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Arte

Maite Centol, la representación conceptual del significado

Una de las obras de Maite Centol en la galería Guillermina Caicoya.

Toda su vida lleva Maite Centol reflexionando e indagando sobre el pensamiento y forma de lo plástico y, a partir de ahí, ha sido siempre bien capaz de expresarlo con reconocido talento artístico y con diferentes registros que pueden ir desde lo emocional y expresivo al reduccionismo estricto en la abstracción geométrica y, un paso más allá, la "desublimación" y homogeneización de la obra, sea por convicción intelectual, por estrategia vanguardista o por ambas cosas. A fin de cuentas fueron bastantes los artistas que habiendo personificado y potenciado el neoexpresionismo alemán lo abandonaron luego para sumarse al neogeo internacional.

Últimamente Maite Centol ha venido avanzando en una estética inequívocamente personal que, según el momento, podía incorporar elementos del pop, el conceptual, el minimalismo, expresionismo incluso, que finalmente parece decantarse, si juzgamos por esta exposición, por un tipo de obra que pretende analizar determinados fenómenos sociales, culturales, o bien sensaciones personales, mediante un lenguaje de signos de sentido artístico. Es la realidad reemplazada por otra realidad virtual de símbolos e iconos, dominando así en la obra la representación conceptual del significado. Una tendencia artística, pintura de códigos más o menos abstractos, que nació con la llamada "posmodernidad fría", en la que entiendo que influyeron los modelos teóricos del posestructuralismo francés. En una palabra, la "creación" del artista, su "inspiración" sustituida o convertida en una estructura con la que no se pretende imitar o recrear una realidad, sino designar una hiperrealidad o, como se ha dicho, un simulacro.

Es verdad que todas estas tendencias y teorías pueden tener diferentes explicaciones, derivaciones y acercamientos. Y es aún más verdad que la obra de Maite Centol es mucho más rica, compleja y polivalente que las citadas influencias posmodernas, cosa que también tiene reflejo en la presente exposición, que además titula muy significativamente "Resistencia y contradicción", y no otra cosa cabía esperar de la personalidad de esta singularísima artista, tan proteica, tan independiente y tan capaz de reformular a su manera cualquier espacio de creación plástica.

Lo que en esta exposición parece más afín a la consideración de "estructura" en comparación con lo que podríamos llamar "obra orgánica", son los dos grandes dibujos tecnologizados, geometrías de gráficos informáticos de aspecto taxonómico, como ordenadores de líneas ferroviarias o clasificadoras de cualquier tipo de actividad, que pueden recordar la llamada "geometría social" de Peter Halley, a quien alguna vez ya cité a propósito de la obra de Mayte, con su panoptismo como estructura para el control de recintos como prisiones, fábricas, escuelas, etc. La serie de Picos y Cumbres también participa de esa dualidad que relaciona paisaje y gráficos informativos, en este caso quizá de datos estadísticos, lo que no les priva de resultar muy atractivos artísticamente como sucede con otras obras de la muestra como las retículas. En cuanto a los Muros, tras su aparente austeridad evocan sensaciones de opresión, en cierta manera claustrofóbicas, y demuestran cómo se puede lograr la intensidad expresiva desde la elementalidad y sutileza de la factura.

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