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Zaratiegui: una interesante retrospectiva

El Museo Antón expone una significativa parte de la pintura, escultura y medallística del creador de las inflorescencias

"Por qué", acrílico de 1990

Parece justo comenzar haciendo el elogio que merece el Museo Antón, con su subrayado, Centro Escultórico de Candás, y no solo por reconocer la impagable labor realizada en un pasado aún reciente, cuando para el arte corrían mejores tiempos, con su decidida apuesta por la promoción de la creación escultórica y su difusión, por su actividad expositiva y por sus proyectos, que incluían aquél tan prometedor de la red internacional de pequeños museos monográficos. Candás contribuyó mucho a poner el nombre de Antón y de la escultura en los titulares de los medios de comunicación y en el interés de la gente, también fuera de Asturias.

Y es de aplaudir que en la actualidad mantenga vivo el Museo con una programación de exposiciones que incluye la edición de catálogos generosamente editados, lo que muy pocas instituciones hacen ya en nuestra región. Exposiciones que además, como es el caso de la presente, contribuyen a completar, o situar, en el panorama artístico asturiano especialidades o trayectorias no tan conocidas como debieran. Porque hay que decir que Juan Zaratiegui (Oviedo, 1948), se puso de actualidad artística a comienzos de la presente década, pese a una dilatada y muy estimable actividad anterior, cuando expuso en galerías de Oviedo, Avilés y Gijón, poniendo de manifiesto un sorprendente y peculiar ejercicio de libertad creativa, una serie de obras que hemos dado en llamar "inflorescencias", matojos, espigas, agrupación de plantas en definitiva, cimentadas en un gran dominio del dibujo y pintadas con diversidad de elementos, acrílicos, grafito, carboncillo, ceras, lápices de colores, tintas..., un espectacular acercamiento a la naturaleza con sugestivas maneras tanto impresionistas como expresionistas. Algo que sin duda suponía una interesante aportación a la pintura asturiana del paisaje.

Eso, y el hecho de que fuera el autor, como el escultor que también es, del monumento al hórreo asturiano levantado en Bueño, era cuanto en general se sabía de un artista que, sin embargo, en los años 70 y 80 del pasado siglo había sido considerado por los críticos más solventes del momento, como Luciano Castañón o Jesús Villa Pastur, uno de los artistas más prometedores del joven arte asturiano, lo que parecía confirmarse tras sus estudios de Bellas Artes en San Fernando y los años vividos en contacto con la movida madrileña de la época, cuando resultaba más que probable una dedicación exclusiva a la creación plástica. No sucedió así, se impusieron otras prioridades y, aunque nunca dejó de pintar y hacer escultura, Juan Zaratiegui fue durante bastantes años el admirado y querido catedrático del dibujo del Instituto de la Universidad Laboral de Gijón. Hasta que llegó su hora, la de la jubilación y la de la inflorescencias.

Esta exposición es por una parte un breve repaso a aquellos años pintados y a parte de sus trabajos escultóricos y medallísticos, entre los que figura la serie de los Doce Reyes asturianos, un ejemplar de la cual entregó en 1988 al entonces Príncipe de Asturias Don Felipe en el Hotel de la Reconquista. Por lógicas limitaciones de espacio no es muy numerosa la obra representada, pero, sobre todo en pintura, sí bien significativa de su calidad y de las inquietudes o conocimientos del artista en cuanto a las tendencias influyentes en la modernidad. Desde los paisajes de los años setenta, destacando en el contexto de su tiempo por sus planteamientos de perspectiva, composición o pincelada, hasta la originalidad de factura en los bodegones o las influencia goyescas, neoclásicas o incluso del neoexpresionismo alemán antes de su actualización en España. Y por otra parte, la actualidad de su pintura a través de las inflorescencias, una sección de magníficos e impactantes dibujos al grafito y algunas piezas de una nueva experiencia con el paisaje, en este caso de notable consistencia tectónica por la aplicación de complejas técnicas mixtas y una concentración y elaboración que se aparta de la dinámica de las otras versiones de la naturaleza.

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