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Arte

Los artistas de la figuración contemporánea

Una etiqueta para la mayoría del arte que se hace en España como intento de distinguir entre realidad y mera apariencia

Los artistas de la figuración contemporánea

Tradicionalmente se entendía por figuración el término aplicable a las manifestaciones artísticas que representaban la realidad, pero la idea de realidad en el arte llegó a hacerse tan problemática que fue necesario puntualizar que había algo en el arte que diferenciaba a la realidad de la mera apariencia, lo que ya era un concepto platónico. Esa necesidad se planteó superada la etapa del dominio conceptualista y minimalista, en tiempos de recuperación y reafirmación de la pintura, un movimiento tan contundente que también quiso ser superador del informalismo europeo y el expresionismo abstracto americano anteriormente vigentes, para conectar con otras vanguardias clásicas, expresionismo y surrealismo fundamentalmente, que ya distinguían entre realidad y mera apariencia. Neoexpresionismo, transvanguardia, neopop, figuración libre, metafísica o fantástica..., incluso el aprovechamiento de la indefinición de los límites entre abstracción y figuración, a todo eso se dio en llamar, generalizando, neofiguración y a más largo y vago plazo Figuración Contemporánea, como se llama esta exposición.

De lo dicho se puede deducir que el capítulo de figuración. contemporánea es de tan amplio espectro que cabe en él la mayor parte de la pintura que se hace en España, a menudo muy válida, de clase media o clase alta, que acude a las ferias, inunda los certámenes y los gana con frecuencia. Caso paradigmático es el de Javier Torices (Madrid, 1968), paisajista no hiperrealista como se dice sino de delicado y modernizado impresionismo, tanto en la pincelada como en la armonía tonal en reducidas gamas grises, de quien cuento una treintena de primeros premios en certámenes a lo largo y ancho de España, de Álava a Granada.

Por su parte, Rafa Macarrón (Madrid, 1981) ha ganado el BMW de 2010 y el Best Artist 2013 de ARCO, y ya no me referiré a más premios a partir de ahora. Su figuración es de un personal manierismo surrealista, pintor de extrañas y kafkianas criaturas, entre insecto, ser humano y artilugio tecnológico, formalmente muy expresionistas y de cromatismo variado e intenso, que pueden recordarnos la variante surrealista de Roberto Matta y Wifredo Lam o, más cercano, los grotescos y sarcásticos monigotes de Francisco Arjona, buen pintor y amigo andaluz muy ligado a Asturias en algún tiempo.

No se le puede negar originalidad a la obra de Gonzalo García (Gijón, 1966) que sigue una tendencia dentro de la escultura figurativa actual consistente en desvirtuar el significado original de lo representado, a menudo con un discurso irónico o paródico. En su caso pasa por introducir una nueva fisicalidad de la forma agigantando la representación de partes de la figura humana, distorsión de la realidad que completa con guiños surrealistas, como convertir el dedo gordo de un pie en la cabeza de un rinoceronte. Otro aspecto de interés es la utilización como materia, y junto a la madera, del estiércol, o "cuchu", como él reivindica como signo identitario. Es un trabajo muy bien hecho e impactante, y no resulta extraña su admiración por la obra del australiano Ron Mueck, residente en Londres, que en una Bienal de Venecia situó en la entrada la figura de un muchacho en cuclillas de cinco metros. La literalidad y precisión de lo representado es común, aunque en el caso de Mueck, la materia, silicona y fibra de vidrio, también la vale para efectos espaciales y surtir de "cadáveres" a las series policiacas americanas.

Otros artistas representados son David Morago (Madrid, 1975), de una conocida familia de artistas madrileños, admirable dibujante y colorista especializado en la temática animalista. De Pablo Genovés (Huelva, 1959), poco hay que añadir, salvo destacar la presencia de un par de sus fantásticamente impactantes y bellísimas fotografías. Jorge Hernández (Huelva, 1973) nos deja unas cuantas pinturas de su serie "American scene", híbridos del pop, Hopper, Philip Marlowe..., y todo ello caramelizado. Ismael Lagares (Huelva, 1978) está representado por dos de sus perritos-escultura, muy característicos con el abundante pelo como rebozado en las gruesas pinceladas de pasta pictórica multicolor de sus conocidos lienzos y Samuel Salcedo (Barcelona, 1975) da otra versión de la escultura que, como la anterior, no carece de acentos kitsch.

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