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Arte

El coleccionista de arte y sus razones

Formar un conjunto de obra propio es una manera de invertir en el desarrollo personal

Es difícil encontrar a alguien que en su infancia, no haya coleccionado cromos, banderines, calendarios de bolsillo o postales y que, en algún momento de su madurez no haya pretendido reunir sellos, monedas, billetes o utensilios antiguos. De todos los posibles grupos de coleccionistas, el de obras de arte es el que presenta rasgos más selectos por la idiosincrasia de los objetos que se dedica a reunir: belleza, espiritualidad y valor económico.

La psicología moderna se ha puesto manos a la obra para responder a los motivos que nos llevan a coleccionar. El amor al arte y el deseo de aprender de él sería uno. José Antonio Pérez-Simón empresario, coleccionista y presidente de la Fundación JAPS asegura que, en su caso, "el arte se convirtió en una nueva meta, en un orden superior".

Permanecer históricamente ligados a la cultura puede ser otro de los motivos. En 1970, Norton Simon compró el Museo de Arte de Pasadena en California y lo convirtió en Museo Norton Simon e inmediatamente una gran colección de arte quedó ligada para siempre a su nombre. El deseo de decorar, rodear nuestra vida de algo bello o inspirador, sería otro muy válido.

Y el último y muy importante la posibilidad de inversión. En junio de 2016, "The Wall Street Journal" publicó una reveladora conversación entre Cheyenne Westphal, director del área de Arte contemporáneo de Sotheby´s y un importante coleccionista privado. "Buenos días señor, le llamo para decirle que en el mercado actual podríamos conseguirle 50 millones por su cuadro de Rothko", dijo el encargado de la casa de subastas por teléfono al propietario de la obra. Tras un silencio, el millonario aficionado al arte contestó: "Bien señor Westphal, son buenísimas noticias, pero ¿Qué demonios hago yo con 50 millones en el banco?". Esta conversación entre dos personajes del mundo del arte es el ejemplo concreto de la situación actual que vive el sector. Los coleccionistas suman la inversión en arte a la especulación bursátil, el oro o el dinero líquido. A lo largo del siglo XX y en el presente XXI hay una sorprendente correlación entre los debacles económicos y el boom artístico, más inversión en arte y menos inversión en volátiles valores bursátiles.

Y esto puede incluir a todos grandes y pequeños inversores. Pensamos que la inversión en arte es algo reservado a las grandes fortunas pero se puede formar una buena colección sin necesidad de desembolsar grandes sumas de dinero y además disfrutando con ello, que es de lo que se trata. Las claves a seguir en ese camino son invertir en formación (leer revistas especializadas, visitar exposiciones); asesoramiento (galeristas, consultores y asesores de arte son los profesionales del sector que disponen de toda la información); no comprar por impulso, estudiar al artista (curriculum y proyección) y, ante todo, disfrutar porque coleccionar no es sólo invertir en arte, es invertir en el propio desarrollo personal.

Componer una colección constituye una aventura vital que se puede compartir o emprender en solitario y que, como poco, garantiza un aprendizaje continuo, un viaje lleno de sensaciones y enamoramientos que puede resultar muy gratificante.

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