La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Arquitectura

Viva León, León, León

Innovación constructiva combinada con tradición más allá de Pajares

Museo de Arte Contemporáneo. R. R.

Ya no vamos a León a secar, si la cultura es agua que aplaca nuestra sed, vamos allí a refrescarnos, vamos a León a beber. El AVE hace hoy que muchos madrileños vayan a pasar el día, y este turismo genera una serie de restaurantes y sitios estupendos en el siempre animado húmedo. Estos años, además, la presencia institucional de arquitectos-políticos como Cecilio Vallejo y después Belén Martín-Granizo, ayudó a la creación de concursos y edificios del más alto nivel arquitectónico, pero no solo en la capital, sino ejemplos destacables en toda la provincia. El hospital de Villablino de Tonet Sunyer tan integrado con la piedra en su paisaje, tan preciso en su planta y rico de volúmenes. O, gracias a la generosidad de Antonino Fernández y Cinia de la familia mexicano-leonesa de la cerveza Corona (que ya, por otra rama familiar suya, sufragaron la maravilla que es la Virgen del Camino de Fray Coello de Portugal) acaban de crear, en Cerezales de Campos, entre Boñar y León, un centro cultural internacional, que cuando muchos tratan de llevar las huertas al centro de las ciudades, ellos llevan al campo lo más puntero de la cultura para invitarnos a ir. Recién inaugurado, acabo de visitar este edificio de Alejandro Zaera, que aquí se contiene e integra (no es lo normal en él, recordad la torre salomónica que pensó para los Masaveu), con una colección de Hamish Fulton, sobre los Picos de Europa. Fulton es un superviviente de aquella rama artística de gran escala, el Land Art que tantas alegrías nos dio ( Smithson, Walter de María, Richard Long?). Todo está controlado, hasta las sillas de Poul Kjaerholm, en estas cabañas de madera hasta el tejado, atravesadas por la luz, tan integradas que si no te dicen donde están, tras los chopos, ni las encuentras y luego allí, vaya si tienen presencia (precisamente, muy apropiado al sitio, se programa próximamente la exposición Cabañas para pensar, que vimos en el círculo de Bellas Artes de Madrid.)

Lo que nos sorprendió en su día, y sigue hoy deslumbrándonos tras el concurso fue el Auditorio de León, al que nos presentamos casi cien equipos y que ganaron los buenísimos Mansilla y Tuñón. El espacio interior de madera oscura te hace ser un Jonás en la ballena de la música que no quiere escapar. Con un retablo en su fachada de formas que está mirando la belleza del San Marcos. Después les encargaron el MUSAC, un edificio que tiene una piel de cristal traslúcido que lo hace opalino, dinámico y ágil. Su piel es como las esculturas de mármol que es luz siendo materia, que es piedra sin ser cierre, por ese milímetro de brillo que baña el ópalo. Rodeándolo, dejándonos llevar por la trama ondulada hecha con rectas, que se desliza, como un río nos decía uno de los autores, perdiéndonos a posta, buscando la entrada y disfrutando tanto que queremos que tarde, hasta que la encuentras, te envuelve en una fiesta de color, una vidriera que hace vital el arte, joven, desenfadado, libre, que te abraza, y es la foto, la imagen publicada. Lo más digno dentro de lo más digno. La fragilidad exterior toma peso por dentro, y partiendo de cuadrados y rombos con los que pavimentaron los romanos, de esta idea matriz que trajeron de un viaje a Italia van generando espacios muy fluidos, sin que las salas se separen y toda la instalación, ciertamente diversa, respira al mismo tiempo.

Aun en obras, y va a tardar seguramente en concluirse, el más ambicioso de todos es el centro de la Azucarera Santa Elvira, un palacio de congresos junto a la estación que nos indica Guzmán el Bueno, firmado nada menos que por Dominique Perrault, el gran arquitecto que realizó la Biblioteca Nacional de Francia, François Mitterrand, allí como aquí, tenía la intención de dinamizar una parte de la ciudad, que la propia ciudad tiene un poco olvidada, pero lo ambicioso del programa hará posiblemente que tengamos que esperar algún tiempo antes de verlo concluido ( y la megalomanía del edificio seguramente lo convierte en una perita en dulce para guerras políticas).

Además un centro social de Fresneda y San Juan cruzando el rio por el puente de San Marcos, el tanatorio cerca del Museo de Arte Contemporáneo (Musac) de Jordi Badía pieza increíble bajo cubierta de agua, solemne, grave? el edificio del EREN, de la energía también frente al Musac de Martín Granizo y Font, también de ellos la pista deportiva de Juan del Ercina, cerca de la Catedral rompiendo la escala en Piedra y buenísimo en el Bierzo un edificio de la Universidad con el techo fragmentado en pizarra, telégrafos de D. Alejandro de la Sota, la inefable gasolinera de Foster?

Y luego claro, y siempre, San Isidoro y la Pulchra Leonina, la catedral que te subyuga, que te rompe el cuello de mirar para arriba y ver la luz deshacerse en colores. Nos dice la guía que León tenía cinco mil habitantes cuando se construyó. ¡Cómo fueron de ambiciosos aquellos leoneses con su fe! ¿Se imaginan lo que podríamos hacer todos nosotros, los asturianos, si de una vez por todas, remáramos en la misma dirección? Viva León, León, León?

Compartir el artículo

stats