álbum han perdurado varias canciones en el repertorio en directo de U2. Las más frecuentes, la citada "One" y "Until the end of the world", en la que la letra de Bono utiliza la traición de Judas a Jesucristo en el huerto de Getsemaní para aludir, según algunos autores, a una disputa dentro del grupo. También las bailables "Mysterious ways", "Even better than the real thing" y "The Fly" son frecuentes en los "setlist" de U2. Por el contrario, nunca han tocado en concierto la arrebatadora "Acrobat" ni la balada "So cruel".

Y es que "Achtung Baby" carece de canciones de relleno. La fantasía de cualquier fan de U2 es que algún día lo interpreten entero en concierto, tal y como hacen Bruce Springsteen o Pearl Jam con sus mejores álbumes. Tal vez cuando se celebre el XXX aniversario.