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Arte

La pintura de Rielo, con la clave de un poema

Multiformes y expansivas abstracciones, de abrupto lirismo, elaboradas con azarosos y personales efectos plásticos

No parece mal poeta José María Rielo, si lo hemos de juzgar por el poema que escribió para el catálogo de su exposición en el complejo Cultural As Quintas de La Caridad, que es como se sabe su patria chica, el último verano. Un poema que además describe admirablemente el ser y el sentir de su pintura, titulado, como también la exposición, "Las sombras habitadas": Habitar las sombras con presencias difusas, viajeros del abismo o habitantes de la dicha, que llenan de luz la oscura caverna. Con formas múltiples, como fragmentos de la superficie de la Tierra...

Había algo de todo eso en la obra de aquella exposición, como lo hay ahora en esta de la galería Amaga de Avilés, que viene a ser continuación y también conveniente complemento. Porque no todo el mundo tiene la feliz posibilidad de visitar La Caridad en agosto, y el que la tuviera puede ahora, con menor número de obras aunque también alguna nueva, volver a comprobar cómo en distintos espacios, este último más reducido pero más concentrado, tiene la pintura la misteriosa capacidad de ofrecernos la posibilidad de lecturas nuevas. Cualquiera de ellas nos permitirá reflexionar sobre la personalísima y eficaz manera que tiene Rielo para habitar con sombras. con presencias difusas que llena de luz la oscura caverna y con formas múltiples como fragmentos de la superficie de la Tierra, los espacios de sus campos pictóricos, tan compleja, paciente y sugestivamente elaborados, tan abruptamente líricos.

José María Rielo ha conseguido una notable madurez y calidad plástica profundizando en una peculiar manera de pintar, posiblemente propiciada por un autodidactismo que durante un tiempo le produjo indecisiones y la ansiedad de necesitar apoyos más o menos figurativos que justificasen una abstracción espontánea. Hasta que con mucha voluntad y trabajo decidió dar rienda suelta a una instintiva expresividad y subjetividad manifiesta pintando con entera libertad. Como Brian de Velde, podría decir: la pintura es un intento de captarse a uno mismo. La pintura me construye.

Y así construye él esos intrincados espacios pictóricos, habitados por luces y sombras y por sus propias vibraciones, estructuras multiformes y expansivas, con azarosos efectos plásticos que nacen de un sistema de imágenes, manchas, gestos, formas y signos de marca registrada, entre los que suelen adquirir particular protagonismo sus característicos rayados, que conforman barrocas y boscosas superficies de denso pictoricismo y también muy personalizado y atractivo cromatismo. Todo esto sucede con mayor brillantez y eficacia en los acrílicos sobre papel desde siempre, lo que me hace recordar la opinión del artista alemán Max Kingler que otorgaba al dibujo y al grabado mayor capacidad para expresar subjetividad con más evidencia con la pintura, comparándolas con la música de piano y la poesía.

Cuestión y novedad importante en esta muestra, como en la de La Caridad, es la inclusión de obra e pequeño formato que son fotografías el propio Rielo, fotógrafo sobre todo en sus inicios y de vocación permanente, intervenidas pictóricamente para convertirse en piezas muy características del artista en la convivencia de dos realidades.

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